Entrenadores de Época (15° Entrega: Pep Guardiola)

El Diario Marca de España, al parecer está haciendo una entrega de fichas recordatorios de los entrenadores que para ellos, marcaron época.

Estaría bueno que sea un thread para tenerlos en cuenta, buscar o hacer referencias (frases, estilos, pensamientos, tácticas, etc) o simplemente hacerle algun tipo de tributo a estos DTs. Quizas algunos estemos de acuerdo o no con alguno de ellos, pero forman parte de la historia del fútbol.

Capaz faltan, pero bueno es el criterio del diario, y son éstos:

Helenio Herrera:
El mago Herrera
Bill Shankly: El hombre que creo la mistica de Anfield Road
Bob Paisley: Paisley, el triunfo de la sensatez
Miguel Muñoz: La flor del Real Madrid yeye
Rinus Michels: El general Rinus Michels
Tele Santana: El ‘jogo bonito’ como principio
Udo Lattek: El Profesor Udo Lattek
César Luis Menotti: El futbol, segun los poetas
Alex Ferguson: Entrenador de entrenadores
Arrigo Sacchi: Un tecnico destinado a ser campeon
Fabio Capello: La victoria como obsesion
Johan Cruyff: El holandes revolucionario
Vicente del Bosque: El secreto del triunfo silente
José Mourinho: La apologia de la victoria
Pep Guardiola: La excelencia hecha modestia

1° Entrega: HELENIO HERRERA

[spoiler]1° Entrega: comienza con el Argentino, Helenio Herrera, que marcó época con el Inter (mas allá de títulos con el Atl.Madrid o el Barcelona), a quien algunos le atribuyen la creación del “Catenaccio”. Un tipo con mentalidad ganadora, exigente y uno de los primeros en usar la psicología en sus dirigidos.
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Helenio Herrera

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El creador del gran Inter
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El mago Herrera

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[li]“El fútbol no es la gambeta. La consigna es ganar”[/li][li]“En el fútbol no hay magia, sí pasión y lucha”[/li][li]“Yo nunca he tenido diferencias con ningún jugador, incluido Di Stefano y Kubala. Claro, siempre y cuando hagan lo que yo digo”[/li][li]“Una vez un periodista me preguntó por qué dirijo sólo equipos grandes, pues porque los chicos no pueden pagarme”[/li][/ul]
Ángel Liceras 04/07/11 - 11:49.

Los magos convierten en realidad la fantasía variando a su antojo lo que le rodea. Helenio Herrera enseñó que en el fútbol nada es imposible. Su único pretexto fue ganar en tiempos en los que el estilo sólo preocupaba a la hora de levantar un trofeo. Su ego se alimentó de títulos. HH revolucionó el juego y se empeñó en demostrar que, a veces, una persona es más importante que un equipo.
Polémico, charlatán, provocador o genio. Herrera acopió tantos calificativos como frases polémicas para el lapidario del fútbol. Quizá su personalidad díscola fue consecuencia de una infancia complicada que marcó su nómada estilo de vida. Nació en Buenos Aires en 1910, según su partida de nacimiento -en 1916, según defendió falsamente toda su vida-. Hijo de andaluces (padre de Estepona y madre de Gaucín), con 16 años emigró a Marruecos para buscar junto a sus padres una vida más fácil. Tuvo que renunciar a su deseo de triunfar en Boca Juniors, en cuyo equipo juvenil actuó de delantero centro. Casablanca no fue un destino de su gusto y en poco tiempo hizo las maletas para viajar a Europa, a París. Inició entonces su vida lejos de la familia y comenzó a formarse el mito.

Su primera experiencia como entrenador fue el Puteaux, desde el que dio el salto en 1945 al Stade Français, club en el que antes había triunfado como jugador. Fueron los primeros de los 15 equipos que dirigió. Tres años después cruzó la frontera rumbo a España, el destino de sus primeros éxitos. La afición del Atlético de Madrid le recibió recelosa y marchó directo al Valladolid a cumplir un año de destierro. Volvió y conquistó dos ligas consecutivas (1949 y 1950).

Sus primeros logros dieron coartada a su incontinencia verbal. Pasó fugazmente por el Málaga, el Deportivo y el Sevilla. La ambición le pudo y concluyó su etapa en el club hispalense envuelto en la polémica. Ramón de Carranza, presidente de la entidad por 1957, le denunció a la FIFA tras descubrir que había firmado en secreto por el Barcelona. Herrera fue suspendido cinco años y decidió marcharse a Portugal, al Os Belenenses, a la espera de que se calmase la situación. Finalmente, el perdón llegó después de que el Barça convenciera al Sevilla con una cantidad que osciló entre uno y cinco millones de pesetas, según las fuentes que se consulten.

El Barcelona es la consagración de sus habilidades como técnico. Lo convierte en un equipo ganador que lidera sobre el campo Luis Suárez, al que rodean otros futbolistas legendarios como Kocsis o Czibor.


Fue suspendido cinco años por firmar en secreto por el Barça cuando entrenaba al Sevilla

En 1961 volvió a cambiar de escudo. Aterrizó en el Inter de Milán junto a Luis Suárez. Juntos marcaron la etapa más brillante de la historia del equipo italiano. En ocho años logró tres ligas, dos Copas de Europa y dos Intercontinentales. Lo más importante de este periplo es la herencia que dejó para el fútbol. Su sistema de cuatro defensas y un líbero revolucionó el juego. Se le atribuyó la paternidad del catenaccio, táctica que ya usó Karl Rappan para convertir en un rival temible a la selección suiza durante los años 30.
Durante su estancia en el Inter compaginó su tarea con la de ayudante de Pablo Hernández Colorado en la selección española (de 1959 a 1962) y la de seleccionador de Italia (de 1960 hasta 1967).

De su éxito en la década de los 60 es de donde se extraen las claves de su catón futbolístico. Herrera se convirtió en un personaje obsesivamente detallista. Impuso a sus jugadores un régimen de entrenamiento rígido. Les obligó a largas concentraciones, controló sus costumbres alimenticias� “Mis jugadores son instruidos al detalle. No pueden equivocarse”, decía.
Su celo profesional se convirtió en un problema personal cuando en 1973 sufrió un infarto que le obligó a cerrar precipitadamente su etapa como técnico de la Roma. Su halo triunfador se apagó.
Sus últimas experiencias en el banquillo fueron una concesión a la nostalgia. Volvió al Inter (73-74), entrenó al Rimini (78-79) y finalizó su carrera en el Barcelona (79-81) con una Copa del Rey como epílogo. La salud le obligó a alejarse definitivamente del césped. Su corazón dejó de resistir en 1997, en Venecia.
Giacinto Facchetti, su jugador predilecto, quedó como el guardián de sus apuntes de fútbol cuando murió. En Italia aseguran que José Mourinho se interesó por ellos y llegó a contactar con la viuda de Herrera. Sin duda, el técnico portugués es el reflejo más fiel de aquel tipo cuya figura quedó encumbrada por los títulos y enturbiada por las palabras. HH puede que no fuese especial, que no fuese el mejor del mundo, pero en su empeño estuvo siempre el hacer todo lo posible por ser ambas cosas.

//youtu.be/VBqkHMgTA0A

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2° Entrega: BILL SHANKLY

[spoiler]2° Entrega: Shankly, el gran hacedor de la mística y grandeza de uno de los equipos mas grandes de Inglaterra y el mundo. Otro escoses, como Busby y Ferguson (ambos ManUnited), que puso en los primeros planos y le otorgó esa ambición que se transformó en mística para Liverpool, sembrando así las bases para que luego las apliquen los Paisley, Fagan y Dalglish, que estaban más cerca del Ajax de holanda (pase y posesión) que del fútbol inglés. Una idea de fútbol, una idea de vida.

Bill Shankly

Shankly, el primer impulsor del Liverpool

El hombre que creó la mística de Anfield Road

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[li]“Un equipo de fútbol es como un piano. Necesitas a ocho personas que lo muevan, y tres que puedan tocar el condenado instrumento”[/li][li]“Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y los suplentes del Liverpool”[/li][li]“El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego”[/li][li]“Si el Everton jugara en el jardín de mi casa, cerraría las cortinas”[/li][/ul]
Ángel Liceras 05/07/11 - [b]12:59.

[/b]En las escaleras que dirigen del vestuario al césped hay una placa que reza: “This is Anfield”. Los jugadores del Liverpool y sus rivales recuerdan así antes de un partido dónde están y qué afición les espera en la grada. Fue Bill Shankly (1913-1981) quien ordenó la colocación de aquel lema para que nadie olvidara que por encima de los futbolistas está la mística de un escenario sagrado del fútbol. El escudo del club por encima de los nombres que lo defienden. Fue Shankly quien convirtió el sentimiento red en una religión. 30 años después de su muerte, aún se le recuerda en el Reino Unido como el mejor manager de todos los tiempos.

A las afueras del Anfield Road se levantó la estatua de un hombre con rostro sonriente y los brazos abiertos en gesto de triunfo. A sus pies se puede leer: “The man who made the people happy”. La imagen inmortaliza a Bill Shankly, el técnico que rescató al Liverpool del olvido futbolístico y sembró las primeras semillas de uno de los equipos más importantes del mundo. El fútbol no era para él una cuestión de vida o muerte sino que llegaba más allá. Con esa pasión comenzó a cambiar el rumbo de la entidad desde su llegada en 1959.

Sus modos eran secos y contundentes. Pocas palabras y mucha intención. Su carácter rudo fue el eco de una infancia vivida en un ambiente hostil. Nació en Gleenbuck, una pequeña localidad escocesa al sur de Glasgow. Con 14 años abandonó los estudios y entró a trabajar en una mina de carbón. Allí comenzó su idilio con el fútbol, en partidos de recreo que terminaron por animarle a buscarse una vida más cómoda gracias al balón. Cinco de sus diez hermanos siguieron el mismo camino.

Shankly fue un medio volante diestro de buen toque y valiente. Jugó en equipos modestos y llegó a ser internacional con Escocia. Su carrera como jugador terminó cuando la II Segunda Mundial obligó a aparcar temporalmente las competiciones en el Reino Unido. Ya había tenido tiempo para demostrar sus dotes como gestor de grupos. Quienes le conocieron entonces adivinaron pronto que sería un fantástico entrenador.

La primera oportunidad como técnico le llegó en 1949, en el banquillo del Carlisle United, su último equipo como jugador. Luego dirigió al Grimsby Town (51-54) y el Huddersfield Town (56-59). Con ninguno de ellos consiguió quedar por encima del duodécimo puesto en la Second division. Sin embargo, su sentido común en la toma de decisiones, su discurso sentencioso y su apuesta por los nuevos talentos no dejó indiferente a nadie. Una tarde de noviembre de 1959 le abordaron dos hombres a la salida de un partido. Eran Tom Williams y Harry Latham, dueños y responsables del Liverpool. “¿Le gustaría entrenar al mejor equipo de Inglaterra?”, le preguntaron. Shankly contestó: “¿Por qué?”.

Los éxitos llegaron pronto ya que en su primer año consiguió devolver al equipo a la First Division (actual Premier League). Posteriormente conquistó tres ligas, dos FA Cup y una Copa de la UEFA. Las bases del gran Liverpool quedaron sentadas con un juego atractivo en el que el balón circulaba de pie en pie -passing game-. Los títulos otorgaron al discurso de Shankly cierto despotismo, sobre todo con el vecino: “Cuando no tengo nada que hacer miro debajo de la clasificación para ver como va el Everton”.

En 1974 dejó de entrenar. Fue el mayor error de su vida, tal y como reconoció después. En su adiós pensó que le mantendrían ligado a la entidad en algún puesto de honor. No fue así. Al contrario, los dueños del club ardían de celos por la admiración sin límites que le profesaba la afición.


Emlyn Hughes, Bill Shankly, J. B. Toshack, Kevin Keegan y Ray Clemence, almas de aquella plantilla del Liverpool

En su primer año de retiro durmió el gusanillo del fútbol dejándose ver asiduamente por los entrenamientos. En aquellos tiempos se realizaban con la puerta abierta a cualquiera. Pero su figura ensombrecía la del nuevo técnico, Bob Paisley. Éste le pidió que nunca más apareciese por allí. “Es mi equipo y tengo cosas nuevas que hacer”, le dijo.

El genio Shankly falleció el 29 de septiembre de 1981 por culpa de un corazón débil que pagó su antigua afición al tabaco. Su muerte conmocionó a toda la ciudad. Atrás dejó un legado futbolístico impresionante. Su huella física imborrable queda en esa estatua en bronce que Carlsberg, patrocinador del equipo, sufragó y levantó en su honor en 1997 para ganarse la simpatía de The Kop. Allí recoge con los brazos abiertos en cada día de partido el cariño de una hinchada que no le olvidará jamás.

//youtu.be/zFsr86TCH64

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3° Entrega: BOB PAISLEY

[spoiler]3° Entrega: Bob Paisley, el hombre que heredó el legado Shankley y pusó a Liverpool en el lugar mas alto de Europa y el mundo. DT que hasta ahora sigue teniendo el record de 3 copas de Europa y la mayor cantidad de títulos en el club: 20. Éste Liverpool si lo agarraba a Boquita, le rompía la cola con hemorroides y todo!

Bob Paisley

[b]El nombre olvidado del Liverpool glorioso

Paisley, el triunfo de la sensatez[/b]

[ul]
[li]“Si usted está en el área y no sabe qué hacer con el balón, póngalo dentro de la red y luego estudiamos las otras opciones”[/li][li]“Tenga en cuenta que yo estuve aquí en los malos tiempos también. Hubo un año que quedamos segundos”[/li][/ul]
Ángel Liceras 06/07/11 - 12:52.

Usaba zapatillas, se resguardaba del frío con una rebeca de lana y protegía su cabeza con una gorrilla desgastada cuando tenía que protegerse del sol. Su corpachón escondía los miedos de un tipo humilde. Bob Paisley no vestía como un héroe, pero su inteligencia mostró de él lo que su imagen disimulaba. Sólo su sentido común hizo posible que convirtiese en leyenda a un Liverpool que ya había cogido inercia hacia la gloria.

La herencia que le dejó Bill Shankly en 1974 se antojó demasiado peso para un manager novato. Había servido a los red como jugador, fisioterapeuta y entrenador. “Ni siquiera estoy seguro de que puedo hacerlo”, dijo. Pero aceptó el reto de gobernar deportivamente el club y en nueve años ganó 19 títulos, entre ellos, tres Copas de Europa que aún lo mantienen como el técnico más laureado del torneo. Intuyó que con paciencia y psicología podría sacar todavía más provecho de una quinta de futbolistas cuya sed de triunfo podía estar saciada.

Kevin Keegan, una de las estrellas del equipo, confesó pasados los años que le sorprendió la forma en que Paisley se ganó el respeto del vestuario. “Con sensatez y trabajo se quedó con nosotros y aceptó las tácticas heredadas de Shankly. Supo implantar sus propias ideas gradualmente”, comentó en una conversación con Robert Galvin publicada en el libro The Football Hall of Fame.

Respetó los sistemas de Bill Shankly pero sintió como un yugo su asistencia habitual a los entrenamientos. Le incomodó hasta tal punto que le pidió que no volviese a aparecer por Melwood ya que distraía a los chicos y mermaba su autoridad.
Para Bob Paisley era indispensable mantener la unión del grupo. Así se lo enseñó la vida. Nació en 1919, en el seno de una pequeña comunidad minera de Hetton le Hole, una aldea cercana a Sunderland. Trabajó desde jovencito en las minas de carbón junto a sus tres hermanos y su padre. Conoció en su adolescencia el oficio de albañil… pero fue el fútbol el que le ofreció la manera de sentirse más útil.

Su destreza como jugador no pasó inadvertida en el pueblo. Entre los 11 y los 14 años fue la gran sensación del Eppleton, el equipo de su escuela con el que conquistó 17 trofeos. Sus días como futbolista profesional parecían arrancar definitivamente cuando el Bishop Auckland se interesó por él. Destacó del tal forma que Sunderland y Liverpool se disputaron su fichaje. El 8 de mayo de 1939 se presentó en las oficinas de Anfield.

La II Guerra Mundial cortó su trayectoria. Tenía 22 años cuando en 1941 y se vio obligado por el deber patrio. Se unió al Regimiento 73 de la Artillería Real y sirvió como uno más en el Octavo Ejército de Montgomery, las conocidas ratas del desierto que batallaron por el norte de África. Entre sus hazañas bélicas figura su concurso en la liberación de Roma, en 1944, al mando de un tanque aliado.

Acabada la guerra se marchó a vivir al condado de Merseyside, a Liverpool, ciudad natal de la gran parte de sus compañeros del frente. Se casó y volvió a jugar para los red. Sirvió esos colores hasta 1983.
Bob Paisley falleció en 1996, con 77 años, tras una larga lucha contra la enfermedad del Alzheimer. Ray Clemence, portero del Liverpool en la final de la Copa de Europa de 1981, le dedicó este recuerdo en The Independent: “Lo veo todavía en la víspera de aquella final frente al Real Madrid, tranquilamente paseando por el vestíbulo del lujoso hotel de París en que estábamos alojados; en zapatillas de andar por casa sobre las espesas alfombras y un ejemplar del Daily Mirror asomándole del bolsillo”. Es la figura de un hombre común, pero nunca habrá otro como él. Lo dice Kenny Dalglish, la persona que ocupa ahora su puesto en el banquillo.

//youtu.be/zWe4YylX76o

//youtu.be/6pEHSmoeXsM

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4° Entrega: MIGUEL MUÑOZ

[spoiler]4° Entrega: Miguel Muñoz, el DT que tomó el Madrid, dijo NO a la rescisión de Di Stéfano a pesar de la renovación por sangre jóven. Siguió haciendo grande en juego y títulos al club mas laureado del siglo XX. Conserva el record de mayor cantidad de partidos en casi 14 años en el puesto. Casi 9 de las 31 las ligas del club, pertecen a éste señor.

Miguel Muñoz



El técnico que obró el milagro de Malta
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La flor del Real Madrid yeyé[/SIZE]

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[li]“El éxito es el resultado de aunar la disciplina a los grandes momentos”[/li][li]“Mi mejor cualidad en el campo era que tenía una gran claridad de ideas dentro del equipo. Pasaba bien la pelota y me situaba espléndidamente en el terreno de juego”[/li][li]“Tengo una gran flor en el trasero”[/li][/ul]
Ángel Liceras 07/07/11 - 11:26.

Santiago Bernabéu encargó a Miguel Muñoz que completara la regeneración de un equipo que ya lo había ganado todo. Le adjudicó la misión de jubilar a un grupo de futbolistas que convirtió al Real Madrid en el club más grande del siglo XX. La tarea guardaba un mal trago. Debía comunicar a Di Stéfano que sus años de blanco habían terminado. Se negó y presentó la dimisión. Se la rechazaron, el Madrid perdió la final de la Copa de Europa y la saeta rubia dejó la entidad al terminar la temporada.

Miguel Muñoz (1922-1990) comenzó a entrenar al Plus Ultra, filial del Real Madrid, tras retirarse como jugador en 1958. Al curso siguiente aceptó la dirección del primer equipo y lo concluyó conquistando la quinta Copa de Europa, la que mantuvo al club como el gran referente futbolístico del continente. Supo guiar el cambio generacional con templanza y sin traumas, y alargó durante casi 15 años como técnico la estela victoriosa que dejó su amigo Don Alfredo.

Su permanencia en el banquillo de Chamartín fue todo un logro personal. La impaciencia de Santiago Bernabéu con los entrenadores -10 en sus primeros 16 años como presidente- hizo pensar que el ciclo de Muñoz no sería muy largo. Es todavía el hombre que más partidos de Liga ha dirigido en el Madrid (601). Los títulos y su trabajo silencioso fueron el salvoconducto de su puesto. Cuando se sintió agraviado por el comentario de algún rival contestó siempre con su peculiar retranca e ironía, que es un estado de la inteligencia.

La revisión de su infancia nos lleva a Madrid, al Colegio Calasancio -mismo centro en el que estudió años más tarde Emilio Butragueño-. Allí se enamoró del fútbol y decidió que quería ser futbolista. Militó en el Pavón, el Girod, el Imperio, el Logroñes y el Racing de Santander antes de debutar en Primera con la camiseta del Celta de Vigo en 1946. Dos años más tarde fichó por el Real Madrid y ahí se volvió un personaje inolvidable durante un cuarto de siglo. Destacó por ser un centrocampista técnico y estiloso, el mismo sello que intentó imprimir a sus equipos.

Como legado imborrable dejó la paternidad del Real Madrid yeyé. Históricos como Pirri, Amancio, Sanchis, Zoco o Velázquez triunfaron a sus órdenes. Muñoz cosechó éxitos y éxitos hasta que cambió el signo de los resultados. El 15 de enero de 1974 dejó el cargo al sentirse el máximo responsable de una temporada que caminaba por un camino peligroso, con el equipo a cuatro puntos del colista. Mientras, el Barcelona crecía gracias a un futbolista holandés llamado Johan Cruyff.

//youtu.be/BQberQT9rmI

Mudó sus maneras tranquilas al Granada (1975-1976), en donde ha tenido durante 35 años el nefasto honor de ser el último entrenador que lo dirigió en Primera. Luego fichó por Las Palmas (1977-1979), al que llevó a una final de Copa que acabó cediendo al Barça.

Su último banquillo de club fue el del Sevilla (1979-1982). Allí fue expulsado por primera vez en su trayectoria por afear a un árbitro cierta conducta complaciente con algunos jugadores del Real Madrid. Comprobó entonces que no siempre se presta a todos los equipos los mismos ojos. Los malos resultados provocaron su despido. De allí se llevó multitud de amigos y mucho cariño por una ciudad en la que se sintió realmente a gusto.

La vida le tenía reservado todavía un gran reto. Fue elegido seleccionador tras el desastre de España en el Mundial de 1982 -ya lo fue fugazmente en 1969 a trío con Luis Molowny y Salvador Artigas-. Ante sí, de nuevo, la tarea de reformar un equipo.

//youtu.be/iE-DfsohEvE

España mejoró su juego de la mano de Muñoz. Con él se obró el milagro ante Malta el 21 de diciembre de 1983. “Fue el día más feliz de mi carrera deportiva. Y miren que los he tenido felices”, reconoció. Hizo a la selección subcampeona de Europa en 1984; alcanzó los cuartos de final en México '86… La flor en el trasero, metáfora de la suerte acuñada por él, le abandonó en la Eurocopa de 1988. Se acabó el fútbol.

Miguel Muñoz falleció en Madrid el 16 de julio de 1990. El parte médico razonó su muerte como consecuencia de una cirrosis hepática que se complicó inoportunamente. La estadística le recuerda como el primer español en ganar la Copa de Europa como jugador y entrenador. La memoria popular, como uno de los mejores entrenadores nacionales de la historia.


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5° Entrega: RINUS MICHELS

[spoiler]5° Entrega: Rinus Michels, de pie señores! No sólo el padre del fútbol total, sino el padre del fútbol moderno. No hace falta decir más nada, solo admirar lo que hizo.

Rinus Michels

El padre del fútbol total [b]

El general Rinus Michels[/b][b]

“El fútbol es la guerra”, así lo definió el entrenador holandés que fue elegido por la FIFA el mejor del siglo XX

[/b] Ángel Liceras 08/07/11 - 11:05.

    No hay mayor regalo para un futbolista que el encontrarse en manos de  un entrenador capaz de imponerle disciplina y, además, ofrecerle el  espacio de libertad necesario para mostrar sus habilidades. [b]Rinus Michels (1928-2005)[/b]  fue para sus jugadores un general, un tipo serio e intransigente. Pero  supo como nadie sacar todo el brillo que puede lucir un equipo. Su  nombre fue durante años la vanguardia del fútbol.

Michels fue un innovador, el primer técnico que alcanzó la excelencia, el primer custodio del fútbol total. Inventó la fórmula perfecta: bloque + imaginación = espectáculo. Johan Cruyff fue la estrella indiscutible de su particular universo futbolístico. Entre ambos hicieron al Ajax campeón de Europa y dominador de la Eredivisie a finales de los 60. Juntos discutieron en el Barcelona la supremacía del Real Madrid yeyé a principios de los 70.

Hay quien considera que Michels no hizo sino continuar a su manera la senda abierta en el Reino Unido por Alf Ramsey, Jock Stein, Matt Busby, Bill Shankly, Don Revie, Bill Nicholson, Ron Greenwood o Allison Malcolm. Más allá de las comparaciones, la realidad es que fue él quien aglutinó el reconocimiento generalizado de todo el mundo. A los ojos de la FIFA es el mejor entrenador del siglo XX.

El Michels jugador desarrolló íntegramente su carrera en Ámsterdam, primero en el Ajax (1945-1958) y luego en el modesto Ámsterdam Zandvoortmeeuwen (1959-1960). Después de su retirada siguió vinculado al fútbol labrándose en silencio una carrera como técnico. Accedió al banquillo ajaccied en 1965 y apenas tardó una temporada en ganar su primera liga. Después llegaron tres más y el broche de una Copa de Europa que convirtió en legendario a aquel equipo formado por Ruud Krol, Johan Neeskens, Gerrie Mühren, Johny Rep, Piet Keizer y el propio Cruyff, entre otros.

En 1971 fichó por el Barcelona con el encargo de hacerlo mejor que el triunfante Real Madrid de Miguel Muñoz. El título liguero no llegó hasta 1974, con Cruyff ya de azulgrana.

Para ese mismo año tenía reservada toda una lección que quedó para los anales del fútbol. La Holanda que acudió a la cita mundialista de Alemania desplegó el mejor juego que se recuerda en la historia del torneo. Aunque perdió la final con el anfitrión, conquistó el título honorífico de mejor equipo que nunca ganó un Mundial. Allí se acuñó el término de la Naranja Mecánica, concepto que simplifica el despliegue racionalizado de un equipo tan trabajador como generoso con el espectáculo. Defensa y ataque como una sola cosa.

//youtu.be/loXDG-crJbI

La gloria con Holanda le llegó en su tercera etapa como seleccionador, en 1988, cuando ganó la Eurocopa junto a una generación sensacional de futbolistas tales como Ronald Koeman, Frank Rijkaard, Ruud Gullit y Marco van Basten.

Aquel triunfo llenó el vacío de éxitos que padeció desde que dejó definitivamente el Barcelona en 1978. Su camino deambuló por la liga de Estados Unidos y la Bundesliga hasta que cogió las riendas de la selección holandesa por última vez entre 1990 y 1992. “Era un entrenador con una superioridad natural que era respetada por el equipo; un hombre de pocas palabras, aunque en su última época se volvió más humano”. Así definió Koeman a Rinus Michels cuando falleció en Aalst (Bélgica) por culpa de un problema cardíaco. Fue el 18 de febrero de 2005. Tenía 77 años cuando su corazón le cobró la última factura de su amor por el fútbol frenético.


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6° Entrega: TELE SANTANA

6° Entrega: Tele Santana, el hombre que después de aquellos fracasos con la selección de Brasil en el '82 y '86, a comienzos de los 90s junto a tipos como Donizetti, Cafú, Raí, Palinha, Müller, puso al San Pablo en la cima del mundo del fútbol.

Tele Santana

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Tele Santana, ‘fio de esperança’

El ‘jogo bonito’ como principio [/b]
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[li]“El fútbol es arte, es divertido, siempre atacando”[/li][li]“Si tengo que mandar a mi equipo a dar patadas al rival o a ganar con un gol robado, prefiero perder el partido”[/li][li]“No hago milagros, no soy un inventor. Sólo trabajo con dedicación y mucho respeto”[/li][li]“Hay quienes me llaman romántico, pero me dedico al fútbol y eso me satisface mucho”[/li][/ul]
Ángel Liceras 09/07/11 - 12:27.

A la selección brasileña le hubiese bastado un empate ante Italia para alcanzar las semifinales del Mundial de 1982. Habría sido el premio mínimo y merecido para un equipo compuesto por un centro del campo de fábula: Sócrates, Zico, Falcao y Eder. Hay entrenadores incapaces de renunciar a sus principios futbolísticos bajo ninguna circunstancia. Tele Santana lo fue entonces. Aquella brillante selección quedó eliminada 3-2 víctima de su propia valentía. Brasil fracasó, pero su jogo bonito perdurará siempre.

Santana nació en 1931 en Itabirito, al sureste del país. Se crió en un ambiente futbolero favorecido por la figura de su padre, entrenador y presidente del equipo local. Junto a él depuró sus facultades como delantero. Empezó a volar en solitario a los 20 años, en el Fluminense. Era un joven de aspecto frágil, pero ágil e inteligente. Abordaba con descaro defensas temibles. No se intimidaba ante nadie. Amaba los retos. En Brasil se le recuerda como un amante de las causas perdidas.

“Más importante que ganar una Copa del Mundo es presentar el mejor fútbol. Lo importante es el espectáculo”. Esta frase de Santana justifica la inesperada derrota mundialista del 82, bautizada como ‘la tragedia de Sarriá’. El orgullo por el juego que desplegó la selección hizo aún más amarga la desdicha de la torçida. Algunos hinchas desbocados intentaron quemar su casa. Optó por la distancia y se refugió en el dinero saudita del Al-Ahli, su única experiencia en el extranjero.

Para entonces parecían muy lejanos los éxitos conseguidos en los diferentes campeonatos estatales en los que había entrenado. Su carrera en los banquillos comenzó en su querido Fluminense en 1969. Logró títulos con el Flu, con el Atlético Mineiro (1970-1976) y el Gremio (1977-1979). Tras un paso baldío por el Palmeiras aceptó el cargo de seleccionador.

El peor error que se pudo achacar a Santana en 1982 fue el de intentar ser fiel a la tradición de una camiseta. Su honestidad futbolística fue el mejor crédito que encontró la CBF para ofrecerle la ocasión de la venganza mundialista. Nunca antes un seleccionador fracasado había tenido una segunda oportunidad. Se le consideró el último hilo de esperanza -fio de esperança- al que aferrarse para ganar el Mundial de México de 1986. El pasado y la responsabilidad resquebrajaron la filosofía de un escarmentado Santana. “Esta vez no cometeremos los mismos errores. Jugaremos a la defensiva”, anunció. Hubo demasiadas distorsiones internas y externas durante el clasificatorio sudamericano y el torneo. Brasil no pasó de cuartos.

Pese al doble fracaso conquistó el cariño de la fanática afición brasileña. La revista Placar quiso saber cuál era para sus lectores el mejor entrenador de la historia del país como motivo del partido número 1.000 de la selecçäo. El elegido fue Tele Santana.


Nunca antes un seleccionador brasileño había tenido una segunda oportunidad tras un fracaso mundialista

Con maestría hizo del Sao Paulo el mejor equipo del mundo a principios de los 90. Lo ganó todo en Sudamérica (un Brasileirao, dos Libertadores, dos Recopas, una Supercopa…) y extendió su dominio al resto del mundo al hacerse con la Copa Intercontinental durante dos años consecutivos y ante dos equipos de leyenda: el Barcelona de Johan Cruyff, en 1992; y el Milan de Fabio Capello, en 1993.

Un derrame cerebral en 1996 le obligó a dejar de entrenar para siempre. Fumador y diabético, debía atender su salud por encima de cualquier cosa. Aunque siguió ligado al fútbol como asesor del Palmeiras, el futuro sólo le deparó complicaciones. Tele Santana falleció el 21 de abril de 2006. Su cuerpo descansa abrazado por el afecto de millones de brasileños en el cementerio Parque de la Colina, en la capital del estado de Minas Gerais, en la ciudad de Belo Horizonte.

[IMG]http://estaticos02.marca.com/deporte/futbol/2011/entrenadores-epoca/ficha/telesantana-ficha.jpg[/IMG]

//youtu.be/nBQfN6I-BhA

//youtu.be/2KIQ2ALdCGc

7° Entrega: UDO LATTEK

7° Entrega: Udo Lattek, el DT más ganador de Alemania, destacado por ser 2 veces Tricampeón con Bayern Münich (con los futuros campeones del mundo Beckenabauer, Müller, Breitner, Maier, Hoeness, Kapellman) y Bicampeón con el Borussia Moenchengladbach, y el primer Alemán campeón de la Copa de Europa el para continuar la egemonía sajona de década y media (holandeses, alemanes e ingleses de 1970 a 1984) en el continente a nivel de clubes.

Udo Lattek

El técnico alemán más laureado de la historia[SIZE=2]

El profesor Udo Lattek[/SIZE]

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[li]“Siempre tocaba la tecla correcta”, reconoció Beckenbauer, el hombre que lo llevó al Bayern de Munich[/li][li]Fue el primer en señalar al ‘entorno’ como el principal responsable de los males del Barcelona en los 80[/li][li]Ganó las tres grandes competiciones europeas con tres equipos distintos[/li][/ul]
Ángel Liceras 10/07/11 - 18:58.

Udo Lattek fue uno de los miembros del cuerpo técnico de la selección alemana que acudió al Mundial de 1966. Se había echo un hueco al lado de Helmut Schoen gracias a su labor en las categorías juveniles de la federación. Allí coincidió con Franz Beckenbauer, que cuatro años más tarde le lanzó un mensaje en privado: “Tengo el encargo de preguntarte su quieres entrenar al Bayern de Munich”. Lattek dijo que sí. Fue el comienzo de la carrera del entrenador alemán más laureado de todos los tiempos.

Entre 1970 y 1975 hizo del Bayern el mejor equipo de Europa, pese a su relativa inexperiencia en los banquillos. Jugó con la ventaja de tener bajo sus órdenes a una excelente quinta de futbolistas. Estrellas como Beckenbauer, Müller y Maier vieron como Hoeness y Breitner llegaban para reforzar la plantilla. La gran responsabilidad de Lattek fue mantener orden y concierto entre tanto talento.

Su magisterio fue clave. Era un gran motivador de vestuarios. Sabía aplicar las órdenes con la didáctica adecuada. “Fue para nosotros algo más que un golpe de suerte. Él sabía perfectamente lo que necesitábamos. Siempre tocaba la tecla correcta”, reconoció Beckenbauer con los años.

Udo Lattek (Bosemb, Prusia del Este -actual Polonia-, 1935) sabía perfectamente lo que pensaba un futbolista porque lo había sido, porque había practicado deporte desde muy joven. “Corría más rápido que la pelota”, dijo en una entrevista cuando le preguntaron por su época de atleta. Corría los 100 metros en menos de 11 segundos. Sus aptitudes en el tartán le sirvieron para convertirse en un delantero rápido con un excelente remate de cabeza. Jugó en el Marienheide, el Bayer Leverkusen, el Wipperfürth y el Osnabrück, donde se retiró al cumplir los 30 años. Parte del dinero que ganaba con el fútbol lo dedicaba a pagarse el título de profesor.

Seis trofeos en cinco años como técnico del Bayern de Munich no le bastaron para salvar el puesto en la sequía de 1975. Atendió con gusto la llamada del Borussia Mönchenladbach (1975-1979), donde continuó su exitosa carrera con dos nuevas Bundesligas y una Copa de la UEFA antes de marcharse al Borussia Dortmund.

En junio de 1981 firmó con el Barcelona. Dedicó el verano a mejorar su español y se presentó ante la plantilla como un compañero más que como un jefe. “Llegó hablando un castellano perfecto. Al principio dejó una gran impresión”, explicó Bernd Schuster, estrella del Barça en ese momento. Todo parecía ir bien aquella temporada. El equipo se mostró como un líder sólido hasta que faltaron seis jornadas. Cedió la Liga a la Real Sociedad y se tuvo que conformar con el premio de la Recopa.


“Llegó hablando un español perfecto. Al principio dejó una gran impresión”, recuerda Schuster de su llegada al Barça

La llegada de Maradona en 1982 debía ser el inicio de una época prometedora del Barcelona. Las circunstancias mejoraron poco y Lattek fue despedido antes de acabar el campeonato. Nunca dedicó un reproche concreto pese a que su estancia en el club no fue tan plácida como se podía pensar en un principio. Fue el primer técnico en hablar del famoso entorno azulgrana, esa peligrosa pócima de política, poder, vanidades y envidia que enturbió la entidad durante buena parte de su historia. “Aquí no se compite con el Real Madrid sino que se está en guerra con el Real Madrid”, señaló tiempo después.

Volvió a casa. Escribió el final de su trayectoria con letras mayúsculas devolviendo al Bayer de Munich el dominio de la liga alemana. En 1987 hizo firme su decisión de dejar los banquillos. Vivía el fútbol con pasión y le resultó imposible mantenerse completamente apartado de ellos. Aceptó el encargo momentáneo de dirigir al Colonia (1991), el Schalke 04 (1992) y el Borussia Dortmund (2000), al que salvó del descenso en tan solo cinco partidos.

“Creo que lo que le ha distinguido como entrenador es, sobre todo, la gran confianza que le tenía los jugadores, una confianza muy grande”, explica Karl-Heinz Rummenigge, quien fuera su pupilo. La credibilidad de Udo Lattek le avaló como colaborador en diferentes medios de comunicación. Se convirtió en un afamado comentarista televisivo durante 16 años.

En 2010, un derrame cerebral le obligó a reservarse en casa más de lo deseado. Se despidió definitivamente de los espectadores el pasado mes de mayo. Ahora lleva una plácida vida de jubilado en Colonia, aunque sigue domando el gusanillo del fútbol con algunas colaboraciones en la prensa escrita. Aún hoy es uno de los dos únicos técnicos capaz de ganar las tres grandes competiciones europeas con tres equipos distintos.

//youtu.be/sf9eaos5ZxQ

8° Entrega: CÉSAR LUIS MENOTTI

8° Entrega: Menotti. Un DT que ha creado adeptos y desertores a su ideolgía. Pero si hay que reconocer que fue piedra fundamental en la reestructuración del fútbol argentino, sobre todo a nivel Selección Nacional. Hoy, en el fútbol contemporáneo, aunque su filosofía ya no pueda llevarse a cabo como en aquellos años, partes de la misma sí pueden ser tomadas y hasta verse reflejadas en varios de los equipos del mundo en la actualidad, como así también de otras corrientes fútbolisticas. Ya que hoy, la exigencia y competitividad es tan alta que exige siempre superarse y evolucionar, no quedarse en algo que ya fue superado, sino, a eso, ir incorporándole o mejorandole cosas para estar mas acorde a la realidad del fútbol actual.

César Luis Menotti



Menotti y el nuevo destino argentino

El fútbol, según los poetas

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[li]“Se puede dejar de correr, o dejar de entrar en juego durante largos minutos; lo único que no se puede dejar de hacer es de pensar”[/li][li]“Yo me siento torero, no banderillero”[/li][li]“El fútbol es tan generoso que evitó que Bilardo se dedicara a la medicina”[/li][/ul]
Ángel Liceras 11/07/11 - 11:28.

Hay quien considera que César Luis Menotti creó el fútbol de izquierdas como si el balón fuera sensible a las ideologías. Su figura aisla cualquier creencia política porque esencialmente es la de un filósofo, la de un defensor del juego de ataque, la de un amante del espectáculo. “El gol debe ser un pase a la red”, dijo. El Flaco es el entrenador argentino cuyas ideas futbolísticas más han trascendido, el hombre que llevó a la albiceleste a la conquista de su primer Mundial.

“Nací en una cancha de fútbol”, ha explicado Menotti en alguna entrevista. Lo hizo en Rosario, en 1938, en la casa de sus abuelos. Pasó gran parte de su infancia en el barrio de Fisherton. Con 18 años se aventuró a jugar al fútbol sin descuidar sus intereses intelectuales. Se sacó el graduado en Ciencias Químicas mientras inició su carrera como jugador en Rosario Central. Jugó después en Racing, en Boca Juniors, un año en The Generals de Nueva York, junto a Pelé en el Santos, y en 1970 se retiró en el Juventus brasileño.

Aquel delantero con capacidad para actuar como centrocampista necesitaba el fútbol para expresarse. Pronto se aventuró a dirigir equipos, con esa estampa de tipo delgado que en casi todas las fotografías aparece fumando con gusto. Dirigió a trece equipos distintos, pero sus conquistas se produjeron en tres: Huracán, la selección argentina y el Barcelona.

Tras debutar en un banquillo como segundo entrenador en Newell’s Old Boys, recibe en 1972 la visita personal del presidente de Huracán, que confía en el criterio y el verbo de Menotti a pesar de su inexperiencia. Conquistó el campeonato Metropolitano de la mano de un plantel excelente de jugadores tales como Brindisi, Babington, Basile, Housemann o Larrosa.

Todos los equipos de Menotti tuvieron la premisa clara de que al fútbol se juega pensando. Siempre. Él mismo resumió su ideario así: “Un entrenador genera una idea, luego tiene que convencer de que esa idea es la que lo va a acompañar a buscar la eficacia, después tiene que encontrar en el jugador el compromiso de que cuando venga la adversidad no traicionemos la idea”.

La valentía de sus propuestas convenció a la AFA para encargarle la dirección de la selección en 1974, con apenas dos años de antigüedad en el gremio. Con su labor revolucionó las estructuras del fútbol argentino e hizo de la albiceleste un equipo estético y luchador. El gran éxito de su vida fue la conquista del Mundial de 1978, título disputado en casa en lo que fue una operación de imagen del régimen dictatorial de Jorge Videla. Argentina fue campeona del mundo por primera vez en su historia. Menotti cumplió con su parte, pero con el tiempo se sintió utilizado. “Fui usado. Lo del poder que se aprovecha del deporte es viejo como la humanidad. Nadie podía imaginarse que en esas horas se tiraban a los cadáveres al océano”, explicó en una entrevista publicada en el diario Corriere Della Sera el 18 de junio de 2008.

La victoria mundialista no fue fácil en todos los órdenes. La prensa local no entendió antes del torneo que un joven llamado Maradona no estuviese convocado y Kempes sí. Los resultados dieron la razón al seleccionador. Kempes fue la estrella del campeonato y el máximo goleador con seis tantos, dos ellos en la final con Holanda. Maradona obtuvo el tiempo que necesitaba para confirmarse al año siguiente como la gran promesa argentina durante la conquista del Mundial Sub '20, también a las órdenes de Menotti.


Menotti llegó al Barça en 1983 por mediación de Maradona

El Flaco fichó por el Barcelona en marzo de 1983 para suplir al destituido Udo Lattek. El club atendió los consejos de su jugador franquicia, un Maradona que necesitaba de un técnico que le dejara hacer tanto dentro como fuera del campo. El Barça ganó la Copa y la Supercopa -entonces Copa de la Liga-. Al curso siguiente hubo vacío de títulos y los dos argentinos abandonaron el club. El jugador se marchó a Nápoles. El técnico se tomó dos años de excedencia lejos de los terrenos de juego.

Es también por esas fechas cuando nace su rivalidad con Carlos Salvador Bilardo. El nuevo seleccionador de Argentina acude a Barcelona a entrevistarse con el hombre que la había hecho campeona. Le pide su consejo, pero “Es una risa, viene, me vuelve loco a preguntas, le fundamento lo que le conviene, va allá y hace todo al revés. No algo, todo”, comentó Menotti indignado a la prensa de su país. Así comenzó una guerra entre dos formas de entender el juego. La habilidad y el refinamiento de los poetas como Menotti frente a la táctica y el estudio de los filósofos como Bilardo.

Menotti se volvió nómada. Huyó de los contratos largos y acumuló etapas en una decena de equipos diferentes hasta que se retiró en 2010. Aunque fuera del día tras día del fútbol sigue siendo una de sus voces más autorizadas, el socorro perfecto para cualquier análisis. En marzo de este año sufrió una afección pulmonar que casi le cuesta la vida. Pese a todo, sigue impartiendo cátedra en su columna mensual en GMS, una filial de la agencia mundial de noticias DPA.

//youtu.be/51G9HyPTFGY

interesante entrevista a Redondo, hasta hacen referencia River,je.

//youtu.be/1I_5Ac9CVgI

9° Entrega: ALEX FERGUSON

9° Entrega: Alex Ferguson. DT de caracter fuerte, motivador, inteligente, ganador y de pocas pulgas (también llorón), considerado desde 2010 como el mejor de la historia, Ferguson es además el más laureado y con más años en su cargo (desde 1986 hasta la fecha), trayendo a un grande de Inglaterra, Europa y el mundo como el Manchester United a los primeros planos nuevamente hace ya 2 décadas, además de la aparición y consagración de grandes jugadores destacados en su gestión.

Alex Ferguson

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Sir Alex Ferguson y su hegemonía en el fútbol mundial[/b] [SIZE=2]

Entrenador de entrenadores
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[li]“Para ganar un partido lo más fácil sigue siendo tener el balón”[/li][li]“No hay que dejar pasar demasiado tiempo sin fichar. Esto crea un exceso de comodidad”[/li][li]“El fútbol es cada vez más un ajedrez y en el ajedrez, si pierdes un segundo la concentración, estás muerto”[/li][/ul]
Javier Estepa 12/07/11 - 11:18.

Sir Alex Ferguson es toda una institución en el mundo del fútbol. Su palmarés es envidiable. Su figura como entrenador no es respetada, sino idolatrada. Ferguson lo ha ganado todo con el Manchester United y ha hecho del club inglés uno de los equipos referentes del panorama mundial.

El camino para llegar al sitio donde se encuentra ahora mismo no fue fácil. Después de una etapa como jugador más que discreta, Sir Alex Ferguson decidió probar fortuna sentado en un banquillo. Desde finales de la década de los 70 dirigió al St. Mirren (tres temporadas) y al Aberdeen (seis temporadas).

Su trayectoria fue más que destacada (llegó a arrebatar la Recopa del 83 al Real Madrid de los Di Stéfano, Santillana y Juanito) dio el salto a un Manchester United que ni por asomo era lo que es ahora. Nada más llegar al equipo de los red devils dio la razón a las personas que le llamaban Furious Fergie e impuso a todos los jugadores una estricta disciplina que todos sin excepción debieron cumplir.

Uno de sus escándalos más sonados ocurrió en 2003. A Ferguson no le gustaba cómo estaba jugando su equipo en un partido. En el descanso, pegó una patada a una bota y fue a parar a la ceja de David Beckham. El ‘7’ del United reconoció en su autobiografía oficial que llegó a perder los nervios y se lanzó a por el técnico. Se especuló durante mucho tiempo si la reacción de Ferguson fue fortuíta y realmente fue a hacer daño a Beckham.

Desde los primeros años de la década de los 90 comenzó a llenar las vitrinas del Manchester United con títulos de todos los colores: 12 Premier League, cinco FA Cup, dos Ligas de Campeones, una UEFA, una Intercontinental, un Mundial de Clubes y así hasta un largo etcétera.

Creó y dirigió la fantástica hornada de los Fergie Babes (se llamó así para hacer un guiño a los Busby Babes), formado por Nicky Butt, Paul Scholes, Ryan Giggs, Gary y Phil Neville y David Beckham. Con ellos llenó de alegría la grada de Old Traford al conquistar multitud de éxitos.

Su excelente labor en los banquillos ha provocado que recibiera, entre otras distinciones, dos Balones de Oro al mejor entrenador (1999 y 2007) y dos galardones al mejor técnico del año otorgado por la UEFA (2007 y 2008). Además, en la Premier League ha sido considerado ‘Entrenador de la década’ en multitud de ocasiones.

Todo esto ha hecho que Ferguson, que fue nombrado en 1984 como Caballero de la Orden del Imperio Británico y desde entonces lleva solapado el distintivo de Sir, sea considerado el entrenador de los entrenadores.

Sir Alex, el hombre que cambió la historia del Manchester United

Gracias a él, el ManU pasó de ser un equipo que vivía de los recuerdos a ser uno de los más importantes y conocidos del mundoHasta su llegada, el United era un equipo que aún vivía de su única época dorada, la de finales de los 50 hasta mediados de los 60, cuando consiguió su primera y hasta entonces única Copa de Europa, y del mal recuerdo del accidente aéreo de Múnich, donde perdió a una generación de futbolistas llamados a hacer historia. A parte de la ‘Orejona’, el palmarés del Manchester se reducía a siete ligas, seis copas y nueve supercopas inglesas. Era un club importante, pero venido a menos. La sombra del Liverpool en Inglaterra era alargada y ni que decir tiene que en Europa no pintaba casi nada.

Con Ferguson todo eso cambió. El equipo comenzó a conquistar una liga tras otra, a ser la referencia del país, a ser un candidato a cualquier título nacional e internacional y a convertirse en el club más rico y conocido del mundo. Hubo que tener paciencia con él, porque los éxitos tardaron en llegar. Antes de entrenar tuvo que hacer un lavado de cara a la institución. Fueron cuatro años en los que tuvo que reestructurar el club y retocar mucho una plantilla acomodada y deprimida hasta dar con la tecla.

Durante este primer periodo el equipo fue como una montaña rusa, con buenos y malos momentos, pero el público estaba cansado de esperar y el despido del escocés era inminente -‘tres años de excusas y esto es todavía una basura’, rezaban a veces pancartas en Old Trafford-. Pero esa tecla que estaba buscando Sir Alex se activó en el último instante. Una inesperada victoria en la FA Cup ante el Nottingham Forest pasó de ser su epitafio a ser el pistoletazo de salida. El equipo pasó de ronda y acabó ganando la copa de 1990.

Tras ese primer título, al año siguiente llegaron la Recopa -lograda ante el Barcelona- y la Supercopa de Europa, segundo y tercer títulos internacionales de la historia del club. Pero se seguía resistiendo la liga, algo que llegó en el 93 tras una nueva temporada intermedia de desilusión. La llegada de Cantona fue clave. Ferguson encontró al líder que no había tenido hasta ahora. Con jugadores como Giggs y Hughes, el francés era la única pieza que le faltaba para volver a hacer al Manchester un gran equipo. Dos años depués se unirían al francés los ‘Fergie Babes’ -Phil y Gary Neville, David Beckham, Paul Scholes y Nicky Butt- que completarían una plantilla ganadora.

Ahí se inició el United que todos conocemos y que en este periodo ha conquistado más títulos que en el resto de su historia. 12 ligas de las últimas 19 -que le han situado con 19 títulos en el rey absoluto de Inglaterra-, cuatro copas, cuatro copas de la liga, ocho supercopas inglesas y, sobre todo, dos Ligas de Campeones, una Intercontinental y un Mundial de Clubes entre 1993 y 2011. En total, 36 títulos de los 59 que tiene el club. Y en toda esa amalgama de trofeos, un año histórico que le valió el reconocimiento de Sir en el Reino Unido, 1999, en el que el equipo logró el Triplete, siendo el tercer equipo en la historia en conseguirlo.

Por sus títulos, pero sobre todo por su capacidad para transformar un club y aguantar tanto al frente, Ferguson es uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol. Año tras año ha ido acrecentado su figura, a veces engreídamente ensalzada que le ha llevado a dar patinazos, pero con una gran capacidad para reinventarse y sacar el máximo provecho de lo que tiene, hacer grandes fichajes y explotar la cantera.

También triunfó en el Aberdeen
La devoción por Ferguson no se limita sólo al United. Es un sentimiento compartido con el Aberdeen, al que le deben mucho, puesto que con él vivieron la etapa más gloriosa de su historia. Fue su tercer equipo -tras el East Stirlingshire y el St. Mirren- antes de aterrizar en Old Trafford y al que llevó a la conquista de tres ligas escocesas -hasta entonces tenían una-, cuatro copas, una Copa de la Liga y, sobre todo, sus dos únicos títulos internacionales, la Recopa -ganada al Real Madrid- y la Supercopa de Europa de 1983. Desde entonces, el Aberdeen sólo ha conquistado dos Copas de la Liga y una Copa escocesa.

//youtu.be/XNjtN5gQl1M

10° Entrega: ARRIGO SACCHI

10° Entrega: Arrigo Sacchi. DT del equipo que le dió otra cara al castigado fútbol italiano catalogado desde hace décadas con el famoso “catenaccio”. Supo amalgamar un estilo de presión, marca zonal y ocupar espacios de manera uniforma a la hora de atacar, de la mano de refuerzos locales de categoría (Baressi, Ancelotti, Donadoni, etc), jóvenes del club (Maldini, Costacurta) y el trío holandés que le puso la calidad y efectividad como frutilla del postre (Rijkaard, Gullit y Van Basten).

Arrigo Sacchi

ARRIGO SACCHI Y SU MANERA DE ENTENDER EL FÚTBOL ITALIANO

Un técnico destinado a ser campeón

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[li]“Cuando llegué era el señor ‘Don nadie’ porque venía de Segunda”[/li][li]“En el Milan teníamos buenos jugadores, pero lo importante era que teníamos un equipo”[/li][li]“Con el Milan jugamos dos veces el trofeo Bernabéu y Butragueño nos dijo que no nos invitarían más. Siempre les ganamos”[/li][/ul]
Javier Estepa 13/07/11 - 11:32.

  Arrigo Sacchi lo tenía claro desde muy temprana edad. [b]"Sabía que iba a convertirme en un campeón"[/b].  Este italiano nacido en Fusignano no tuvo nada de suerte como jugador  (nunca llegó a ser profesional) pero alcanzó el éxito sentado en un  banquillo. Fue como un obrero del fútbol: del último escalón hasta  llegar al Olimpo de los entrenadores.

Arrancó su periplo como técnico en el Rimini Calcio, en la temporada 1982/83 y sólo necesitó tres campañas en la Serie C1/A y dos en un Parma en horas bajas para dar el salto a uno de los equipos más laureados y respetados (ver "El Milan de Sacchi) del fútbol italiano. El Milan se hizo con los servicios de Arrigo Sacchi en 1987… y fue cuando comenzó a engordar su palmarés: un Scudetto, una Supercopa de Italia, dos Ligas de Campeones, dos Intercontinentales y dos Supercopas de Europa fueron directas a las vitrinas del conjunto ‘rossonero’ cuando Sacchi llevaba el mando.

La popularidad de Arrigo subió como la espuma en el Milan y eso le abrió las puertas de la selección italiana. En los primeros años de la década de los 90 recibió una oferta para dirigir a la ‘azzurra’. Su objetivo era claro: había que devolver al combinado nacional a la élite del fútbol mundial. Dicho y hecho. Italia se presentó en el Mundial de Estados Unidos como una de las favoritas. Sacchi metió a Italia en la final del campeonato con un gran Roberto Baggio. Después de eliminar a España en cuartos y a Bulgaria en semifinales, la ‘azzurra’ no pudo con la todopoderosa Brasil.

Su pesadilla en España
Aún así el resultado fue todo un éxito y Arrigo Sacchi siguió al frente de la selección italiana dos años más. En 1997 regresó al Milan para posteriormente dar el salto al fútbol español. Fue un gran reto para Sacchi… que acabó convirtiéndose en pesadilla. El técnico llegó al Atlético de Madrid como una gran apuesta deportiva. Tuvo plenos poderes para fichar a los jugadores que deseara pero acabó marchándose antes de que finalizara la temporada tras una desastrosa racha de resultados.

En 2004 no desistió en su empeño de triunfar en España y fue nombrado por el Real Madrid director deportivo. Florentino Pérez puso su confianza en él pero un año más tarde acabó su periplo en el club blanco sin haber alcanzado las premisas que le fueron impuestas. España fue una auténtica pesadilla para Arrigo Sacchi.

Creador de un fútbol distinto
Pese a este duro golpe en su carrera, el entrenador italiano siempre será recordado por ser el creador de una nueva forma de entender el fútbol en Italia. Sacchi hizo del Milan un equipo imbatible y con un esquema basado principalmente en la presión en el centro del campo. Baresi fue su extensión dentro del terreno de juego. Sacchi ordenaba y Baressi ejecutaba.

Los éxitos no tardaron en llegar y consiguió por méritos propios entrar en el Olimpo de entrenadores del fútbol italiano. Desde el último escalón hasta lo más alto. Y Arrigo Sacchi siempre lo tuvo claro: “Sabía que iba a convertirme en un campeón”.

El Milan de Sacchi

Italia siempre ha vivido acompañada del término ‘catenaccio’. Su fútbol ha estado a la sombra de las reticencias ofensivas y la acumulación de defensas por detrás del balón. A lo largo de los años se ha acusado de ese afán resultadista a todos los equipos italianos, pero como en cualquier generalización, existen ciertas excepciones. El Milan de finales de los 80 y comienzos de los 90 es una de ellas. Un equipo cuya habilidad defensiva fue empleada para desplegar un torrente de recursos en ataque que le permitió elevarse hasta la categoría de leyenda. Pero no una cualquiera, sino una que quizá le sitúe entre los cinco equipos más grandes de todos los tiempos.

Más allá de los títulos obtenidos o los jugadores en nómina que se sucedieron por el conjunto ‘rossonero’, en el reciente recuerdo permanece un fútbol de alta escuela, con conceptos pioneros que dieron una vuelta de tuerca más a este deporte, y una filosofía de juego compleja a la par que atractiva. Su defensa en zona, la presión adelantada la ocupación de los espacios en ataque marcaron la seña de identidad en un equipo surgido del cerebro de un genio de los banquillos: Arrigo Sacchi.

Algo antes de su llegada, un tal Silvio Berlusconi aterrizaba en Milanelo para recuperar a un equipo azotado por los escándalos y los fracasos deportivos. Dispuesto a colocar al Milan entre los más grandes, Berlusconi realizó el esfuerzo económico necesario para reflotar al gigante italiano. Sin embargo, faltaba un talento en el banquillo que supiera encajar todas las piezas y liderara con personalidad un proyecto ambicioso. Esa punta del iceberg llegó en un partido de Copa donde, un recién ascendido Parma protagonizaba el primer revés de la ‘era Berlusconi’. Al finalizar el encuentro, el mandatario ‘rossonero’ preguntó a un ayudante: “¿Cómo se llama el entrenador del Parma?" “Arrigo Sacchi”- repuso-. "¿Arrigo qué?”. Jamás se le volvería a olvidar ese nombre. Ahí arrancaba el mejor Milan de la historia.

Un equipo al que llegaron Galli de la Fiorentina, Donadoni de la Cremonese, Colombo del Avellino, Ancelotti de la Roma, Virdis de la Juve o Evani de la Sampdoria. Pero hubo tres incorporaciones que marcaron, por encima del resto, el destino de este Milan. Un trío de holandeses que pusieron la nota exótica y distintiva. El factor diferencial que distingue a los buenos equipos de los eternos. Ruud Gullit, del PSV, Frank Rijkaard y Marco Van Basten, del Ajax, completaron un equipo de ensueño en el que la gente de la casa como Baresi o los jóvenes Maldini, Costacurta y Tassoti añadieron el sentimiento, el orden y el compromiso.

El salto de calidad holandés

El resultado fue un colectivo magistralmente coordinado, con un Baresi imperial en la retaguardia que ordenaba el ‘pressing’ a la voz de ¡¡Milán!!, un tridente en el mediocampo donde Rijkaard ponía la cordura táctica aderezada de elegancia, y una conexión arriba en la que el despliegue físico y la amplitud de recursos de Gullit acompañaban al mayor genio de los once, Marco Van Basten. El genial delantero tulipán era un virtuoso del remate. Pocos puntas en la historia han gozado de tantas alternativas para acabar las jugadas. Muy pocos.

En el primer año con Sacchi al frente, ese Milan alzó el ‘Scudetto’ y la Supercopa de Italia. En el torneo doméstico, con Van Basten lesionado durante gran parte del curso, consigue mantenerse al ritmo del Nápoles de Maradona hasta las últimas jornadas. A falta de tres, y con delantero referencia ya recuperado, supera por fin en la clasificación al equipo del ‘Pelusa’ ganándole en su propia casa por 2-3, con un doblete Virdis y otro tanto de Van Basten.

La gesta despierta el optimismo ‘rossonero’ de cara al gran reto que espera la próxima temporada: la Copa de Europa. El objetivo es ambicioso y merece plena dedicación. Los jugadores pasan ocho horas en Milanelo y se entrenan en doble sesión, cuatro horas de balón y físico y cuatro horas de entrenamiento táctico. Se despiertan pensando en fútbol, se acuestan pensando en fútbol, comen con el fútbol en la cabeza. Bueno, esto último no. Al menos no para Van Basten. Así lo contó Santiago Segurola hace tiempo en uno de sus artículos: “La obsesión de Sacchi le ocupaba todos los minutos del día. Un día se acercó a Van Basten mientras el jugador almorzaba. Quería precisar un detalle del juego, un problema menor que a Sacchi le parecía inaplazable. Van Basten no aguantó más. Se giró y miró a Sacchi. “Mientras como, no”, contestó”.

Preparado para lidiar con las grandes potencias europeas, el Milan sufrió en los inicios ante un gran Estrella Roja y un correoso Werder Bremen. A partir de ahí, llegó la exhibición. Vapuleó en un partido histórico al Madrid de la ‘Quinta del Buitre’ con una manita grabada a fuego en el corazón de los merengues y, en la final, se paseó ante el Steaua de Bucarest de Lacatus y Hagi (4-0) con sendos ‘dobletes’ de Gullit y Van Basten. Muy pocas veces se vio ganar a un equipo máxima competición continental con la suficiencia que lo hizo el de Sacchi.

En ese momento dulce, competiciones como la Supercopa de Europa (ante el Barcelona) o la Copa Intercontinental (frente al Atlético de Nacional colombiano) aumentan el palmarés y prolongan el misticismo de un conjunto que enamora allá por donde pasa. Curiosamente, la mayor competencia la encuentra en la Serie A, donde el Inter y el Nápoles consiguen romper momentáneamente su hegemonía

//youtu.be/pLMlakAi4sg

Y lo consiguen, entre otras razones, por la prioridad que desde el club se da a la competición europea. Como vigente campeón, el Milan vuelve a saborear la gloria en el torneo más importante. De nuevo los ‘rossonero’ caminan con paso firme por los grandes estadios del resto del continente y el Madrid de la ‘Quinta del Buitre’, nuevamente, o el siempre difícil Bayern de Múnich, se echan a un lado en el trayecto hacia un nuevo título. En Viena, ante el Benfica de Eriksson, un solitario tanto de Rijkaard es suficiente para que el Milan logre su segunda Copa de Europa consecutiva.

Vuelven a caer la Supercopa de Europa (ante la Sampdoria) y la Intercontinental (ante el Olimpia de Paraguay) pero la ‘era Sacchi’ toca a su fin. Hay quien dice que esa etapa finalizó el día en el que los focos del Velodrome se apagaron. El Milan iba camino de su tercera Champions pero el Marsella se interpuso en su inmaculada trayectoria. Tras el 1-1 en Italia, el equipo de Sacchi caía por 1-0 cuando parte del terreno de juego se quedó a oscuras. Se detuvo el choque y el Milan, en señal de protesta, decidió no saltar al campo. La eliminatoria se le dio por perdida y las críticas no se hicieron esperar.

//youtu.be/-gld2A0ljZY

Saccchi hizo las maletas rumbo al combinado nacional y Capello heredó un equipo perfectamente estructurado y con el gen de campeón. Pero ya no fue lo mismo. Los títulos cayeron por su propio peso, pero con otros jugadores y un estilo nuevo. Fue la inercia ganadora, pero sin el sello Sacchi.

11° Entrega: FABIO CAPELLO

11° Entrega: Fabio Capello. Como bien dice, un DT obsesivo por la victoria. Trabajador, severo, de caracter y personalidad fuerte que lo ha llevado no solo al éxito sino a tener controversias, inclusive con algunos de sus dirigidos o superiores, llevándolo a renuncias o despidos antes de cumplir sus contratos. Aún así, a partir de dicha disciplina y adaptación a los recursos de sus planteles, logró exprimir aquello que necesitaba para lograr el objetivo básico y primordial: la victoria.

Fabio Capello

El general Fabio Capello
La victoria como obsesión

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[li]En 1991 tomó las riendas de un Milan legendario alargando su estela campeona con un ciclo victorioso[/li][li]Vivió dos controvertidas etapas como técnico del Real Madrid[/li][li]La selección inglesa es la última estación de su exitosa carrera[/li][/ul]
Hay entrenadores que esculpieron su ideario futbolístico guiados por la sencillez. Es el caso de Fabio Capello, para quien el ruido que circunda el fútbol es una interferencia incómoda e innecesaria. El objetivo de un juego es ganarlo. No hay otra regla ni mayor satisfacción. “El fútbol es un deporte simple en el que a algunos les gusta hablar. A mí me encanta ganar”, resume. Su palmarés le ha dado la razón.

Su empeño en la victoria le ha otorgado fama de tipo severo. No admite condiciones. Sólo trabajo. Jugadores que han estado a sus órdenes, como en el caso de Gianluigi Buffon, le han definido como un técnico totalitario. Para otros, como David Beckham, es el mejor que han tenido. Con palabras y hechos ha demostrado que tiene ideas claras, con sus virtudes y defectos.

La carrera de Capello ha estado impregnada de éxito en sus etapas de futbolista y entrenador. Nació en San Canzian d’Isonzo, un pueblecito cercano a Trieste, casi en la frontera con Eslovenia. Jugó al fútbol como antes lo hicieron su tío y su padre, que incluso llegó a entrenarlo en el modesto Pieris. Jugó de centrocampista y perteneció a equipos importantes de su país como la Sampdoria, la Roma, la Juventus y el Milan. Llegó a ser 32 veces internacional con Italia.

Debutó como entrenador interino del Milan en los últimos seis partidos de la temporada 86-87. Debió ceder el puesto a Arrigo Sacchi, aunque continuó en el cuerpo técnico. En 1991 tomó las riendas de un equipo legendario alargando su estela campeona con un ciclo victorioso que alcanzó el cénit en la final de la Copa de Europa de 1994, cuando pasó por encima del Barcelona de Johan Cruyff con un 4-0 histórico.

//youtu.be/8Lkmn8jwrPc

Lorenzo Sanz fue el hombre que lo llevó al Real Madrid por primera vez en 1996. Necesitaba un entrenador con la firmeza suficiente para realizar una renovación en el vestuario y le otorgó plenos poderes en cuestión de fichajes. Seedorf, Roberto Carlos, Panucci, Raúl, Redondo, Suker y Mijatovic son los nombres clave de un equipo que quedó campeón de Liga. Su estancia en Madrid se enrareció a los pocos meses. A mitad de temporada el club sabe que tiene apalabrada con Silvio Berlusconi su vuelta a Milán. Sin embargo, Capello dejó sembrada la semilla de la ambición en un grupo que ganó la Champions League al año siguiente con Jupp Heynckes en el banquillo.

Su segunda etapa en el Milan resultó nula. Tras una temporada firma con la Roma, a la que devuelve a la senda del triunfo con la consecución del Scudetto en 2001. Se sintió cómodo en un club que le ofrecía gratos recuerdos. Su etapa romana como jugador fue la que más le marcó de toda su trayectoria. Sus conceptos futbolísticos se empaparon de forma determinante del que fuera su técnico: Helenio Herrera. El discípulo Capello es fiel espejo de algunas de las ideas del mago argentino.

La Juventus le ofrece en 2004 otra escapada nostálgica. El ciclo se cerró con amargura. Los dos títulos ligueros que consiguió le fueron revocados por un peliagudo asunto de amaño de partidos en el fútbol italiano. La vecchia signora fue castigada a la Serie B.

Ramón Calderón sucedió a Florentino Pérez en 2006 y llegó a la presidencia del Real Madrid con Fabio Capello de la mano. El italiano firmó por tres temporadas. En la primera acabó con una sequía de tres años, pero el juego del equipo no enamoró a la afición. Tras ganar la Liga en una agónica última jornada fue destituido. Pedja Mijatovic, el director deportivo, anunció: “De cara al futuro pensamos que no es una persona oportuna para realizar lo que pensamos”.

Desde diciembre de 2007 es el seleccionador de Inglaterra. Su elección consiguió lo que no ha conseguido nadie, que dos entrenadores con ideas enconadas como Alex Ferguson y Arsene Wenger se pusieran de acuerdo en que era el hombre idóneo para el puesto. Su trabajo ha ofrecido pocos logros hasta el momento. El contrato expira tras la Eurocopa de 2012. De sus propias palabras se concluye que dejará el cargo sea cual sea el resultado.

Hace dos años anunció que dejaría el fútbol cuando se acabase su relación con la FA. “No seguiré entrenando aunque me ofrezcan ser el seleccionador de Italia”, dijo. Capello quiere cultivar sus otras aficiones; ocupar más el tiempo con sus viajes a destinos exóticos; y convertirse en un afortunado jubilado que se siente feliz contemplando las vistas de su casa de Marbella.

//youtu.be/-PVioPzNGZ8

//youtu.be/DHl7wlNOUMI

12° Entrega: JOHAN CRUYFF

12° Entrega: Johan Cruyff. El DT de aquel Barcelona al que logró darle un giro positivo cuando venía con turbulencias y sequía de títulos, imponiéndole un estilo, no solo tomando recursos de la escuela holandesa, sino también cambiando o yendo un poco contra la corriente de la manera que se estaba empezando a jugar al fútbol en aquel momento, y a la vez sembrando las bases que hasta hoy perduran y se ven en el equipo catalán. No solo en aspectos de juego y estilo, sino en la política de formación y uso de la cantera.

Johan Cruyff

Cruyff y la apuesta por el fútbol de cantera

El holandés revolucionario

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[li]“El papel del entrenador no es hacer amigos”[/li][li]“Si tienes la pelota en el pie sólo un segundo no hay manera humana de que te den una patada”[/li][li]“El balón es mi despacho. Me siento en él y veo cómo trabaja el equipo”[/li][/ul]
Nada más retirarse en el Feyenoord regresó al Ajax para encabezar una revolución. Johan Cruyff (Ámsterdam, 1947), el heredero natural del fútbol total de Rinus Michels, cambió los cimientos del club holandés como lo luego lo hizo en el Barcelona. Ambos le deben su esencia actual, ese empeño en la formación de cantera y en que el mundo debe girar en torno a la pelota.

“El balón es mi oxigeno. Respiro fútbol y me divierto haciéndolo”, escribió Johan Cruyff en las primeras paginas de su libro ‘Mis futbolistas y yo’. Su sistema 3-4-3 marcó una época por su valentía, por su entrega sin complejos a un juego ofensivo que debía ser puro divertimento para el espectador y, sobre todo, para el futbolista.

El Ajax inició un giro radical a su política cuando Cruyff se hizo cargo de la dirección deportiva en 1984. Creía que la única forma de hacer imperecedera una idea es crecer con ella. Impuso la defensa de tres hombres en todas las categorías inferiores. Grabó a fuego la filosofía del control y pase. Apenas una temporada después sustituyó a Leo Beenhakker como técnico. Ganó dos Copas de Holanda y una Recopa antes de precipitar su marcha. En enero de 1988 dimite al no convencerle la oferta de renovación que le presentó el club. Mientras, su suegro negociaba ya en París con Joan Gaspart, vicepresidente del Barcelona, su regreso a la Liga española.

La entidad azulgrana pasaba por entonces una de las temporadas más revueltas de su historia. Las secuelas del ‘motín del Hesperia’ amenazaban la presidencia de un Josep Lluis Nuñez que tenía apalabrado con Javier Clemente su fichaje como entrenador para el siguiente curso. La oposición de Sixte Cambra ganaba fuerza y para dar un golpe definitivo a su reelección recurre a la figura de dos leyendas vivas del club como son Carles Rexach y el propio Johan Cruyff. La contratación del holandés no fue fácil por dos razones: no tenía un título de entrenador que le permitiese entrenar en España y, además, mantenía una deuda millonaria con el fisco desde su época de jugador.

El legado de Cruyff en el Barça tiene un valor incalculable. Atravesó casi dos temporadas en un desierto de dudas hasta que un resultado lo cambió todo. El triunfo en la final de Copa de 1990 ante el Real Madrid marcó un punto de inflexión. Después llegaron cuatro ligas consecutivas y la consecución de la primera Copa de Europa en la historia culé en 1992. Aquel Barcelona bordó el fútbol y se ganó el apodo de Dream Team u[/u]. La herencia de ese equipo se mantiene viva en el presente.

La estrepitosa derrota en la final de la Champions League de 1994 -4-0 ante el Milan de Capello- fue el principio del fin del Cruyff entrenador. Meses antes anduvo en negociaciones infructuosas con la federación holandesa para compatibilizar su cargo en el Barça con el de seleccionador de su país en el Mundial de Estados Unidos. Meses después se vio al frente de un equipo sin chispa. Lejos de la autocrítica, se empeñó en sus ideas y emprendió una reforma paulatina del plantel.

Su relación con las vacas sagradas del vestuario y con la presidencia se desgastó. “Es como es. Son estilos de forma de ser. No actuamos igual. Él habla por conductos anormales. Yo soy respetuoso con las personas… Él lo hace, y lo tengo que aceptar”, dijo Nuñez a principios de 1996. El técnico se vio con la autoridad moral suficiente para imponer su criterio sobre cualquier cosa, pero acabó desbordando la paciencia del club. Dos jornadas antes del final de la temporada le destituyen. La grada del Camp Nou no encajó con gusto la decisión.

Desde entonces y hasta ahora, es la voz más influyente del entorno barcelonista. Es admirado y respetado en todo el mundo. Cataluña aprovecha el tirón de su imagen pública desde que le designaron seleccionador autonómico el 2 de noviembre de 2009. La elección es en sí misma un reconocimiento a su figura.

El Ajax intentó en vano que volviera a implicarse en su organización deportiva en 2008. “Son necesarios cambios drásticos para poder obtener en la cantera un nivel apropiado para esta entidad. He realizado un proyecto claro para hacerlo. Pero mi visión no la comparten las personas que tendrían que ejecutarla”, dijo Cruyff como renuncia. Se avino con formar parte de un consejo de sabios. En marzo de 2011 logró forzar finalmente la renuncia de los dirigentes del club, reacios a aceptar algunos relevos propuestos en el organigrama técnico. El vacío de poder ha quedado resuelto con el nombramiento de una nueva dirección formada por cinco personas. Él está entre ellas.

//youtu.be/tMYypI_-dM4

“El Dream Team de Cruyff”

En un momento en el que se ensalza y se toma como referencia en el mundo entero el juego y la filosofía del Barcelona de Guardiola, conviene recordar que el equipo del técnico de Santpedor tiene su origen en otro conjunto mágico que marcó el camino triunfal que hoy disfrutan con asiduidad todos los aficionados culés. El ‘Dream Team’ de Johan Cruyff es la semilla que ocasionó el florecimiento actual del equipo azulgrana. Su apuesta deportiva y sus éxitos convirtieron al Barcelona en la máquina perfecta que ahora deslumbra por medio mundo. En un deporte donde el debate es constante, que aquel equipo puso la primera piedra del que ahora es el mejor equipo del mundo es un pensamiento unánime.

Históricamente, el Barcelona había vivido a la sombra del Real Madrid. Poco importaba que grandes figuras como Lineker, Schuster o Maradona hubieran pasado por la Ciudad Condal. La escasez de títulos y el discurso victimista azotaban la conciencia culé. Su condición de grande en Europa no se asemejaba a la del resto de equipos punteros. Bayern, Liverpool, Juve, Milan o el propio Madrid. Todos ellos habían gozado de cierta hegemonía en una época determinada. Algo que no ocurría con el Barça, condenado al segundo escalón en una jerarquía que le había dado demasiadas veces la espalda.

Así transitaba el club catalán por la década de los 80, con Nuñez más cuestionado que nunca y el equipo sumido en una profunda depresión provocada por las ilusiones rotas temporada tras temporada. Ante tal situación, el presidente azulgrana decidió adoptar una medida populista y recuperó a Cruyff, ídolo culé en su etapa como jugador, para reavivar los ánimos. Pero lo que en un principio se consideró como una decisión acertada y esperanzadora pronto se vio rodeada de escepticismo y crítica voraz.

La intención de Cruyff de reducir los efectivos en defensa para lograr un control total del mediocampo y la recuperación de los extremos puros levantó sospechas entre los círculos más conservadores de la Ciudad Condal. Su incondicional gusto por el buen trato del balón le llevó a emplear un único mediocentro creativo arropado por varios futbolistas de perfil parecido. Esa valentía en el esquema iba ligada a una fe ciega en la cantera. Esos riesgos y la dificultad a la hora de asimilar esa nueva forma de defender provocaron que los inicios fueran tremendamente difíciles.

Una Copa estabilizadora
Ni siquiera la Recopa lograda en su primera temporada ante la Sampdoria minimizó la inseguridad general. El cambio de rumbo y el apoyo incondicional no llegó hasta 1990. Ese año, descolgado de la lucha por la Liga, consiguió hacer frente al Real Madrid en la Copa del Rey y ganó al equipo merengue en la final gracias a los tantos de Amor y Julio Salinas. Más allá de la victoria y del título, el valor de aquel encuentro fue el efecto moral que supuso para la entidad azulgrana.

Cruyff comenzó a encontrar adeptos a su propuesta y el Barcelona empezó a carburar. El equipo azulgrana tomaba forma. Encontró en Koeman al defensa perfecto para asegurar la posesión ya desde la primera línea y rodeó al joven Guardiola, generador del juego en las transiciones, de estupendos socios como Eusebio o Laudrup. La astucia e inteligencia de Bakero y los incisivos Stoitchkov y Begiristain, desde la línea de cal, nutrían un ataque que no dispuso de un ‘9’ puro casi hasta el final, con la llegada de Romario.Cruyff decidió pararse en una etapa en la que todos corrían”. Frase que resume a la perfección el estilo y método del holandés. La pausa en la elaboración, crear la jugada con paciencia, mover el balón hasta encontrar el hueco oportuno y desgastar al contrario. Con esas premisas debía indentificarse este Barça.

Forjada la nueva seña de identidad, comenzaron a llegar los resultados. La primera de las cuatro Ligas consecutivas abrió las puertas de Europa, donde esperaba la gloria. Cualquier azulgrana que presuma de ello apelará siempre al histórico gol de Koeman de falta en Wembley que dio al Barça la primera Copa de Europa de su historia. Sin embargo, pocos recuerdan que en aquella edición el ‘Dream Team’ estuvo con pie y medio fuera de la competición. En octavos, ante el Kaiserlauten, y tras el 2-0 de la ida, el conjunto azulgrana llegó a ir perdiendo 3-0 hasta el último suspiro del encuentro. En ese momento apareció Bakero para acabar, de una vez por todas, con los complejos históricos del Barcelona.

Después de esa situación crítica, el ‘Dream Team’ creció camino a la final. Sparta de Praga, Benfica y Dinamo de Kiev sucumbieron a su derroche futbolístico. El gran día había llegado. Lejos de perderse entre aburridas apreciaciones tácticas o instrucciones detalladas sobre los distintos aspectos que encerraba el partido, Cruyff fue claro y conciso. “Ya estamos en la final. Ahora salid y disfrutad”. Pero sus jugadores no disfrutaron hasta el minuto 111 de la prórroga. En ese momento, un misil de Koeman desató la locura en Wembley. El Barcelona, por fin, reinaba en Europa.

//youtu.be/oiiULixvnhs

El éxito se prolongó a escala nacional, acompañado de una buena dosis de suerte. Dos finales de infarto en el campeonato de Liga con las famosas ayudas del Tenerife permitieron al ‘Dream Team’ agrandar su leyenda ampliando el palmarés. En el segundo de esos dos títulos, ya con un un fantasioso Romario en sus filas, los de Cruyff le endosan un humillante 5-0 al Madrid con momentos imborrables para la retina del aficionado como la ‘cola de vaca’ de Romario a Rafa Alkorta o el magistral libre directo de Koeman.

//youtu.be/MPKnSJLyR34

Cuando no le podía ir mejor al ‘Dream Team’ llegó el encuentro que, como más tarde reconoció el propio Cruyff, marcaría el final de un ciclo. El Barça se presentaba en Atenas dispuesto a ganar su segunda Copa de Europa. Su condición de favorito era tan abrumadora que hasta los propios aficionados del Milan se preparaban para soportar el vendaval de fútbol azulgrana. Sin embargo, aquel equipo italiano entrenado por Fabio Capello llegaba mejor preparado y con mayor calidad de lo que todos pensaban. La coordinada presión del mediocampo ‘rossonero’ y la calidad en los últimos metros de los Savicevic, Boban o Donadoni desarbolaron al equipo azulgrana. Aquel grupo de jugadores que habían arrollado a media Europa y sonrojado al Madrid en Liga fue humillado de manera dolorosa e inesperada.

Ése fue el principo del fin. El equipo de Cruyff fue desmantelado a partir de entonces y jugadores como Laudrup, Zubizarreta, Eusebio o Goicoechea abandonan el club ese mismo verano. La relación entre el técnico holandés y Nuñez se deteriora y el Barcelona se prepara para una amarga transición. La espina de Atenas permanece aún hoy clavada en los corazones barcelonistas. Eso sí, la creencia en un estilo y la fe ciega en la cantera también sobreviven inalterables. Y es que las victorias de ahora y los títulos conseguidos también son, en una pequeña parte, del ‘Dream Team’ de Cruyff.

//youtu.be/4ppFrWcmqoo

//youtu.be/JKggLNqtp-c

13° Entrega: VICENTE DEL BOSQUE

13° Entrega: Vicente Del Bosque. El DT que supo manejar el “vestuario Gálactico” del Madrid para seguir haciéndolo ganador dómestico y Europeo. Tranquilo y conciliador, diplomático y pedagógo, tomó la selección española campeona de Europa en 2008, con la inteligencia de no cambiar abruptamente el estilo que ésta supo conseguir con la mejor generación de futbolistas de su historia, pero a la vez no dudar en meter mano para lograr en ese equipo de estrellas un mejor equilibrio (en el medio campo) en el Mundial de Súdafrica en el que terminó consagrandose campeón.

Vicente Del Bosque

[b]Del Bosque, un mediador entre grandes futbolistas

[/b]El secreto del triunfo silente

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[li]“Ni permisiva ni muy dura, hay que lograr mantener la disciplina pero nunca imponerla”[/li][li]“Los entrenadores tenemos la responsabilidad de defender el fútbol, de protegerlo y mimarlo”[/li][/ul]
Los gestos delatan a Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) como un tipo tranquilo. Las palabras, como un entrenador sensato. En silencio se ha convertido en el entrenador más sonoro de la historia del fútbol español. Es la pausa en la histeria colectiva. El tiempo rebota tarde o temprano el trabajo bien hecho. A él le ha otorgado un palmarés sobresaliente.

Del Bosque habría sido profesor si el fútbol le hubiese permitido compaginar los estudios con el entrenamiento. Ingresó en el Real Madrid en 1968, con 18 años, y ahí se mantuvo fiel hasta 2003. Fue jugador y después entrenador. Dio el paso a los banquillos nada más retirarse. La cantera blanca fue el escenario perfecto para sus dotes docentes y ese poder de convencimiento tan pedagógico.

Comenzó como ayudante de Juan Santisteban en el Castilla, en 1984. Tres años más tarde ya había ofrecido la suficiente confianza a los dirigentes y lo designaron primer entrenador del filial. Del Bosque estaba impregnado de madridismo y conocía los secretos de su cantera como nadie. La junta directiva presidida por Ramón Mendoza le nombró coordinador de las categorías inferiores en 1990.

Del Bosque profesó una dedicación plena a los intereses del club para el que trabajaba. Se convirtió en el hombre de confianza de la casa, la persona siempre dispuesta a obedecer y servir a unos colores que fueron y son su vida. Acudió al rescate del equipo cuando se le llamó en marzo de 1994 para suplir al destituido Benito Floro. Hizo la transición entre el despedido Jorge Valdano y Arsenio Iglesias en mitad de la temporada 95-96. Y en 1999 aceptó la misión de sustituir a John B. Toshack. Fue entonces cuando Lorenzo Sanz le ofreció una plaza fija para el siguiente curso.

Sus años como técnico del Real Madrid fueron sobresalientes. Ocho títulos -dos Ligas y dos Champions League entre ellos- devolvieron a la entidad su sitio en el primer orden mundial.
En junio de 2003, un día después de ganar la Liga, le comunican que no cuentan con él. Enrique Sánchez, el portavoz de la directiva presidida por Florentino Pérez, lo anunció así en la sala de prensa del Santiago Bernabéu: “La Junta del Real Madrid ha decidido por unanimidad la no renovación del técnico del primer equipo, Vicente del Bosque. Se le ha ofrecido seguir colaborando con el club en labores técnicas y lo ha rechazado”.

Meses antes de su marcha había recibido elogios por su carácter conciliador, algo fundamental a la hora de manejar un vestuario plagado de jugadores galácticos como Zidane, Figo o Ronaldo. "Es un club donde los celos podrían provocar un conflicto diario, pero eso no ocurre gracias a un entrenador de perfil bajo”, dijo Jorge Valdano, el director deportivo. El sustituto de Del Bosque fue el portugués Carlos Queiroz.


Ingresó en el Real Madrid en 1968, con 16 años, y ahí se mantuvo fiel hasta 2003

Después de un año parado aceptó una oferta del Besiktas. No se adaptó a Turquía ni tampoco le acompañaron los resultados. El equipo estaba fuera de la Copa de la UEFA e iba mal clasificado en la liga cuando le destituyeron en enero de 2005, justo después de caer en la tercera ronda de la copa. Fue una experiencia anecdótica como la que tuvo en el Cádiz, en 2007, como uno de los consejeros deportivos del empresario Arturo Baldasano.

La selección inició la Eurocopa 2008 con un sensacional triunfo frente a Rusia (4-1). Su nombre empieza a sonar como relevo de Luis Aragonés, que ya había anunciado a finales del año anterior que no seguiría en el cargo tras finalizar el torneo. El acuerdo verbal entre Del Bosque y la Federación se cierra en pleno campeonato. Como herencia recibió un equipo campeón de Europa.

La misión escondía algunas trampas que sorteó con inteligencia. Supo liderar el cambio sin sobresaltos dando continuidad a un grupo de jugadores que funcionaba a la perfección. Asimiló sus costumbres y fue matizando el equipo hasta adaptarlo más a su gusto. El reto de Sudáfrica lo afrontó como responsable de la mejor generación de futbolistas que ha dado España. En 2010 se escribió la historia de un equipo capaz de sufrir y de ser brillante. En los momentos de tensión se lanzó un mensaje de calma. Pasito a pasito se conquistó el torneo y Del Bosque fue manteado como un ídolo introvertido.

//youtu.be/khzpcncj7Do

//youtu.be/sjY_oCO1z98

14° Entrega: JOSÉ MOURINHO

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14° Entrega:
José Mourinho. DT ganador como pocos. Considerado uno de los mejores, o quizás el mejor, DT de la actualidad, posee una fuerte y marcada personalidad que lo pinta de cuerpo entero, no solo a la hora de dirigir a sus equipos, sino a la hora de declarar y buscar que los medios y las presiones se centren en él, para así sacarle presión a sus jugadores. Un hombre que proviene de la táctica, pero que sabe utilizar bien los recursos que tiene en el plantel para lograr la meta final: el triunfo, la obtención de un título. Para ello intenta volcar en sus equipos intensidad a la hora de atacar y equilibrio a la hora de defender. Pólemico de puertas para afuera para con la prensa, dirigentes, rivales, etc (casi siempre utilizandolo como estrategia); querido y respetado puertas para adentro por sus dirigidos a quienes defiende y valora, intentando a la vez siempre obtener de ellos su máximo potencial a base de disciplina, convencimiento y compromiso.

José Mourinho



Mourinho y el fútbol de pizarra

La apología de la victoria

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[li]“Estoy agradecido a Dios por no tener modestia porque es una cualidad que no ayuda en nada”[/li][li]“Gracias, me gusta ser entrenador de títulos”[/li][li]“No soy el mejor del mundo, pero creo que no hay nadie mejor que yo”[/li][li]“No quiero un jugador que sea un hombre perfecto, que sea un perfecto profesional, que tenga un carácter fantástico, ese es el tipo de hombre que quiero para mi hija”[/li][li]“Mi equipo ideal es aquel en el que, en cualquier momento y en cualquier situación todos los jugadores piensan de la misma manera”[/li][/ul]
José Mourinho (Setúbal, Portugal, 1963) es un triunfador puro, un maestro de la polémica, un entrenador cerebral que atrae los focos porque lo importante es proteger a sus jugadores. Así se entiende su personalidad, ese carácter que despierta filias o fobias. Su única adhesión inquebrantable es la victoria.

Ha educado su sentido táctico desde los 15 años, cuando su padre lo utilizaba para espiar a los rivales del equipo que entrenaba, el Os Belenenses. Aunque llegó a jugar de portero, Mourinho siempre sintió atracción por el dibujo en la pizarra.

Estudió gestión administrativa por obedecer a su madre. Luego se licenció en Educación Física, eligiendo como especialidad Metodología del Fútbol.
Obtuvo su título de entrenador UEFA y comenzó su carrera como director deportivo de un colegio de secundaria. Manuel Fernandes lo llamó para que fuera su ayudante en el Estrela Amadora. También trabajó para el Vitoria de Setúbal antes de que Bobby Robson le incorporase al Sporting de Lisboa en 1992. Comenzó a su lado como traductor, se ganó su confianza y acabó ocupando el puesto de segundo técnico.

Mourinho se convirtió en el hombre de confianza de Robson. Compartieron vestuario desde 1993 hasta 1997. De Lisboa a Oporto y, por último, Barcelona. “Él llegaba a los entrenamientos con sólo diez minutos de antelación, jugaba al golf y llevaba una vida increíble, plena de disfrute. El fútbol no era una presión para él. Yo preparaba todo y cuando me preguntaba, le decía: ‘Mister, hoy hacemos esto y esto’. Van Gaal era exactamente lo contrario”, explicó Mourinho en una entrevista recogida en su propio club de fans en febrero de este año. El técnico holandés no dudó en proponerle que siguiera en el Barça cuando le contrataron.

Sus años en el Camp Nou le resultaron enriquecedores. “Fueron los jugadores los que me enseñaron. Hablando con ellos de su experiencia aprendí mucho”, confesó. Poco a poco se sintió preparado y lo suficientemente ambicioso para ser el líder de su propio vestuario. El Benfica lo llamó en 2000 para suplir a Jupp Heynckes con la competición ya empezada. La entidad estaba inmersa en una crisis institucional. Entró con un presidente en el poder y se marchó con otro. Fueron nueve jornadas enturbiadas por la renegociación de su contrato con el nuevo responsable de la entidad. No quedó convencido y se marchó.

Tampoco pudo completar su acuerdo con el Leiria porque a mitad del curso le apareció la primera gran oportunidad de su carrera. La historia del Oporto motivaba suficientemente a un entrenador ávido de gloria. En 2002 se sintió por fin dueño de su particular destino. Recogió un grupo de jugadores desmotivados, pero con potencial para que la ciudad volviese a vivir días de grandeza. En su primer año dejó al equipo tercero. En el segundo hizo triplete -liga, copa y Copa de la UEFA-. En el tercero conquistó otra liga y la Champions League.

Mientras que algunos analistas le consideraron un tipo con demasiadas pretensiones, otros alabaron sus innovaciones tácticas. Su apuesta comenzaba por una defensa aguerrida que comenzaba en el campo del rival. Tipos como Derlei, Maniche y Deco fueron las estrellas de un equipo con una claridad de ideas aplastante y capaz de practicar un fútbol intenso.

La fórmula Mourinho atrajo la atención de los mejores clubes de Europa. El Chelsea lo convirtió en 2004 en el entrenador mejor pagado del mundo. “Soy un gran defensor del espíritu de equipo porque los trofeos los ganan los equipos”, es una de sus máximas. En la Premier League armó un bloque campeón.

Su posición de estrella mundial lo expuso al juicio de los medios de comunicación. “No me llamen arrogante, pero he ganado una Champions y soy muy especial”, fue la frase con la The Special One se presentó en Londres. Se descubrió a un técnico beligerante contra todo aquello que piensa que le perjudica a él o a los suyos. La UEFA lo sancionó en 2005 con dos partidos y una multa económica por poner en cuestión la honorabilidad del árbitro que dirigió un enfrentamiento de Champions entre el Chelsea y el Barcelona. Comienzó ahí una historia de rivalidad intensa con los azulgrana que perdura hasta hoy. Ese mismo año lo sancionaron también en Inglaterra con 85.000 euros por reunirse en secreto con Ashley Cole, lateral con contrato en vigor con el Arsenal.

Su fuerte personalidad chocó también con la del dueño del los blues. La relación con Román Abramóvich se tensó. El magnate ruso prescindió de sus servicios en septiembre de 2007. Mourinho dejó como legado seis títulos en tres años -dos Premier entre ellos-, los que le convirtieron en el entrenador más laureado de la historia del club inglés. Buena parte de la afición lamentó su adiós.


El juego de sus equipos se caracteriza por la intensidad

Durante el resto de esa temporada se ocupó del mecenazgo de varios programas de ayuda a la infancia; prestó su imagen como reclamo publicitario de varias multinacionales que lo ven como la persona perfecta para dar credibilidad a sus marcas; y su biografía se midió en las librerías con los best seller más leídos de Portugal. En verano de 2008 recibió la llamada del Inter de Milán.

En el equipo italiano vivió dos intensas temporadas plagadas de éxitos. Conquistó dos scudettos y se apuntó la Champions League de 2010, año en el que también logró la copa italiana. En sus últimos meses protagonizó una discusión verbal y física con un periodista, vivió una tensa eliminatoria europea con el Barça y tuvo que hacer frente a un desplante de Balotelli, entre otros titulares de prensa.

Poco después de la final de la Copa de Europa anunció que se iba al Real Madrid. Massimo Moratti, presidente interista, atendió los deseos de la plantilla y de los aficionados e intentó retenerlo por todos los medios. El luso aludió motivos personales para justificar su marcha. “No es un problema de contrato o de dinero, y me da, incluso, un poco de vergüenza ganar lo que gano con la crisis que hay. Es un problema de satisfacción personal, de sentirme respetado o no en un país futbolístico en el que he tenido tantos problemas”, precisó.

En su primer año como técnico del Real Madrid ha protagonizado un intenso duelo deportivo y dialéctico con el Barcelona y con Pep Guardiola. Ambos abanderan dos formas distintas de entender el fútbol. Son antagonistas en un deporte millonario en seguidores. Se han jugado todo entre ellos. La Copa del Rey ha vuelto a las vitrinas del Santiago Bernabéu 18 años después. Mourinho entiende que el espectáculo se calibra en títulos. Para conseguirlos hay que ganar. No encuentra mayor verdad ni mejor excusa.

//youtu.be/HYOf1gg69rk

//youtu.be/7nxjQFN3FYU

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15° Entrega: Pep Guardiola. Ganador como jugador en el Barcelona, hoy es DT del mismo equipo, considerado el mejor del mundo en la actualidad y uno de los mas grandes de la historia del fútbol. Posee una base marcada del cruyffismo, pero mucho más mejorada y adaptada a los tiempos que corren. Conocido por ser un intelectual, meticuloso, de gran carácter, trabajador incansable, perfeccionista, prudente, exigente, que impone disciplina sabiendo otorgar libertades en los momentos justos, sus equipos en el campo son arriesgados, pero equilibrados, su base es la posesión del balón, pero también presión constante en todas sus líneas para recuperarlo, con libertades para la creación de juego, pero con el sacrificio y compromiso como algo primordial. Ésto le permitió conseguir en pocos años títulos y grandes logros, para él, su equipo, sino también sus individualidades, como ej, que 3 de sus estrellas, Messi, Iniesta y Xavi, sean considerados el 1°, 2° y 3° futbolista del mundo respectivamente.
Guardiola conjugó una máquina perfecta, que no solo proporciona buen juego, sino que también consigue títulos.

Pep Guardiola

[b]GUARDIOLA, EL TÉCNICO QUE CONJUGA BUEN JUEGO Y TÍTULOS

[/b] La excelencia hecha modestia

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[li]“Se dice que es más fácil cambiar de mujer que de equipo de fútbol, y es cierto”[/li][li]“No hay nada más peligroso que no arriesgarse”[/li][li]“Si perdemos, continuaremos siendo el mejor equipo del mundo. Si ganamos, seremos eternos”[/li][li]“A ceros no podemos ganar al Madrid pero trataremos de ganar en entusiasmo” [/li]
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Hace 19 años el Barcelona tocaba el cielo en Wembley. Era la primera vez que el conjunto azulgrana se proclamaba campeón de Europa y ponía fin a una dueda histórica que había durado demasiado tiempo. Entre los afortunados, un joven de 21 años de aspecto débil cuya fuerza estaba en un lugar que no alcanza la vista. Ese chaval contaba con un cerebro especial, de esos que ven lo que otros ni imaginan, que piensan dos segundos antes que el resto. Se trataba de Pep Guardiola.

El flaco centrocampista de Santpedor era la extensión de Cruyff en el campo. Un futbolista ordenado, inteligente, apasionado por el fútbol de toque y la elaboración cuidadosa. El líder perfecto para la atractiva apuesta del ‘Dream Team’, el mejor equipo en la historia del Barcelona hasta ese entonces. La referencia del club catalán durante muchos años hasta que, casi dos décadas después, ese chico se sentó en el banquillo del Camp Nou.


La apuesta de Laporta fue arriesgada, casi homicida. Se ponía fin a una etapa exitosa del club con Rijkaard al mando en la que, entre otras cosas, se había ganado la segunda Copa de Europa y el relevo lo recogía un técnico cuyo aval era un anecdótico ascenso con el filial a Segunda B respaldado por su impecable trayectoria como jugador azulgrana. La experiencia, en el caso de Guardiola, no era una cuestión primordial. Él no es un entrenador al uso. No sigue los parámetros habituales.

Valga como ejemplo su particular ruta antes de embarcarse en la aventura del filial. Cuando Guardiola se preparaba para dirigir al Barça B, se reunió con media docena de entrenadores cuyo consejo consideraba básico. Uno de ellos era Marcelo Bielsa, que estaba a punto de comenzar una magnífica aventura con la selección de Chile tras el periodo de reflexión después de ganar el título de campeón olímpico con Argentina, en 2004. Guardiola viajó a Rosario (Argentina). Aquel fue el encuentro de dos apasionados del fútbol: Bielsa, con casi 20 años de trayectoria, y Guardiola, a punto de comenzar su impecable trayectoria. La reunión se alargó 12 horas y según Guardiola, “pocas veces me ha encontrado con un hombre más generoso”.
También hubo una visita a Menotti: “Pep no vino buscando que le dijéramos cómo se hacía. Él ya lo sabía”, apuntó el argentino hace poco.

Fin a la era ‘Ronie’
El caso es que ahí estaba Guardiola, al frente de un nuevo proyecto en el club de su vida con el título de entrenador oliendo a nuevo. “Se dice que es más fácil cambiar de mujer que de equipo de fútbol, y es cierto”, dijo el entrenador catalán en una ocasión. Lejos de arrugarse y tomar medidas populistas que le facilitaran los inicios, el de Santpedor arrancó su etapa con una decisión controvertida. Optó por refrescar la plantilla y para ello se quitó de encima a dos ídolos del barcelonismo: Deco y Ronaldinho. A otro de ellos, Eto’o, le abrió la puerta pero tuvo que aguantarle una temporada más.

Comenzaba así una nueva vertiente del ‘cruyffismo’. Más perfecta, adaptada al fútbol de estos tiempos pero con los mismos pilares que sujetaron los éxitos del ‘Dream Team’. Los matices visibles sobre el terreno de juego se hicieron también evidentes en la banda, en la sala de prensa y en todos los estamentos del club. La prudencia, el elogio al contrario, el trabajo constante y la solidaridad en el esfuerzo formaban partes de los mandamientos de Pep. En definitiva, no creerse más que nadie, simplemente demostrarlo.


Guardiola y Mourinho. Uno de los duelos futbolísticos y dialécticos de la actualidad.

El Bernabéu deja de ser coto privado
Guardiola, producto de ‘La Masía’, prestó atención a la cuna del barcelonismo con la aparición de futbolistas de la cantera como Pedro o Busquets y recuperó al canterano exiliado a Inglaterra, Gerard Piqué. Con esas modificaciones y novedades, el Barça empezó a forjar un colectivo asfixiante en la presión, inabordable en la posesión del balón y con la resolución necesaria para definir los partidos. El resultado fue sencillamente perfecto. Seis títulos de seis posibles con momentos inolvidables como el gol de Iniesta en Stamford Bridge o el apabullante 2-6 en el Santiago Bernabéu para decidir la Liga.

Precisamente uno de los puntos críticos de Cruyff. Al holandés siempre se le acusó de arrugarse en territorio del eterno rival. El plan de Guardiola era todo lo contrario. Su fidelidad a un estilo le impedía pensar en otra cosa que no fuera atacar y dominar el partido. “No hay nada más peligroso que no arriesgarse”, subrayó en una rueda de prensa. Y eso fue lo que hizo. La Copa del Rey ante el Athletic y la Liga de Campeones frente al United demostraron que la apuesta de Guardiola tenía algo especial. “Si perdemos, continuaremos siendo el mejor equipo del mundo. Si ganamos, seremos eternos”. Esa frase en los momentos previos a la final de Roma alcanzó todo su significado cuando, meses después, el Barça sumaba otros tres títulos más con la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundialito de clubes.

Igualar lo conseguido, en su segundo año, se antojó como un imposible. Y así fue. El juego se mantuvo pero los resultados, en algunos casos, le dieron la espalda. Únicamente la Liga, el “trofeo más difícil de todos” en palabras de Guardiola, volvió a caer del lado azulgrana. Caprichos personales como Ibrahimovic o Chigrinskiy no salieron bien pero las sensaciones seguían siendo buenas.

Los duelos con el Madrid se habían convertido en un momento de disfrute cuando no hace mucho suponían un obstáculo incómodo. Sólo el Inter de Mourinho y el Sevilla en Copa ‘mancharon’ la trayectoria impoluta de Pep. “Nosotros sabemos ganar, pero mejor sabemos perder”, decía entonces el técnico azulgrana. Y no le faltaba razón.

En su tercera temporada, el Barça fue un ciclón que encontró oposición en contadas ocasiones. El Madrid de Mourinho se presentó como la gran amenaza pero, salvo en la Copa del Rey, tampoco pudo frenar la meteórica carrera del entrenador catalán y su Barça.A ceros no podemos ganar al Madrid pero trataremos de ganar en entusiasmo”, Guardiola dixit. Y eso que hubo grandes dificultades. Una plantilla corta obligó a Guardiola a sacars de la galera un central improvisado. Mascherano, el elegido, cumplió con creces. Se confirmó que la ubicación reinventada de Messi servía para ver la mejor versión del argentino, y el resto de la maquinaria funcionó tan bien como de costumbre.

La historia ya la conocen fue otro año de ensueño. La Liga, otra Liga de Campeones… el mismo derroche de juego, otro buen número de exhibiciones, la posesión, siempre la posesión. En sólo tres años, el mejor Barcelona de la historia, sin discusión. Y la etapa de Guardiola aún no ha terminado…

//youtu.be/rMEs3mGHN_w

//youtu.be/tDtbJi68pzU


El Diario Marca de España, al parecer está haciendo una entrega de fichas recordatorios de los entrenadores que para ellos, marcaron época.

Estaría bueno que sea un thread para tenerlos en cuenta, buscar o hacer referencias (frases, estilos, pensamientos, tácticas, etc) o simplemente hacerle algun tipo de tributo a estos DTs. Quizas algunos estemos de acuerdo o no con alguno de ellos, pero forman parte de la historia del fútbol.

Capaz faltan, pero bueno es el criterio del diario, y son éstos:

Helenio Herrera:
El mago Herrera
Bill Shankly: El hombre que creo la mistica de Anfield Road
Bob Paisley: Paisley, el triunfo de la sensatez
Miguel Muñoz: La flor del Real Madrid yeye
Rinus Michels: El general Rinus Michels
Tele Santana: El ‘jogo bonito’ como principio
Udo Lattek: El Profesor Udo Lattek
César Luis Menotti: El futbol, segun los poetas
Alex Ferguson: Entrenador de entrenadores
Arrigo Sacchi: Un tecnico destinado a ser campeon
Fabio Capello: La victoria como obsesion
Johan Cruyff: El holandes revolucionario
Vicente del Bosque: El secreto del triunfo silente
José Mourinho: La apologia de la victoria
Pep Guardiola: La excelencia hecha modestia

1° Entrega: HELENIO HERRERA

[spoiler]1° Entrega: comienza con el Argentino, Helenio Herrera, que marcó época con el Inter (mas allá de títulos con el Atl.Madrid o el Barcelona), a quien algunos le atribuyen la creación del “Catenaccio”. Un tipo con mentalidad ganadora, exigente y uno de los primeros en usar la psicología en sus dirigidos.
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Helenio Herrera

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El creador del gran Inter
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El mago Herrera

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[li]“El fútbol no es la gambeta. La consigna es ganar”[/li][li]“En el fútbol no hay magia, sí pasión y lucha”[/li][li]“Yo nunca he tenido diferencias con ningún jugador, incluido Di Stefano y Kubala. Claro, siempre y cuando hagan lo que yo digo”[/li][li]“Una vez un periodista me preguntó por qué dirijo sólo equipos grandes, pues porque los chicos no pueden pagarme”[/li][/ul]
Ángel Liceras 04/07/11 - 11:49.

Los magos convierten en realidad la fantasía variando a su antojo lo que le rodea. Helenio Herrera enseñó que en el fútbol nada es imposible. Su único pretexto fue ganar en tiempos en los que el estilo sólo preocupaba a la hora de levantar un trofeo. Su ego se alimentó de títulos. HH revolucionó el juego y se empeñó en demostrar que, a veces, una persona es más importante que un equipo.
Polémico, charlatán, provocador o genio. Herrera acopió tantos calificativos como frases polémicas para el lapidario del fútbol. Quizá su personalidad díscola fue consecuencia de una infancia complicada que marcó su nómada estilo de vida. Nació en Buenos Aires en 1910, según su partida de nacimiento -en 1916, según defendió falsamente toda su vida-. Hijo de andaluces (padre de Estepona y madre de Gaucín), con 16 años emigró a Marruecos para buscar junto a sus padres una vida más fácil. Tuvo que renunciar a su deseo de triunfar en Boca Juniors, en cuyo equipo juvenil actuó de delantero centro. Casablanca no fue un destino de su gusto y en poco tiempo hizo las maletas para viajar a Europa, a París. Inició entonces su vida lejos de la familia y comenzó a formarse el mito.

Su primera experiencia como entrenador fue el Puteaux, desde el que dio el salto en 1945 al Stade Français, club en el que antes había triunfado como jugador. Fueron los primeros de los 15 equipos que dirigió. Tres años después cruzó la frontera rumbo a España, el destino de sus primeros éxitos. La afición del Atlético de Madrid le recibió recelosa y marchó directo al Valladolid a cumplir un año de destierro. Volvió y conquistó dos ligas consecutivas (1949 y 1950).

Sus primeros logros dieron coartada a su incontinencia verbal. Pasó fugazmente por el Málaga, el Deportivo y el Sevilla. La ambición le pudo y concluyó su etapa en el club hispalense envuelto en la polémica. Ramón de Carranza, presidente de la entidad por 1957, le denunció a la FIFA tras descubrir que había firmado en secreto por el Barcelona. Herrera fue suspendido cinco años y decidió marcharse a Portugal, al Os Belenenses, a la espera de que se calmase la situación. Finalmente, el perdón llegó después de que el Barça convenciera al Sevilla con una cantidad que osciló entre uno y cinco millones de pesetas, según las fuentes que se consulten.

El Barcelona es la consagración de sus habilidades como técnico. Lo convierte en un equipo ganador que lidera sobre el campo Luis Suárez, al que rodean otros futbolistas legendarios como Kocsis o Czibor.


Fue suspendido cinco años por firmar en secreto por el Barça cuando entrenaba al Sevilla

En 1961 volvió a cambiar de escudo. Aterrizó en el Inter de Milán junto a Luis Suárez. Juntos marcaron la etapa más brillante de la historia del equipo italiano. En ocho años logró tres ligas, dos Copas de Europa y dos Intercontinentales. Lo más importante de este periplo es la herencia que dejó para el fútbol. Su sistema de cuatro defensas y un líbero revolucionó el juego. Se le atribuyó la paternidad del catenaccio, táctica que ya usó Karl Rappan para convertir en un rival temible a la selección suiza durante los años 30.
Durante su estancia en el Inter compaginó su tarea con la de ayudante de Pablo Hernández Colorado en la selección española (de 1959 a 1962) y la de seleccionador de Italia (de 1960 hasta 1967).

De su éxito en la década de los 60 es de donde se extraen las claves de su catón futbolístico. Herrera se convirtió en un personaje obsesivamente detallista. Impuso a sus jugadores un régimen de entrenamiento rígido. Les obligó a largas concentraciones, controló sus costumbres alimenticias� “Mis jugadores son instruidos al detalle. No pueden equivocarse”, decía.
Su celo profesional se convirtió en un problema personal cuando en 1973 sufrió un infarto que le obligó a cerrar precipitadamente su etapa como técnico de la Roma. Su halo triunfador se apagó.
Sus últimas experiencias en el banquillo fueron una concesión a la nostalgia. Volvió al Inter (73-74), entrenó al Rimini (78-79) y finalizó su carrera en el Barcelona (79-81) con una Copa del Rey como epílogo. La salud le obligó a alejarse definitivamente del césped. Su corazón dejó de resistir en 1997, en Venecia.
Giacinto Facchetti, su jugador predilecto, quedó como el guardián de sus apuntes de fútbol cuando murió. En Italia aseguran que José Mourinho se interesó por ellos y llegó a contactar con la viuda de Herrera. Sin duda, el técnico portugués es el reflejo más fiel de aquel tipo cuya figura quedó encumbrada por los títulos y enturbiada por las palabras. HH puede que no fuese especial, que no fuese el mejor del mundo, pero en su empeño estuvo siempre el hacer todo lo posible por ser ambas cosas.

//youtu.be/VBqkHMgTA0A

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2° Entrega: BILL SHANKLY

[spoiler]2° Entrega: Shankly, el gran hacedor de la mística y grandeza de uno de los equipos mas grandes de Inglaterra y el mundo. Otro escoses, como Busby y Ferguson (ambos ManUnited), que puso en los primeros planos y le otorgó esa ambición que se transformó en mística para Liverpool, sembrando así las bases para que luego las apliquen los Paisley, Fagan y Dalglish, que estaban más cerca del Ajax de holanda (pase y posesión) que del fútbol inglés. Una idea de fútbol, una idea de vida.

Bill Shankly

Shankly, el primer impulsor del Liverpool

El hombre que creó la mística de Anfield Road

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[li]“Un equipo de fútbol es como un piano. Necesitas a ocho personas que lo muevan, y tres que puedan tocar el condenado instrumento”[/li][li]“Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y los suplentes del Liverpool”[/li][li]“El problema con los árbitros es que conocen las reglas, pero no el juego”[/li][li]“Si el Everton jugara en el jardín de mi casa, cerraría las cortinas”[/li][/ul]
Ángel Liceras 05/07/11 - [b]12:59.

[/b]En las escaleras que dirigen del vestuario al césped hay una placa que reza: “This is Anfield”. Los jugadores del Liverpool y sus rivales recuerdan así antes de un partido dónde están y qué afición les espera en la grada. Fue Bill Shankly (1913-1981) quien ordenó la colocación de aquel lema para que nadie olvidara que por encima de los futbolistas está la mística de un escenario sagrado del fútbol. El escudo del club por encima de los nombres que lo defienden. Fue Shankly quien convirtió el sentimiento red en una religión. 30 años después de su muerte, aún se le recuerda en el Reino Unido como el mejor manager de todos los tiempos.

A las afueras del Anfield Road se levantó la estatua de un hombre con rostro sonriente y los brazos abiertos en gesto de triunfo. A sus pies se puede leer: “The man who made the people happy”. La imagen inmortaliza a Bill Shankly, el técnico que rescató al Liverpool del olvido futbolístico y sembró las primeras semillas de uno de los equipos más importantes del mundo. El fútbol no era para él una cuestión de vida o muerte sino que llegaba más allá. Con esa pasión comenzó a cambiar el rumbo de la entidad desde su llegada en 1959.

Sus modos eran secos y contundentes. Pocas palabras y mucha intención. Su carácter rudo fue el eco de una infancia vivida en un ambiente hostil. Nació en Gleenbuck, una pequeña localidad escocesa al sur de Glasgow. Con 14 años abandonó los estudios y entró a trabajar en una mina de carbón. Allí comenzó su idilio con el fútbol, en partidos de recreo que terminaron por animarle a buscarse una vida más cómoda gracias al balón. Cinco de sus diez hermanos siguieron el mismo camino.

Shankly fue un medio volante diestro de buen toque y valiente. Jugó en equipos modestos y llegó a ser internacional con Escocia. Su carrera como jugador terminó cuando la II Segunda Mundial obligó a aparcar temporalmente las competiciones en el Reino Unido. Ya había tenido tiempo para demostrar sus dotes como gestor de grupos. Quienes le conocieron entonces adivinaron pronto que sería un fantástico entrenador.

La primera oportunidad como técnico le llegó en 1949, en el banquillo del Carlisle United, su último equipo como jugador. Luego dirigió al Grimsby Town (51-54) y el Huddersfield Town (56-59). Con ninguno de ellos consiguió quedar por encima del duodécimo puesto en la Second division. Sin embargo, su sentido común en la toma de decisiones, su discurso sentencioso y su apuesta por los nuevos talentos no dejó indiferente a nadie. Una tarde de noviembre de 1959 le abordaron dos hombres a la salida de un partido. Eran Tom Williams y Harry Latham, dueños y responsables del Liverpool. “¿Le gustaría entrenar al mejor equipo de Inglaterra?”, le preguntaron. Shankly contestó: “¿Por qué?”.

Los éxitos llegaron pronto ya que en su primer año consiguió devolver al equipo a la First Division (actual Premier League). Posteriormente conquistó tres ligas, dos FA Cup y una Copa de la UEFA. Las bases del gran Liverpool quedaron sentadas con un juego atractivo en el que el balón circulaba de pie en pie -passing game-. Los títulos otorgaron al discurso de Shankly cierto despotismo, sobre todo con el vecino: “Cuando no tengo nada que hacer miro debajo de la clasificación para ver como va el Everton”.

En 1974 dejó de entrenar. Fue el mayor error de su vida, tal y como reconoció después. En su adiós pensó que le mantendrían ligado a la entidad en algún puesto de honor. No fue así. Al contrario, los dueños del club ardían de celos por la admiración sin límites que le profesaba la afición.


Emlyn Hughes, Bill Shankly, J. B. Toshack, Kevin Keegan y Ray Clemence, almas de aquella plantilla del Liverpool

En su primer año de retiro durmió el gusanillo del fútbol dejándose ver asiduamente por los entrenamientos. En aquellos tiempos se realizaban con la puerta abierta a cualquiera. Pero su figura ensombrecía la del nuevo técnico, Bob Paisley. Éste le pidió que nunca más apareciese por allí. “Es mi equipo y tengo cosas nuevas que hacer”, le dijo.

El genio Shankly falleció el 29 de septiembre de 1981 por culpa de un corazón débil que pagó su antigua afición al tabaco. Su muerte conmocionó a toda la ciudad. Atrás dejó un legado futbolístico impresionante. Su huella física imborrable queda en esa estatua en bronce que Carlsberg, patrocinador del equipo, sufragó y levantó en su honor en 1997 para ganarse la simpatía de The Kop. Allí recoge con los brazos abiertos en cada día de partido el cariño de una hinchada que no le olvidará jamás.

//youtu.be/zFsr86TCH64

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3° Entrega: BOB PAISLEY

[spoiler]3° Entrega: Bob Paisley, el hombre que heredó el legado Shankley y pusó a Liverpool en el lugar mas alto de Europa y el mundo. DT que hasta ahora sigue teniendo el record de 3 copas de Europa y la mayor cantidad de títulos en el club: 20. Éste Liverpool si lo agarraba a Boquita, le rompía la cola con hemorroides y todo!

Bob Paisley

[b]El nombre olvidado del Liverpool glorioso

Paisley, el triunfo de la sensatez[/b]

[ul]
[li]“Si usted está en el área y no sabe qué hacer con el balón, póngalo dentro de la red y luego estudiamos las otras opciones”[/li][li]“Tenga en cuenta que yo estuve aquí en los malos tiempos también. Hubo un año que quedamos segundos”[/li][/ul]
Ángel Liceras 06/07/11 - 12:52.

Usaba zapatillas, se resguardaba del frío con una rebeca de lana y protegía su cabeza con una gorrilla desgastada cuando tenía que protegerse del sol. Su corpachón escondía los miedos de un tipo humilde. Bob Paisley no vestía como un héroe, pero su inteligencia mostró de él lo que su imagen disimulaba. Sólo su sentido común hizo posible que convirtiese en leyenda a un Liverpool que ya había cogido inercia hacia la gloria.

La herencia que le dejó Bill Shankly en 1974 se antojó demasiado peso para un manager novato. Había servido a los red como jugador, fisioterapeuta y entrenador. “Ni siquiera estoy seguro de que puedo hacerlo”, dijo. Pero aceptó el reto de gobernar deportivamente el club y en nueve años ganó 19 títulos, entre ellos, tres Copas de Europa que aún lo mantienen como el técnico más laureado del torneo. Intuyó que con paciencia y psicología podría sacar todavía más provecho de una quinta de futbolistas cuya sed de triunfo podía estar saciada.

Kevin Keegan, una de las estrellas del equipo, confesó pasados los años que le sorprendió la forma en que Paisley se ganó el respeto del vestuario. “Con sensatez y trabajo se quedó con nosotros y aceptó las tácticas heredadas de Shankly. Supo implantar sus propias ideas gradualmente”, comentó en una conversación con Robert Galvin publicada en el libro The Football Hall of Fame.

Respetó los sistemas de Bill Shankly pero sintió como un yugo su asistencia habitual a los entrenamientos. Le incomodó hasta tal punto que le pidió que no volviese a aparecer por Melwood ya que distraía a los chicos y mermaba su autoridad.
Para Bob Paisley era indispensable mantener la unión del grupo. Así se lo enseñó la vida. Nació en 1919, en el seno de una pequeña comunidad minera de Hetton le Hole, una aldea cercana a Sunderland. Trabajó desde jovencito en las minas de carbón junto a sus tres hermanos y su padre. Conoció en su adolescencia el oficio de albañil… pero fue el fútbol el que le ofreció la manera de sentirse más útil.

Su destreza como jugador no pasó inadvertida en el pueblo. Entre los 11 y los 14 años fue la gran sensación del Eppleton, el equipo de su escuela con el que conquistó 17 trofeos. Sus días como futbolista profesional parecían arrancar definitivamente cuando el Bishop Auckland se interesó por él. Destacó del tal forma que Sunderland y Liverpool se disputaron su fichaje. El 8 de mayo de 1939 se presentó en las oficinas de Anfield.

La II Guerra Mundial cortó su trayectoria. Tenía 22 años cuando en 1941 y se vio obligado por el deber patrio. Se unió al Regimiento 73 de la Artillería Real y sirvió como uno más en el Octavo Ejército de Montgomery, las conocidas ratas del desierto que batallaron por el norte de África. Entre sus hazañas bélicas figura su concurso en la liberación de Roma, en 1944, al mando de un tanque aliado.

Acabada la guerra se marchó a vivir al condado de Merseyside, a Liverpool, ciudad natal de la gran parte de sus compañeros del frente. Se casó y volvió a jugar para los red. Sirvió esos colores hasta 1983.
Bob Paisley falleció en 1996, con 77 años, tras una larga lucha contra la enfermedad del Alzheimer. Ray Clemence, portero del Liverpool en la final de la Copa de Europa de 1981, le dedicó este recuerdo en The Independent: “Lo veo todavía en la víspera de aquella final frente al Real Madrid, tranquilamente paseando por el vestíbulo del lujoso hotel de París en que estábamos alojados; en zapatillas de andar por casa sobre las espesas alfombras y un ejemplar del Daily Mirror asomándole del bolsillo”. Es la figura de un hombre común, pero nunca habrá otro como él. Lo dice Kenny Dalglish, la persona que ocupa ahora su puesto en el banquillo.

//youtu.be/zWe4YylX76o

//youtu.be/6pEHSmoeXsM

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4° Entrega: MIGUEL MUÑOZ

[spoiler]4° Entrega: Miguel Muñoz, el DT que tomó el Madrid, dijo NO a la rescisión de Di Stéfano a pesar de la renovación por sangre jóven. Siguió haciendo grande en juego y títulos al club mas laureado del siglo XX. Conserva el record de mayor cantidad de partidos en casi 14 años en el puesto. Casi 9 de las 31 las ligas del club, pertecen a éste señor.

Miguel Muñoz



El técnico que obró el milagro de Malta
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La flor del Real Madrid yeyé[/SIZE]

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[li]“El éxito es el resultado de aunar la disciplina a los grandes momentos”[/li][li]“Mi mejor cualidad en el campo era que tenía una gran claridad de ideas dentro del equipo. Pasaba bien la pelota y me situaba espléndidamente en el terreno de juego”[/li][li]“Tengo una gran flor en el trasero”[/li][/ul]
Ángel Liceras 07/07/11 - 11:26.

Santiago Bernabéu encargó a Miguel Muñoz que completara la regeneración de un equipo que ya lo había ganado todo. Le adjudicó la misión de jubilar a un grupo de futbolistas que convirtió al Real Madrid en el club más grande del siglo XX. La tarea guardaba un mal trago. Debía comunicar a Di Stéfano que sus años de blanco habían terminado. Se negó y presentó la dimisión. Se la rechazaron, el Madrid perdió la final de la Copa de Europa y la saeta rubia dejó la entidad al terminar la temporada.

Miguel Muñoz (1922-1990) comenzó a entrenar al Plus Ultra, filial del Real Madrid, tras retirarse como jugador en 1958. Al curso siguiente aceptó la dirección del primer equipo y lo concluyó conquistando la quinta Copa de Europa, la que mantuvo al club como el gran referente futbolístico del continente. Supo guiar el cambio generacional con templanza y sin traumas, y alargó durante casi 15 años como técnico la estela victoriosa que dejó su amigo Don Alfredo.

Su permanencia en el banquillo de Chamartín fue todo un logro personal. La impaciencia de Santiago Bernabéu con los entrenadores -10 en sus primeros 16 años como presidente- hizo pensar que el ciclo de Muñoz no sería muy largo. Es todavía el hombre que más partidos de Liga ha dirigido en el Madrid (601). Los títulos y su trabajo silencioso fueron el salvoconducto de su puesto. Cuando se sintió agraviado por el comentario de algún rival contestó siempre con su peculiar retranca e ironía, que es un estado de la inteligencia.

La revisión de su infancia nos lleva a Madrid, al Colegio Calasancio -mismo centro en el que estudió años más tarde Emilio Butragueño-. Allí se enamoró del fútbol y decidió que quería ser futbolista. Militó en el Pavón, el Girod, el Imperio, el Logroñes y el Racing de Santander antes de debutar en Primera con la camiseta del Celta de Vigo en 1946. Dos años más tarde fichó por el Real Madrid y ahí se volvió un personaje inolvidable durante un cuarto de siglo. Destacó por ser un centrocampista técnico y estiloso, el mismo sello que intentó imprimir a sus equipos.

Como legado imborrable dejó la paternidad del Real Madrid yeyé. Históricos como Pirri, Amancio, Sanchis, Zoco o Velázquez triunfaron a sus órdenes. Muñoz cosechó éxitos y éxitos hasta que cambió el signo de los resultados. El 15 de enero de 1974 dejó el cargo al sentirse el máximo responsable de una temporada que caminaba por un camino peligroso, con el equipo a cuatro puntos del colista. Mientras, el Barcelona crecía gracias a un futbolista holandés llamado Johan Cruyff.

//youtu.be/BQberQT9rmI

Mudó sus maneras tranquilas al Granada (1975-1976), en donde ha tenido durante 35 años el nefasto honor de ser el último entrenador que lo dirigió en Primera. Luego fichó por Las Palmas (1977-1979), al que llevó a una final de Copa que acabó cediendo al Barça.

Su último banquillo de club fue el del Sevilla (1979-1982). Allí fue expulsado por primera vez en su trayectoria por afear a un árbitro cierta conducta complaciente con algunos jugadores del Real Madrid. Comprobó entonces que no siempre se presta a todos los equipos los mismos ojos. Los malos resultados provocaron su despido. De allí se llevó multitud de amigos y mucho cariño por una ciudad en la que se sintió realmente a gusto.

La vida le tenía reservado todavía un gran reto. Fue elegido seleccionador tras el desastre de España en el Mundial de 1982 -ya lo fue fugazmente en 1969 a trío con Luis Molowny y Salvador Artigas-. Ante sí, de nuevo, la tarea de reformar un equipo.

//youtu.be/iE-DfsohEvE

España mejoró su juego de la mano de Muñoz. Con él se obró el milagro ante Malta el 21 de diciembre de 1983. “Fue el día más feliz de mi carrera deportiva. Y miren que los he tenido felices”, reconoció. Hizo a la selección subcampeona de Europa en 1984; alcanzó los cuartos de final en México '86… La flor en el trasero, metáfora de la suerte acuñada por él, le abandonó en la Eurocopa de 1988. Se acabó el fútbol.

Miguel Muñoz falleció en Madrid el 16 de julio de 1990. El parte médico razonó su muerte como consecuencia de una cirrosis hepática que se complicó inoportunamente. La estadística le recuerda como el primer español en ganar la Copa de Europa como jugador y entrenador. La memoria popular, como uno de los mejores entrenadores nacionales de la historia.


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5° Entrega: RINUS MICHELS

[spoiler]5° Entrega: Rinus Michels, de pie señores! No sólo el padre del fútbol total, sino el padre del fútbol moderno. No hace falta decir más nada, solo admirar lo que hizo.

Rinus Michels

El padre del fútbol total [b]

El general Rinus Michels[/b][b]

“El fútbol es la guerra”, así lo definió el entrenador holandés que fue elegido por la FIFA el mejor del siglo XX

[/b] Ángel Liceras 08/07/11 - 11:05.

    No hay mayor regalo para un futbolista que el encontrarse en manos de  un entrenador capaz de imponerle disciplina y, además, ofrecerle el  espacio de libertad necesario para mostrar sus habilidades. [b]Rinus Michels (1928-2005)[/b]  fue para sus jugadores un general, un tipo serio e intransigente. Pero  supo como nadie sacar todo el brillo que puede lucir un equipo. Su  nombre fue durante años la vanguardia del fútbol.

Michels fue un innovador, el primer técnico que alcanzó la excelencia, el primer custodio del fútbol total. Inventó la fórmula perfecta: bloque + imaginación = espectáculo. Johan Cruyff fue la estrella indiscutible de su particular universo futbolístico. Entre ambos hicieron al Ajax campeón de Europa y dominador de la Eredivisie a finales de los 60. Juntos discutieron en el Barcelona la supremacía del Real Madrid yeyé a principios de los 70.

Hay quien considera que Michels no hizo sino continuar a su manera la senda abierta en el Reino Unido por Alf Ramsey, Jock Stein, Matt Busby, Bill Shankly, Don Revie, Bill Nicholson, Ron Greenwood o Allison Malcolm. Más allá de las comparaciones, la realidad es que fue él quien aglutinó el reconocimiento generalizado de todo el mundo. A los ojos de la FIFA es el mejor entrenador del siglo XX.

El Michels jugador desarrolló íntegramente su carrera en Ámsterdam, primero en el Ajax (1945-1958) y luego en el modesto Ámsterdam Zandvoortmeeuwen (1959-1960). Después de su retirada siguió vinculado al fútbol labrándose en silencio una carrera como técnico. Accedió al banquillo ajaccied en 1965 y apenas tardó una temporada en ganar su primera liga. Después llegaron tres más y el broche de una Copa de Europa que convirtió en legendario a aquel equipo formado por Ruud Krol, Johan Neeskens, Gerrie Mühren, Johny Rep, Piet Keizer y el propio Cruyff, entre otros.

En 1971 fichó por el Barcelona con el encargo de hacerlo mejor que el triunfante Real Madrid de Miguel Muñoz. El título liguero no llegó hasta 1974, con Cruyff ya de azulgrana.

Para ese mismo año tenía reservada toda una lección que quedó para los anales del fútbol. La Holanda que acudió a la cita mundialista de Alemania desplegó el mejor juego que se recuerda en la historia del torneo. Aunque perdió la final con el anfitrión, conquistó el título honorífico de mejor equipo que nunca ganó un Mundial. Allí se acuñó el término de la Naranja Mecánica, concepto que simplifica el despliegue racionalizado de un equipo tan trabajador como generoso con el espectáculo. Defensa y ataque como una sola cosa.

//youtu.be/loXDG-crJbI

La gloria con Holanda le llegó en su tercera etapa como seleccionador, en 1988, cuando ganó la Eurocopa junto a una generación sensacional de futbolistas tales como Ronald Koeman, Frank Rijkaard, Ruud Gullit y Marco van Basten.

Aquel triunfo llenó el vacío de éxitos que padeció desde que dejó definitivamente el Barcelona en 1978. Su camino deambuló por la liga de Estados Unidos y la Bundesliga hasta que cogió las riendas de la selección holandesa por última vez entre 1990 y 1992. “Era un entrenador con una superioridad natural que era respetada por el equipo; un hombre de pocas palabras, aunque en su última época se volvió más humano”. Así definió Koeman a Rinus Michels cuando falleció en Aalst (Bélgica) por culpa de un problema cardíaco. Fue el 18 de febrero de 2005. Tenía 77 años cuando su corazón le cobró la última factura de su amor por el fútbol frenético.


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6° Entrega: TELE SANTANA

6° Entrega: Tele Santana, el hombre que después de aquellos fracasos con la selección de Brasil en el '82 y '86, a comienzos de los 90s junto a tipos como Donizetti, Cafú, Raí, Palinha, Müller, puso al San Pablo en la cima del mundo del fútbol.

Tele Santana

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Tele Santana, ‘fio de esperança’

El ‘jogo bonito’ como principio [/b]
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[li]“El fútbol es arte, es divertido, siempre atacando”[/li][li]“Si tengo que mandar a mi equipo a dar patadas al rival o a ganar con un gol robado, prefiero perder el partido”[/li][li]“No hago milagros, no soy un inventor. Sólo trabajo con dedicación y mucho respeto”[/li][li]“Hay quienes me llaman romántico, pero me dedico al fútbol y eso me satisface mucho”[/li][/ul]
Ángel Liceras 09/07/11 - 12:27.

A la selección brasileña le hubiese bastado un empate ante Italia para alcanzar las semifinales del Mundial de 1982. Habría sido el premio mínimo y merecido para un equipo compuesto por un centro del campo de fábula: Sócrates, Zico, Falcao y Eder. Hay entrenadores incapaces de renunciar a sus principios futbolísticos bajo ninguna circunstancia. Tele Santana lo fue entonces. Aquella brillante selección quedó eliminada 3-2 víctima de su propia valentía. Brasil fracasó, pero su jogo bonito perdurará siempre.

Santana nació en 1931 en Itabirito, al sureste del país. Se crió en un ambiente futbolero favorecido por la figura de su padre, entrenador y presidente del equipo local. Junto a él depuró sus facultades como delantero. Empezó a volar en solitario a los 20 años, en el Fluminense. Era un joven de aspecto frágil, pero ágil e inteligente. Abordaba con descaro defensas temibles. No se intimidaba ante nadie. Amaba los retos. En Brasil se le recuerda como un amante de las causas perdidas.

“Más importante que ganar una Copa del Mundo es presentar el mejor fútbol. Lo importante es el espectáculo”. Esta frase de Santana justifica la inesperada derrota mundialista del 82, bautizada como ‘la tragedia de Sarriá’. El orgullo por el juego que desplegó la selección hizo aún más amarga la desdicha de la torçida. Algunos hinchas desbocados intentaron quemar su casa. Optó por la distancia y se refugió en el dinero saudita del Al-Ahli, su única experiencia en el extranjero.

Para entonces parecían muy lejanos los éxitos conseguidos en los diferentes campeonatos estatales en los que había entrenado. Su carrera en los banquillos comenzó en su querido Fluminense en 1969. Logró títulos con el Flu, con el Atlético Mineiro (1970-1976) y el Gremio (1977-1979). Tras un paso baldío por el Palmeiras aceptó el cargo de seleccionador.

El peor error que se pudo achacar a Santana en 1982 fue el de intentar ser fiel a la tradición de una camiseta. Su honestidad futbolística fue el mejor crédito que encontró la CBF para ofrecerle la ocasión de la venganza mundialista. Nunca antes un seleccionador fracasado había tenido una segunda oportunidad. Se le consideró el último hilo de esperanza -fio de esperança- al que aferrarse para ganar el Mundial de México de 1986. El pasado y la responsabilidad resquebrajaron la filosofía de un escarmentado Santana. “Esta vez no cometeremos los mismos errores. Jugaremos a la defensiva”, anunció. Hubo demasiadas distorsiones internas y externas durante el clasificatorio sudamericano y el torneo. Brasil no pasó de cuartos.

Pese al doble fracaso conquistó el cariño de la fanática afición brasileña. La revista Placar quiso saber cuál era para sus lectores el mejor entrenador de la historia del país como motivo del partido número 1.000 de la selecçäo. El elegido fue Tele Santana.


Nunca antes un seleccionador brasileño había tenido una segunda oportunidad tras un fracaso mundialista

Con maestría hizo del Sao Paulo el mejor equipo del mundo a principios de los 90. Lo ganó todo en Sudamérica (un Brasileirao, dos Libertadores, dos Recopas, una Supercopa…) y extendió su dominio al resto del mundo al hacerse con la Copa Intercontinental durante dos años consecutivos y ante dos equipos de leyenda: el Barcelona de Johan Cruyff, en 1992; y el Milan de Fabio Capello, en 1993.

Un derrame cerebral en 1996 le obligó a dejar de entrenar para siempre. Fumador y diabético, debía atender su salud por encima de cualquier cosa. Aunque siguió ligado al fútbol como asesor del Palmeiras, el futuro sólo le deparó complicaciones. Tele Santana falleció el 21 de abril de 2006. Su cuerpo descansa abrazado por el afecto de millones de brasileños en el cementerio Parque de la Colina, en la capital del estado de Minas Gerais, en la ciudad de Belo Horizonte.

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//youtu.be/nBQfN6I-BhA

//youtu.be/2KIQ2ALdCGc

7° Entrega: UDO LATTEK

7° Entrega: Udo Lattek, el DT más ganador de Alemania, destacado por ser 2 veces Tricampeón con Bayern Münich (con los futuros campeones del mundo Beckenabauer, Müller, Breitner, Maier, Hoeness, Kapellman) y Bicampeón con el Borussia Moenchengladbach, y el primer Alemán campeón de la Copa de Europa el para continuar la egemonía sajona de década y media (holandeses, alemanes e ingleses de 1970 a 1984) en el continente a nivel de clubes.

Udo Lattek

El técnico alemán más laureado de la historia[SIZE=2]

El profesor Udo Lattek[/SIZE]

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[li]“Siempre tocaba la tecla correcta”, reconoció Beckenbauer, el hombre que lo llevó al Bayern de Munich[/li][li]Fue el primer en señalar al ‘entorno’ como el principal responsable de los males del Barcelona en los 80[/li][li]Ganó las tres grandes competiciones europeas con tres equipos distintos[/li][/ul]
Ángel Liceras 10/07/11 - 18:58.

Udo Lattek fue uno de los miembros del cuerpo técnico de la selección alemana que acudió al Mundial de 1966. Se había echo un hueco al lado de Helmut Schoen gracias a su labor en las categorías juveniles de la federación. Allí coincidió con Franz Beckenbauer, que cuatro años más tarde le lanzó un mensaje en privado: “Tengo el encargo de preguntarte su quieres entrenar al Bayern de Munich”. Lattek dijo que sí. Fue el comienzo de la carrera del entrenador alemán más laureado de todos los tiempos.

Entre 1970 y 1975 hizo del Bayern el mejor equipo de Europa, pese a su relativa inexperiencia en los banquillos. Jugó con la ventaja de tener bajo sus órdenes a una excelente quinta de futbolistas. Estrellas como Beckenbauer, Müller y Maier vieron como Hoeness y Breitner llegaban para reforzar la plantilla. La gran responsabilidad de Lattek fue mantener orden y concierto entre tanto talento.

Su magisterio fue clave. Era un gran motivador de vestuarios. Sabía aplicar las órdenes con la didáctica adecuada. “Fue para nosotros algo más que un golpe de suerte. Él sabía perfectamente lo que necesitábamos. Siempre tocaba la tecla correcta”, reconoció Beckenbauer con los años.

Udo Lattek (Bosemb, Prusia del Este -actual Polonia-, 1935) sabía perfectamente lo que pensaba un futbolista porque lo había sido, porque había practicado deporte desde muy joven. “Corría más rápido que la pelota”, dijo en una entrevista cuando le preguntaron por su época de atleta. Corría los 100 metros en menos de 11 segundos. Sus aptitudes en el tartán le sirvieron para convertirse en un delantero rápido con un excelente remate de cabeza. Jugó en el Marienheide, el Bayer Leverkusen, el Wipperfürth y el Osnabrück, donde se retiró al cumplir los 30 años. Parte del dinero que ganaba con el fútbol lo dedicaba a pagarse el título de profesor.

Seis trofeos en cinco años como técnico del Bayern de Munich no le bastaron para salvar el puesto en la sequía de 1975. Atendió con gusto la llamada del Borussia Mönchenladbach (1975-1979), donde continuó su exitosa carrera con dos nuevas Bundesligas y una Copa de la UEFA antes de marcharse al Borussia Dortmund.

En junio de 1981 firmó con el Barcelona. Dedicó el verano a mejorar su español y se presentó ante la plantilla como un compañero más que como un jefe. “Llegó hablando un castellano perfecto. Al principio dejó una gran impresión”, explicó Bernd Schuster, estrella del Barça en ese momento. Todo parecía ir bien aquella temporada. El equipo se mostró como un líder sólido hasta que faltaron seis jornadas. Cedió la Liga a la Real Sociedad y se tuvo que conformar con el premio de la Recopa.


“Llegó hablando un español perfecto. Al principio dejó una gran impresión”, recuerda Schuster de su llegada al Barça

La llegada de Maradona en 1982 debía ser el inicio de una época prometedora del Barcelona. Las circunstancias mejoraron poco y Lattek fue despedido antes de acabar el campeonato. Nunca dedicó un reproche concreto pese a que su estancia en el club no fue tan plácida como se podía pensar en un principio. Fue el primer técnico en hablar del famoso entorno azulgrana, esa peligrosa pócima de política, poder, vanidades y envidia que enturbió la entidad durante buena parte de su historia. “Aquí no se compite con el Real Madrid sino que se está en guerra con el Real Madrid”, señaló tiempo después.

Volvió a casa. Escribió el final de su trayectoria con letras mayúsculas devolviendo al Bayer de Munich el dominio de la liga alemana. En 1987 hizo firme su decisión de dejar los banquillos. Vivía el fútbol con pasión y le resultó imposible mantenerse completamente apartado de ellos. Aceptó el encargo momentáneo de dirigir al Colonia (1991), el Schalke 04 (1992) y el Borussia Dortmund (2000), al que salvó del descenso en tan solo cinco partidos.

“Creo que lo que le ha distinguido como entrenador es, sobre todo, la gran confianza que le tenía los jugadores, una confianza muy grande”, explica Karl-Heinz Rummenigge, quien fuera su pupilo. La credibilidad de Udo Lattek le avaló como colaborador en diferentes medios de comunicación. Se convirtió en un afamado comentarista televisivo durante 16 años.

En 2010, un derrame cerebral le obligó a reservarse en casa más de lo deseado. Se despidió definitivamente de los espectadores el pasado mes de mayo. Ahora lleva una plácida vida de jubilado en Colonia, aunque sigue domando el gusanillo del fútbol con algunas colaboraciones en la prensa escrita. Aún hoy es uno de los dos únicos técnicos capaz de ganar las tres grandes competiciones europeas con tres equipos distintos.

//youtu.be/sf9eaos5ZxQ

8° Entrega: CÉSAR LUIS MENOTTI

8° Entrega: Menotti. Un DT que ha creado adeptos y desertores a su ideolgía. Pero si hay que reconocer que fue piedra fundamental en la reestructuración del fútbol argentino, sobre todo a nivel Selección Nacional. Hoy, en el fútbol contemporáneo, aunque su filosofía ya no pueda llevarse a cabo como en aquellos años, partes de la misma sí pueden ser tomadas y hasta verse reflejadas en varios de los equipos del mundo en la actualidad, como así también de otras corrientes fútbolisticas. Ya que hoy, la exigencia y competitividad es tan alta que exige siempre superarse y evolucionar, no quedarse en algo que ya fue superado, sino, a eso, ir incorporándole o mejorandole cosas para estar mas acorde a la realidad del fútbol actual.

César Luis Menotti



Menotti y el nuevo destino argentino

El fútbol, según los poetas

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[li]“Se puede dejar de correr, o dejar de entrar en juego durante largos minutos; lo único que no se puede dejar de hacer es de pensar”[/li][li]“Yo me siento torero, no banderillero”[/li][li]“El fútbol es tan generoso que evitó que Bilardo se dedicara a la medicina”[/li][/ul]
Ángel Liceras 11/07/11 - 11:28.

Hay quien considera que César Luis Menotti creó el fútbol de izquierdas como si el balón fuera sensible a las ideologías. Su figura aisla cualquier creencia política porque esencialmente es la de un filósofo, la de un defensor del juego de ataque, la de un amante del espectáculo. “El gol debe ser un pase a la red”, dijo. El Flaco es el entrenador argentino cuyas ideas futbolísticas más han trascendido, el hombre que llevó a la albiceleste a la conquista de su primer Mundial.

“Nací en una cancha de fútbol”, ha explicado Menotti en alguna entrevista. Lo hizo en Rosario, en 1938, en la casa de sus abuelos. Pasó gran parte de su infancia en el barrio de Fisherton. Con 18 años se aventuró a jugar al fútbol sin descuidar sus intereses intelectuales. Se sacó el graduado en Ciencias Químicas mientras inició su carrera como jugador en Rosario Central. Jugó después en Racing, en Boca Juniors, un año en The Generals de Nueva York, junto a Pelé en el Santos, y en 1970 se retiró en el Juventus brasileño.

Aquel delantero con capacidad para actuar como centrocampista necesitaba el fútbol para expresarse. Pronto se aventuró a dirigir equipos, con esa estampa de tipo delgado que en casi todas las fotografías aparece fumando con gusto. Dirigió a trece equipos distintos, pero sus conquistas se produjeron en tres: Huracán, la selección argentina y el Barcelona.

Tras debutar en un banquillo como segundo entrenador en Newell’s Old Boys, recibe en 1972 la visita personal del presidente de Huracán, que confía en el criterio y el verbo de Menotti a pesar de su inexperiencia. Conquistó el campeonato Metropolitano de la mano de un plantel excelente de jugadores tales como Brindisi, Babington, Basile, Housemann o Larrosa.

Todos los equipos de Menotti tuvieron la premisa clara de que al fútbol se juega pensando. Siempre. Él mismo resumió su ideario así: “Un entrenador genera una idea, luego tiene que convencer de que esa idea es la que lo va a acompañar a buscar la eficacia, después tiene que encontrar en el jugador el compromiso de que cuando venga la adversidad no traicionemos la idea”.

La valentía de sus propuestas convenció a la AFA para encargarle la dirección de la selección en 1974, con apenas dos años de antigüedad en el gremio. Con su labor revolucionó las estructuras del fútbol argentino e hizo de la albiceleste un equipo estético y luchador. El gran éxito de su vida fue la conquista del Mundial de 1978, título disputado en casa en lo que fue una operación de imagen del régimen dictatorial de Jorge Videla. Argentina fue campeona del mundo por primera vez en su historia. Menotti cumplió con su parte, pero con el tiempo se sintió utilizado. “Fui usado. Lo del poder que se aprovecha del deporte es viejo como la humanidad. Nadie podía imaginarse que en esas horas se tiraban a los cadáveres al océano”, explicó en una entrevista publicada en el diario Corriere Della Sera el 18 de junio de 2008.

La victoria mundialista no fue fácil en todos los órdenes. La prensa local no entendió antes del torneo que un joven llamado Maradona no estuviese convocado y Kempes sí. Los resultados dieron la razón al seleccionador. Kempes fue la estrella del campeonato y el máximo goleador con seis tantos, dos ellos en la final con Holanda. Maradona obtuvo el tiempo que necesitaba para confirmarse al año siguiente como la gran promesa argentina durante la conquista del Mundial Sub '20, también a las órdenes de Menotti.


Menotti llegó al Barça en 1983 por mediación de Maradona

El Flaco fichó por el Barcelona en marzo de 1983 para suplir al destituido Udo Lattek. El club atendió los consejos de su jugador franquicia, un Maradona que necesitaba de un técnico que le dejara hacer tanto dentro como fuera del campo. El Barça ganó la Copa y la Supercopa -entonces Copa de la Liga-. Al curso siguiente hubo vacío de títulos y los dos argentinos abandonaron el club. El jugador se marchó a Nápoles. El técnico se tomó dos años de excedencia lejos de los terrenos de juego.

Es también por esas fechas cuando nace su rivalidad con Carlos Salvador Bilardo. El nuevo seleccionador de Argentina acude a Barcelona a entrevistarse con el hombre que la había hecho campeona. Le pide su consejo, pero “Es una risa, viene, me vuelve loco a preguntas, le fundamento lo que le conviene, va allá y hace todo al revés. No algo, todo”, comentó Menotti indignado a la prensa de su país. Así comenzó una guerra entre dos formas de entender el juego. La habilidad y el refinamiento de los poetas como Menotti frente a la táctica y el estudio de los filósofos como Bilardo.

Menotti se volvió nómada. Huyó de los contratos largos y acumuló etapas en una decena de equipos diferentes hasta que se retiró en 2010. Aunque fuera del día tras día del fútbol sigue siendo una de sus voces más autorizadas, el socorro perfecto para cualquier análisis. En marzo de este año sufrió una afección pulmonar que casi le cuesta la vida. Pese a todo, sigue impartiendo cátedra en su columna mensual en GMS, una filial de la agencia mundial de noticias DPA.

//youtu.be/51G9HyPTFGY

interesante entrevista a Redondo, hasta hacen referencia River,je.

//youtu.be/1I_5Ac9CVgI

9° Entrega: ALEX FERGUSON

9° Entrega: Alex Ferguson. DT de caracter fuerte, motivador, inteligente, ganador y de pocas pulgas (también llorón), considerado desde 2010 como el mejor de la historia, Ferguson es además el más laureado y con más años en su cargo (desde 1986 hasta la fecha), trayendo a un grande de Inglaterra, Europa y el mundo como el Manchester United a los primeros planos nuevamente hace ya 2 décadas, además de la aparición y consagración de grandes jugadores destacados en su gestión.

Alex Ferguson

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Sir Alex Ferguson y su hegemonía en el fútbol mundial[/b] [SIZE=2]

Entrenador de entrenadores
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[li]“Para ganar un partido lo más fácil sigue siendo tener el balón”[/li][li]“No hay que dejar pasar demasiado tiempo sin fichar. Esto crea un exceso de comodidad”[/li][li]“El fútbol es cada vez más un ajedrez y en el ajedrez, si pierdes un segundo la concentración, estás muerto”[/li][/ul]
Javier Estepa 12/07/11 - 11:18.

Sir Alex Ferguson es toda una institución en el mundo del fútbol. Su palmarés es envidiable. Su figura como entrenador no es respetada, sino idolatrada. Ferguson lo ha ganado todo con el Manchester United y ha hecho del club inglés uno de los equipos referentes del panorama mundial.

El camino para llegar al sitio donde se encuentra ahora mismo no fue fácil. Después de una etapa como jugador más que discreta, Sir Alex Ferguson decidió probar fortuna sentado en un banquillo. Desde finales de la década de los 70 dirigió al St. Mirren (tres temporadas) y al Aberdeen (seis temporadas).

Su trayectoria fue más que destacada (llegó a arrebatar la Recopa del 83 al Real Madrid de los Di Stéfano, Santillana y Juanito) dio el salto a un Manchester United que ni por asomo era lo que es ahora. Nada más llegar al equipo de los red devils dio la razón a las personas que le llamaban Furious Fergie e impuso a todos los jugadores una estricta disciplina que todos sin excepción debieron cumplir.

Uno de sus escándalos más sonados ocurrió en 2003. A Ferguson no le gustaba cómo estaba jugando su equipo en un partido. En el descanso, pegó una patada a una bota y fue a parar a la ceja de David Beckham. El ‘7’ del United reconoció en su autobiografía oficial que llegó a perder los nervios y se lanzó a por el técnico. Se especuló durante mucho tiempo si la reacción de Ferguson fue fortuíta y realmente fue a hacer daño a Beckham.

Desde los primeros años de la década de los 90 comenzó a llenar las vitrinas del Manchester United con títulos de todos los colores: 12 Premier League, cinco FA Cup, dos Ligas de Campeones, una UEFA, una Intercontinental, un Mundial de Clubes y así hasta un largo etcétera.

Creó y dirigió la fantástica hornada de los Fergie Babes (se llamó así para hacer un guiño a los Busby Babes), formado por Nicky Butt, Paul Scholes, Ryan Giggs, Gary y Phil Neville y David Beckham. Con ellos llenó de alegría la grada de Old Traford al conquistar multitud de éxitos.

Su excelente labor en los banquillos ha provocado que recibiera, entre otras distinciones, dos Balones de Oro al mejor entrenador (1999 y 2007) y dos galardones al mejor técnico del año otorgado por la UEFA (2007 y 2008). Además, en la Premier League ha sido considerado ‘Entrenador de la década’ en multitud de ocasiones.

Todo esto ha hecho que Ferguson, que fue nombrado en 1984 como Caballero de la Orden del Imperio Británico y desde entonces lleva solapado el distintivo de Sir, sea considerado el entrenador de los entrenadores.

Sir Alex, el hombre que cambió la historia del Manchester United

Gracias a él, el ManU pasó de ser un equipo que vivía de los recuerdos a ser uno de los más importantes y conocidos del mundoHasta su llegada, el United era un equipo que aún vivía de su única época dorada, la de finales de los 50 hasta mediados de los 60, cuando consiguió su primera y hasta entonces única Copa de Europa, y del mal recuerdo del accidente aéreo de Múnich, donde perdió a una generación de futbolistas llamados a hacer historia. A parte de la ‘Orejona’, el palmarés del Manchester se reducía a siete ligas, seis copas y nueve supercopas inglesas. Era un club importante, pero venido a menos. La sombra del Liverpool en Inglaterra era alargada y ni que decir tiene que en Europa no pintaba casi nada.

Con Ferguson todo eso cambió. El equipo comenzó a conquistar una liga tras otra, a ser la referencia del país, a ser un candidato a cualquier título nacional e internacional y a convertirse en el club más rico y conocido del mundo. Hubo que tener paciencia con él, porque los éxitos tardaron en llegar. Antes de entrenar tuvo que hacer un lavado de cara a la institución. Fueron cuatro años en los que tuvo que reestructurar el club y retocar mucho una plantilla acomodada y deprimida hasta dar con la tecla.

Durante este primer periodo el equipo fue como una montaña rusa, con buenos y malos momentos, pero el público estaba cansado de esperar y el despido del escocés era inminente -‘tres años de excusas y esto es todavía una basura’, rezaban a veces pancartas en Old Trafford-. Pero esa tecla que estaba buscando Sir Alex se activó en el último instante. Una inesperada victoria en la FA Cup ante el Nottingham Forest pasó de ser su epitafio a ser el pistoletazo de salida. El equipo pasó de ronda y acabó ganando la copa de 1990.

Tras ese primer título, al año siguiente llegaron la Recopa -lograda ante el Barcelona- y la Supercopa de Europa, segundo y tercer títulos internacionales de la historia del club. Pero se seguía resistiendo la liga, algo que llegó en el 93 tras una nueva temporada intermedia de desilusión. La llegada de Cantona fue clave. Ferguson encontró al líder que no había tenido hasta ahora. Con jugadores como Giggs y Hughes, el francés era la única pieza que le faltaba para volver a hacer al Manchester un gran equipo. Dos años depués se unirían al francés los ‘Fergie Babes’ -Phil y Gary Neville, David Beckham, Paul Scholes y Nicky Butt- que completarían una plantilla ganadora.

Ahí se inició el United que todos conocemos y que en este periodo ha conquistado más títulos que en el resto de su historia. 12 ligas de las últimas 19 -que le han situado con 19 títulos en el rey absoluto de Inglaterra-, cuatro copas, cuatro copas de la liga, ocho supercopas inglesas y, sobre todo, dos Ligas de Campeones, una Intercontinental y un Mundial de Clubes entre 1993 y 2011. En total, 36 títulos de los 59 que tiene el club. Y en toda esa amalgama de trofeos, un año histórico que le valió el reconocimiento de Sir en el Reino Unido, 1999, en el que el equipo logró el Triplete, siendo el tercer equipo en la historia en conseguirlo.

Por sus títulos, pero sobre todo por su capacidad para transformar un club y aguantar tanto al frente, Ferguson es uno de los mejores entrenadores de la historia del fútbol. Año tras año ha ido acrecentado su figura, a veces engreídamente ensalzada que le ha llevado a dar patinazos, pero con una gran capacidad para reinventarse y sacar el máximo provecho de lo que tiene, hacer grandes fichajes y explotar la cantera.

También triunfó en el Aberdeen
La devoción por Ferguson no se limita sólo al United. Es un sentimiento compartido con el Aberdeen, al que le deben mucho, puesto que con él vivieron la etapa más gloriosa de su historia. Fue su tercer equipo -tras el East Stirlingshire y el St. Mirren- antes de aterrizar en Old Trafford y al que llevó a la conquista de tres ligas escocesas -hasta entonces tenían una-, cuatro copas, una Copa de la Liga y, sobre todo, sus dos únicos títulos internacionales, la Recopa -ganada al Real Madrid- y la Supercopa de Europa de 1983. Desde entonces, el Aberdeen sólo ha conquistado dos Copas de la Liga y una Copa escocesa.

//youtu.be/XNjtN5gQl1M

10° Entrega: ARRIGO SACCHI

10° Entrega: Arrigo Sacchi. DT del equipo que le dió otra cara al castigado fútbol italiano catalogado desde hace décadas con el famoso “catenaccio”. Supo amalgamar un estilo de presión, marca zonal y ocupar espacios de manera uniforma a la hora de atacar, de la mano de refuerzos locales de categoría (Baressi, Ancelotti, Donadoni, etc), jóvenes del club (Maldini, Costacurta) y el trío holandés que le puso la calidad y efectividad como frutilla del postre (Rijkaard, Gullit y Van Basten).

Arrigo Sacchi

ARRIGO SACCHI Y SU MANERA DE ENTENDER EL FÚTBOL ITALIANO

Un técnico destinado a ser campeón

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[li]“Cuando llegué era el señor ‘Don nadie’ porque venía de Segunda”[/li][li]“En el Milan teníamos buenos jugadores, pero lo importante era que teníamos un equipo”[/li][li]“Con el Milan jugamos dos veces el trofeo Bernabéu y Butragueño nos dijo que no nos invitarían más. Siempre les ganamos”[/li][/ul]
Javier Estepa 13/07/11 - 11:32.

  Arrigo Sacchi lo tenía claro desde muy temprana edad. [b]"Sabía que iba a convertirme en un campeón"[/b].  Este italiano nacido en Fusignano no tuvo nada de suerte como jugador  (nunca llegó a ser profesional) pero alcanzó el éxito sentado en un  banquillo. Fue como un obrero del fútbol: del último escalón hasta  llegar al Olimpo de los entrenadores.

Arrancó su periplo como técnico en el Rimini Calcio, en la temporada 1982/83 y sólo necesitó tres campañas en la Serie C1/A y dos en un Parma en horas bajas para dar el salto a uno de los equipos más laureados y respetados (ver "El Milan de Sacchi) del fútbol italiano. El Milan se hizo con los servicios de Arrigo Sacchi en 1987… y fue cuando comenzó a engordar su palmarés: un Scudetto, una Supercopa de Italia, dos Ligas de Campeones, dos Intercontinentales y dos Supercopas de Europa fueron directas a las vitrinas del conjunto ‘rossonero’ cuando Sacchi llevaba el mando.

La popularidad de Arrigo subió como la espuma en el Milan y eso le abrió las puertas de la selección italiana. En los primeros años de la década de los 90 recibió una oferta para dirigir a la ‘azzurra’. Su objetivo era claro: había que devolver al combinado nacional a la élite del fútbol mundial. Dicho y hecho. Italia se presentó en el Mundial de Estados Unidos como una de las favoritas. Sacchi metió a Italia en la final del campeonato con un gran Roberto Baggio. Después de eliminar a España en cuartos y a Bulgaria en semifinales, la ‘azzurra’ no pudo con la todopoderosa Brasil.

Su pesadilla en España
Aún así el resultado fue todo un éxito y Arrigo Sacchi siguió al frente de la selección italiana dos años más. En 1997 regresó al Milan para posteriormente dar el salto al fútbol español. Fue un gran reto para Sacchi… que acabó convirtiéndose en pesadilla. El técnico llegó al Atlético de Madrid como una gran apuesta deportiva. Tuvo plenos poderes para fichar a los jugadores que deseara pero acabó marchándose antes de que finalizara la temporada tras una desastrosa racha de resultados.

En 2004 no desistió en su empeño de triunfar en España y fue nombrado por el Real Madrid director deportivo. Florentino Pérez puso su confianza en él pero un año más tarde acabó su periplo en el club blanco sin haber alcanzado las premisas que le fueron impuestas. España fue una auténtica pesadilla para Arrigo Sacchi.

Creador de un fútbol distinto
Pese a este duro golpe en su carrera, el entrenador italiano siempre será recordado por ser el creador de una nueva forma de entender el fútbol en Italia. Sacchi hizo del Milan un equipo imbatible y con un esquema basado principalmente en la presión en el centro del campo. Baresi fue su extensión dentro del terreno de juego. Sacchi ordenaba y Baressi ejecutaba.

Los éxitos no tardaron en llegar y consiguió por méritos propios entrar en el Olimpo de entrenadores del fútbol italiano. Desde el último escalón hasta lo más alto. Y Arrigo Sacchi siempre lo tuvo claro: “Sabía que iba a convertirme en un campeón”.

El Milan de Sacchi

Italia siempre ha vivido acompañada del término ‘catenaccio’. Su fútbol ha estado a la sombra de las reticencias ofensivas y la acumulación de defensas por detrás del balón. A lo largo de los años se ha acusado de ese afán resultadista a todos los equipos italianos, pero como en cualquier generalización, existen ciertas excepciones. El Milan de finales de los 80 y comienzos de los 90 es una de ellas. Un equipo cuya habilidad defensiva fue empleada para desplegar un torrente de recursos en ataque que le permitió elevarse hasta la categoría de leyenda. Pero no una cualquiera, sino una que quizá le sitúe entre los cinco equipos más grandes de todos los tiempos.

Más allá de los títulos obtenidos o los jugadores en nómina que se sucedieron por el conjunto ‘rossonero’, en el reciente recuerdo permanece un fútbol de alta escuela, con conceptos pioneros que dieron una vuelta de tuerca más a este deporte, y una filosofía de juego compleja a la par que atractiva. Su defensa en zona, la presión adelantada la ocupación de los espacios en ataque marcaron la seña de identidad en un equipo surgido del cerebro de un genio de los banquillos: Arrigo Sacchi.

Algo antes de su llegada, un tal Silvio Berlusconi aterrizaba en Milanelo para recuperar a un equipo azotado por los escándalos y los fracasos deportivos. Dispuesto a colocar al Milan entre los más grandes, Berlusconi realizó el esfuerzo económico necesario para reflotar al gigante italiano. Sin embargo, faltaba un talento en el banquillo que supiera encajar todas las piezas y liderara con personalidad un proyecto ambicioso. Esa punta del iceberg llegó en un partido de Copa donde, un recién ascendido Parma protagonizaba el primer revés de la ‘era Berlusconi’. Al finalizar el encuentro, el mandatario ‘rossonero’ preguntó a un ayudante: “¿Cómo se llama el entrenador del Parma?" “Arrigo Sacchi”- repuso-. "¿Arrigo qué?”. Jamás se le volvería a olvidar ese nombre. Ahí arrancaba el mejor Milan de la historia.

Un equipo al que llegaron Galli de la Fiorentina, Donadoni de la Cremonese, Colombo del Avellino, Ancelotti de la Roma, Virdis de la Juve o Evani de la Sampdoria. Pero hubo tres incorporaciones que marcaron, por encima del resto, el destino de este Milan. Un trío de holandeses que pusieron la nota exótica y distintiva. El factor diferencial que distingue a los buenos equipos de los eternos. Ruud Gullit, del PSV, Frank Rijkaard y Marco Van Basten, del Ajax, completaron un equipo de ensueño en el que la gente de la casa como Baresi o los jóvenes Maldini, Costacurta y Tassoti añadieron el sentimiento, el orden y el compromiso.

El salto de calidad holandés

El resultado fue un colectivo magistralmente coordinado, con un Baresi imperial en la retaguardia que ordenaba el ‘pressing’ a la voz de ¡¡Milán!!, un tridente en el mediocampo donde Rijkaard ponía la cordura táctica aderezada de elegancia, y una conexión arriba en la que el despliegue físico y la amplitud de recursos de Gullit acompañaban al mayor genio de los once, Marco Van Basten. El genial delantero tulipán era un virtuoso del remate. Pocos puntas en la historia han gozado de tantas alternativas para acabar las jugadas. Muy pocos.

En el primer año con Sacchi al frente, ese Milan alzó el ‘Scudetto’ y la Supercopa de Italia. En el torneo doméstico, con Van Basten lesionado durante gran parte del curso, consigue mantenerse al ritmo del Nápoles de Maradona hasta las últimas jornadas. A falta de tres, y con delantero referencia ya recuperado, supera por fin en la clasificación al equipo del ‘Pelusa’ ganándole en su propia casa por 2-3, con un doblete Virdis y otro tanto de Van Basten.

La gesta despierta el optimismo ‘rossonero’ de cara al gran reto que espera la próxima temporada: la Copa de Europa. El objetivo es ambicioso y merece plena dedicación. Los jugadores pasan ocho horas en Milanelo y se entrenan en doble sesión, cuatro horas de balón y físico y cuatro horas de entrenamiento táctico. Se despiertan pensando en fútbol, se acuestan pensando en fútbol, comen con el fútbol en la cabeza. Bueno, esto último no. Al menos no para Van Basten. Así lo contó Santiago Segurola hace tiempo en uno de sus artículos: “La obsesión de Sacchi le ocupaba todos los minutos del día. Un día se acercó a Van Basten mientras el jugador almorzaba. Quería precisar un detalle del juego, un problema menor que a Sacchi le parecía inaplazable. Van Basten no aguantó más. Se giró y miró a Sacchi. “Mientras como, no”, contestó”.

Preparado para lidiar con las grandes potencias europeas, el Milan sufrió en los inicios ante un gran Estrella Roja y un correoso Werder Bremen. A partir de ahí, llegó la exhibición. Vapuleó en un partido histórico al Madrid de la ‘Quinta del Buitre’ con una manita grabada a fuego en el corazón de los merengues y, en la final, se paseó ante el Steaua de Bucarest de Lacatus y Hagi (4-0) con sendos ‘dobletes’ de Gullit y Van Basten. Muy pocas veces se vio ganar a un equipo máxima competición continental con la suficiencia que lo hizo el de Sacchi.

En ese momento dulce, competiciones como la Supercopa de Europa (ante el Barcelona) o la Copa Intercontinental (frente al Atlético de Nacional colombiano) aumentan el palmarés y prolongan el misticismo de un conjunto que enamora allá por donde pasa. Curiosamente, la mayor competencia la encuentra en la Serie A, donde el Inter y el Nápoles consiguen romper momentáneamente su hegemonía

//youtu.be/pLMlakAi4sg

Y lo consiguen, entre otras razones, por la prioridad que desde el club se da a la competición europea. Como vigente campeón, el Milan vuelve a saborear la gloria en el torneo más importante. De nuevo los ‘rossonero’ caminan con paso firme por los grandes estadios del resto del continente y el Madrid de la ‘Quinta del Buitre’, nuevamente, o el siempre difícil Bayern de Múnich, se echan a un lado en el trayecto hacia un nuevo título. En Viena, ante el Benfica de Eriksson, un solitario tanto de Rijkaard es suficiente para que el Milan logre su segunda Copa de Europa consecutiva.

Vuelven a caer la Supercopa de Europa (ante la Sampdoria) y la Intercontinental (ante el Olimpia de Paraguay) pero la ‘era Sacchi’ toca a su fin. Hay quien dice que esa etapa finalizó el día en el que los focos del Velodrome se apagaron. El Milan iba camino de su tercera Champions pero el Marsella se interpuso en su inmaculada trayectoria. Tras el 1-1 en Italia, el equipo de Sacchi caía por 1-0 cuando parte del terreno de juego se quedó a oscuras. Se detuvo el choque y el Milan, en señal de protesta, decidió no saltar al campo. La eliminatoria se le dio por perdida y las críticas no se hicieron esperar.

//youtu.be/-gld2A0ljZY

Saccchi hizo las maletas rumbo al combinado nacional y Capello heredó un equipo perfectamente estructurado y con el gen de campeón. Pero ya no fue lo mismo. Los títulos cayeron por su propio peso, pero con otros jugadores y un estilo nuevo. Fue la inercia ganadora, pero sin el sello Sacchi.

11° Entrega: FABIO CAPELLO

11° Entrega: Fabio Capello. Como bien dice, un DT obsesivo por la victoria. Trabajador, severo, de caracter y personalidad fuerte que lo ha llevado no solo al éxito sino a tener controversias, inclusive con algunos de sus dirigidos o superiores, llevándolo a renuncias o despidos antes de cumplir sus contratos. Aún así, a partir de dicha disciplina y adaptación a los recursos de sus planteles, logró exprimir aquello que necesitaba para lograr el objetivo básico y primordial: la victoria.

Fabio Capello

El general Fabio Capello
La victoria como obsesión

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[li]En 1991 tomó las riendas de un Milan legendario alargando su estela campeona con un ciclo victorioso[/li][li]Vivió dos controvertidas etapas como técnico del Real Madrid[/li][li]La selección inglesa es la última estación de su exitosa carrera[/li][/ul]
Hay entrenadores que esculpieron su ideario futbolístico guiados por la sencillez. Es el caso de Fabio Capello, para quien el ruido que circunda el fútbol es una interferencia incómoda e innecesaria. El objetivo de un juego es ganarlo. No hay otra regla ni mayor satisfacción. “El fútbol es un deporte simple en el que a algunos les gusta hablar. A mí me encanta ganar”, resume. Su palmarés le ha dado la razón.

Su empeño en la victoria le ha otorgado fama de tipo severo. No admite condiciones. Sólo trabajo. Jugadores que han estado a sus órdenes, como en el caso de Gianluigi Buffon, le han definido como un técnico totalitario. Para otros, como David Beckham, es el mejor que han tenido. Con palabras y hechos ha demostrado que tiene ideas claras, con sus virtudes y defectos.

La carrera de Capello ha estado impregnada de éxito en sus etapas de futbolista y entrenador. Nació en San Canzian d’Isonzo, un pueblecito cercano a Trieste, casi en la frontera con Eslovenia. Jugó al fútbol como antes lo hicieron su tío y su padre, que incluso llegó a entrenarlo en el modesto Pieris. Jugó de centrocampista y perteneció a equipos importantes de su país como la Sampdoria, la Roma, la Juventus y el Milan. Llegó a ser 32 veces internacional con Italia.

Debutó como entrenador interino del Milan en los últimos seis partidos de la temporada 86-87. Debió ceder el puesto a Arrigo Sacchi, aunque continuó en el cuerpo técnico. En 1991 tomó las riendas de un equipo legendario alargando su estela campeona con un ciclo victorioso que alcanzó el cénit en la final de la Copa de Europa de 1994, cuando pasó por encima del Barcelona de Johan Cruyff con un 4-0 histórico.

//youtu.be/8Lkmn8jwrPc

Lorenzo Sanz fue el hombre que lo llevó al Real Madrid por primera vez en 1996. Necesitaba un entrenador con la firmeza suficiente para realizar una renovación en el vestuario y le otorgó plenos poderes en cuestión de fichajes. Seedorf, Roberto Carlos, Panucci, Raúl, Redondo, Suker y Mijatovic son los nombres clave de un equipo que quedó campeón de Liga. Su estancia en Madrid se enrareció a los pocos meses. A mitad de temporada el club sabe que tiene apalabrada con Silvio Berlusconi su vuelta a Milán. Sin embargo, Capello dejó sembrada la semilla de la ambición en un grupo que ganó la Champions League al año siguiente con Jupp Heynckes en el banquillo.

Su segunda etapa en el Milan resultó nula. Tras una temporada firma con la Roma, a la que devuelve a la senda del triunfo con la consecución del Scudetto en 2001. Se sintió cómodo en un club que le ofrecía gratos recuerdos. Su etapa romana como jugador fue la que más le marcó de toda su trayectoria. Sus conceptos futbolísticos se empaparon de forma determinante del que fuera su técnico: Helenio Herrera. El discípulo Capello es fiel espejo de algunas de las ideas del mago argentino.

La Juventus le ofrece en 2004 otra escapada nostálgica. El ciclo se cerró con amargura. Los dos títulos ligueros que consiguió le fueron revocados por un peliagudo asunto de amaño de partidos en el fútbol italiano. La vecchia signora fue castigada a la Serie B.

Ramón Calderón sucedió a Florentino Pérez en 2006 y llegó a la presidencia del Real Madrid con Fabio Capello de la mano. El italiano firmó por tres temporadas. En la primera acabó con una sequía de tres años, pero el juego del equipo no enamoró a la afición. Tras ganar la Liga en una agónica última jornada fue destituido. Pedja Mijatovic, el director deportivo, anunció: “De cara al futuro pensamos que no es una persona oportuna para realizar lo que pensamos”.

Desde diciembre de 2007 es el seleccionador de Inglaterra. Su elección consiguió lo que no ha conseguido nadie, que dos entrenadores con ideas enconadas como Alex Ferguson y Arsene Wenger se pusieran de acuerdo en que era el hombre idóneo para el puesto. Su trabajo ha ofrecido pocos logros hasta el momento. El contrato expira tras la Eurocopa de 2012. De sus propias palabras se concluye que dejará el cargo sea cual sea el resultado.

Hace dos años anunció que dejaría el fútbol cuando se acabase su relación con la FA. “No seguiré entrenando aunque me ofrezcan ser el seleccionador de Italia”, dijo. Capello quiere cultivar sus otras aficiones; ocupar más el tiempo con sus viajes a destinos exóticos; y convertirse en un afortunado jubilado que se siente feliz contemplando las vistas de su casa de Marbella.

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//youtu.be/DHl7wlNOUMI

12° Entrega: JOHAN CRUYFF

12° Entrega: Johan Cruyff. El DT de aquel Barcelona al que logró darle un giro positivo cuando venía con turbulencias y sequía de títulos, imponiéndole un estilo, no solo tomando recursos de la escuela holandesa, sino también cambiando o yendo un poco contra la corriente de la manera que se estaba empezando a jugar al fútbol en aquel momento, y a la vez sembrando las bases que hasta hoy perduran y se ven en el equipo catalán. No solo en aspectos de juego y estilo, sino en la política de formación y uso de la cantera.

Johan Cruyff

Cruyff y la apuesta por el fútbol de cantera

El holandés revolucionario

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[li]“El papel del entrenador no es hacer amigos”[/li][li]“Si tienes la pelota en el pie sólo un segundo no hay manera humana de que te den una patada”[/li][li]“El balón es mi despacho. Me siento en él y veo cómo trabaja el equipo”[/li][/ul]
Nada más retirarse en el Feyenoord regresó al Ajax para encabezar una revolución. Johan Cruyff (Ámsterdam, 1947), el heredero natural del fútbol total de Rinus Michels, cambió los cimientos del club holandés como lo luego lo hizo en el Barcelona. Ambos le deben su esencia actual, ese empeño en la formación de cantera y en que el mundo debe girar en torno a la pelota.

“El balón es mi oxigeno. Respiro fútbol y me divierto haciéndolo”, escribió Johan Cruyff en las primeras paginas de su libro ‘Mis futbolistas y yo’. Su sistema 3-4-3 marcó una época por su valentía, por su entrega sin complejos a un juego ofensivo que debía ser puro divertimento para el espectador y, sobre todo, para el futbolista.

El Ajax inició un giro radical a su política cuando Cruyff se hizo cargo de la dirección deportiva en 1984. Creía que la única forma de hacer imperecedera una idea es crecer con ella. Impuso la defensa de tres hombres en todas las categorías inferiores. Grabó a fuego la filosofía del control y pase. Apenas una temporada después sustituyó a Leo Beenhakker como técnico. Ganó dos Copas de Holanda y una Recopa antes de precipitar su marcha. En enero de 1988 dimite al no convencerle la oferta de renovación que le presentó el club. Mientras, su suegro negociaba ya en París con Joan Gaspart, vicepresidente del Barcelona, su regreso a la Liga española.

La entidad azulgrana pasaba por entonces una de las temporadas más revueltas de su historia. Las secuelas del ‘motín del Hesperia’ amenazaban la presidencia de un Josep Lluis Nuñez que tenía apalabrado con Javier Clemente su fichaje como entrenador para el siguiente curso. La oposición de Sixte Cambra ganaba fuerza y para dar un golpe definitivo a su reelección recurre a la figura de dos leyendas vivas del club como son Carles Rexach y el propio Johan Cruyff. La contratación del holandés no fue fácil por dos razones: no tenía un título de entrenador que le permitiese entrenar en España y, además, mantenía una deuda millonaria con el fisco desde su época de jugador.

El legado de Cruyff en el Barça tiene un valor incalculable. Atravesó casi dos temporadas en un desierto de dudas hasta que un resultado lo cambió todo. El triunfo en la final de Copa de 1990 ante el Real Madrid marcó un punto de inflexión. Después llegaron cuatro ligas consecutivas y la consecución de la primera Copa de Europa en la historia culé en 1992. Aquel Barcelona bordó el fútbol y se ganó el apodo de Dream Team u[/u]. La herencia de ese equipo se mantiene viva en el presente.

La estrepitosa derrota en la final de la Champions League de 1994 -4-0 ante el Milan de Capello- fue el principio del fin del Cruyff entrenador. Meses antes anduvo en negociaciones infructuosas con la federación holandesa para compatibilizar su cargo en el Barça con el de seleccionador de su país en el Mundial de Estados Unidos. Meses después se vio al frente de un equipo sin chispa. Lejos de la autocrítica, se empeñó en sus ideas y emprendió una reforma paulatina del plantel.

Su relación con las vacas sagradas del vestuario y con la presidencia se desgastó. “Es como es. Son estilos de forma de ser. No actuamos igual. Él habla por conductos anormales. Yo soy respetuoso con las personas… Él lo hace, y lo tengo que aceptar”, dijo Nuñez a principios de 1996. El técnico se vio con la autoridad moral suficiente para imponer su criterio sobre cualquier cosa, pero acabó desbordando la paciencia del club. Dos jornadas antes del final de la temporada le destituyen. La grada del Camp Nou no encajó con gusto la decisión.

Desde entonces y hasta ahora, es la voz más influyente del entorno barcelonista. Es admirado y respetado en todo el mundo. Cataluña aprovecha el tirón de su imagen pública desde que le designaron seleccionador autonómico el 2 de noviembre de 2009. La elección es en sí misma un reconocimiento a su figura.

El Ajax intentó en vano que volviera a implicarse en su organización deportiva en 2008. “Son necesarios cambios drásticos para poder obtener en la cantera un nivel apropiado para esta entidad. He realizado un proyecto claro para hacerlo. Pero mi visión no la comparten las personas que tendrían que ejecutarla”, dijo Cruyff como renuncia. Se avino con formar parte de un consejo de sabios. En marzo de 2011 logró forzar finalmente la renuncia de los dirigentes del club, reacios a aceptar algunos relevos propuestos en el organigrama técnico. El vacío de poder ha quedado resuelto con el nombramiento de una nueva dirección formada por cinco personas. Él está entre ellas.

//youtu.be/tMYypI_-dM4

“El Dream Team de Cruyff”

En un momento en el que se ensalza y se toma como referencia en el mundo entero el juego y la filosofía del Barcelona de Guardiola, conviene recordar que el equipo del técnico de Santpedor tiene su origen en otro conjunto mágico que marcó el camino triunfal que hoy disfrutan con asiduidad todos los aficionados culés. El ‘Dream Team’ de Johan Cruyff es la semilla que ocasionó el florecimiento actual del equipo azulgrana. Su apuesta deportiva y sus éxitos convirtieron al Barcelona en la máquina perfecta que ahora deslumbra por medio mundo. En un deporte donde el debate es constante, que aquel equipo puso la primera piedra del que ahora es el mejor equipo del mundo es un pensamiento unánime.

Históricamente, el Barcelona había vivido a la sombra del Real Madrid. Poco importaba que grandes figuras como Lineker, Schuster o Maradona hubieran pasado por la Ciudad Condal. La escasez de títulos y el discurso victimista azotaban la conciencia culé. Su condición de grande en Europa no se asemejaba a la del resto de equipos punteros. Bayern, Liverpool, Juve, Milan o el propio Madrid. Todos ellos habían gozado de cierta hegemonía en una época determinada. Algo que no ocurría con el Barça, condenado al segundo escalón en una jerarquía que le había dado demasiadas veces la espalda.

Así transitaba el club catalán por la década de los 80, con Nuñez más cuestionado que nunca y el equipo sumido en una profunda depresión provocada por las ilusiones rotas temporada tras temporada. Ante tal situación, el presidente azulgrana decidió adoptar una medida populista y recuperó a Cruyff, ídolo culé en su etapa como jugador, para reavivar los ánimos. Pero lo que en un principio se consideró como una decisión acertada y esperanzadora pronto se vio rodeada de escepticismo y crítica voraz.

La intención de Cruyff de reducir los efectivos en defensa para lograr un control total del mediocampo y la recuperación de los extremos puros levantó sospechas entre los círculos más conservadores de la Ciudad Condal. Su incondicional gusto por el buen trato del balón le llevó a emplear un único mediocentro creativo arropado por varios futbolistas de perfil parecido. Esa valentía en el esquema iba ligada a una fe ciega en la cantera. Esos riesgos y la dificultad a la hora de asimilar esa nueva forma de defender provocaron que los inicios fueran tremendamente difíciles.

Una Copa estabilizadora
Ni siquiera la Recopa lograda en su primera temporada ante la Sampdoria minimizó la inseguridad general. El cambio de rumbo y el apoyo incondicional no llegó hasta 1990. Ese año, descolgado de la lucha por la Liga, consiguió hacer frente al Real Madrid en la Copa del Rey y ganó al equipo merengue en la final gracias a los tantos de Amor y Julio Salinas. Más allá de la victoria y del título, el valor de aquel encuentro fue el efecto moral que supuso para la entidad azulgrana.

Cruyff comenzó a encontrar adeptos a su propuesta y el Barcelona empezó a carburar. El equipo azulgrana tomaba forma. Encontró en Koeman al defensa perfecto para asegurar la posesión ya desde la primera línea y rodeó al joven Guardiola, generador del juego en las transiciones, de estupendos socios como Eusebio o Laudrup. La astucia e inteligencia de Bakero y los incisivos Stoitchkov y Begiristain, desde la línea de cal, nutrían un ataque que no dispuso de un ‘9’ puro casi hasta el final, con la llegada de Romario.Cruyff decidió pararse en una etapa en la que todos corrían”. Frase que resume a la perfección el estilo y método del holandés. La pausa en la elaboración, crear la jugada con paciencia, mover el balón hasta encontrar el hueco oportuno y desgastar al contrario. Con esas premisas debía indentificarse este Barça.

Forjada la nueva seña de identidad, comenzaron a llegar los resultados. La primera de las cuatro Ligas consecutivas abrió las puertas de Europa, donde esperaba la gloria. Cualquier azulgrana que presuma de ello apelará siempre al histórico gol de Koeman de falta en Wembley que dio al Barça la primera Copa de Europa de su historia. Sin embargo, pocos recuerdan que en aquella edición el ‘Dream Team’ estuvo con pie y medio fuera de la competición. En octavos, ante el Kaiserlauten, y tras el 2-0 de la ida, el conjunto azulgrana llegó a ir perdiendo 3-0 hasta el último suspiro del encuentro. En ese momento apareció Bakero para acabar, de una vez por todas, con los complejos históricos del Barcelona.

Después de esa situación crítica, el ‘Dream Team’ creció camino a la final. Sparta de Praga, Benfica y Dinamo de Kiev sucumbieron a su derroche futbolístico. El gran día había llegado. Lejos de perderse entre aburridas apreciaciones tácticas o instrucciones detalladas sobre los distintos aspectos que encerraba el partido, Cruyff fue claro y conciso. “Ya estamos en la final. Ahora salid y disfrutad”. Pero sus jugadores no disfrutaron hasta el minuto 111 de la prórroga. En ese momento, un misil de Koeman desató la locura en Wembley. El Barcelona, por fin, reinaba en Europa.

//youtu.be/oiiULixvnhs

El éxito se prolongó a escala nacional, acompañado de una buena dosis de suerte. Dos finales de infarto en el campeonato de Liga con las famosas ayudas del Tenerife permitieron al ‘Dream Team’ agrandar su leyenda ampliando el palmarés. En el segundo de esos dos títulos, ya con un un fantasioso Romario en sus filas, los de Cruyff le endosan un humillante 5-0 al Madrid con momentos imborrables para la retina del aficionado como la ‘cola de vaca’ de Romario a Rafa Alkorta o el magistral libre directo de Koeman.

//youtu.be/MPKnSJLyR34

Cuando no le podía ir mejor al ‘Dream Team’ llegó el encuentro que, como más tarde reconoció el propio Cruyff, marcaría el final de un ciclo. El Barça se presentaba en Atenas dispuesto a ganar su segunda Copa de Europa. Su condición de favorito era tan abrumadora que hasta los propios aficionados del Milan se preparaban para soportar el vendaval de fútbol azulgrana. Sin embargo, aquel equipo italiano entrenado por Fabio Capello llegaba mejor preparado y con mayor calidad de lo que todos pensaban. La coordinada presión del mediocampo ‘rossonero’ y la calidad en los últimos metros de los Savicevic, Boban o Donadoni desarbolaron al equipo azulgrana. Aquel grupo de jugadores que habían arrollado a media Europa y sonrojado al Madrid en Liga fue humillado de manera dolorosa e inesperada.

Ése fue el principo del fin. El equipo de Cruyff fue desmantelado a partir de entonces y jugadores como Laudrup, Zubizarreta, Eusebio o Goicoechea abandonan el club ese mismo verano. La relación entre el técnico holandés y Nuñez se deteriora y el Barcelona se prepara para una amarga transición. La espina de Atenas permanece aún hoy clavada en los corazones barcelonistas. Eso sí, la creencia en un estilo y la fe ciega en la cantera también sobreviven inalterables. Y es que las victorias de ahora y los títulos conseguidos también son, en una pequeña parte, del ‘Dream Team’ de Cruyff.

//youtu.be/4ppFrWcmqoo

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13° Entrega: VICENTE DEL BOSQUE

13° Entrega: Vicente Del Bosque. El DT que supo manejar el “vestuario Gálactico” del Madrid para seguir haciéndolo ganador dómestico y Europeo. Tranquilo y conciliador, diplomático y pedagógo, tomó la selección española campeona de Europa en 2008, con la inteligencia de no cambiar abruptamente el estilo que ésta supo conseguir con la mejor generación de futbolistas de su historia, pero a la vez no dudar en meter mano para lograr en ese equipo de estrellas un mejor equilibrio (en el medio campo) en el Mundial de Súdafrica en el que terminó consagrandose campeón.

Vicente Del Bosque

[b]Del Bosque, un mediador entre grandes futbolistas

[/b]El secreto del triunfo silente

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[li]“Ni permisiva ni muy dura, hay que lograr mantener la disciplina pero nunca imponerla”[/li][li]“Los entrenadores tenemos la responsabilidad de defender el fútbol, de protegerlo y mimarlo”[/li][/ul]
Los gestos delatan a Vicente del Bosque (Salamanca, 1950) como un tipo tranquilo. Las palabras, como un entrenador sensato. En silencio se ha convertido en el entrenador más sonoro de la historia del fútbol español. Es la pausa en la histeria colectiva. El tiempo rebota tarde o temprano el trabajo bien hecho. A él le ha otorgado un palmarés sobresaliente.

Del Bosque habría sido profesor si el fútbol le hubiese permitido compaginar los estudios con el entrenamiento. Ingresó en el Real Madrid en 1968, con 18 años, y ahí se mantuvo fiel hasta 2003. Fue jugador y después entrenador. Dio el paso a los banquillos nada más retirarse. La cantera blanca fue el escenario perfecto para sus dotes docentes y ese poder de convencimiento tan pedagógico.

Comenzó como ayudante de Juan Santisteban en el Castilla, en 1984. Tres años más tarde ya había ofrecido la suficiente confianza a los dirigentes y lo designaron primer entrenador del filial. Del Bosque estaba impregnado de madridismo y conocía los secretos de su cantera como nadie. La junta directiva presidida por Ramón Mendoza le nombró coordinador de las categorías inferiores en 1990.

Del Bosque profesó una dedicación plena a los intereses del club para el que trabajaba. Se convirtió en el hombre de confianza de la casa, la persona siempre dispuesta a obedecer y servir a unos colores que fueron y son su vida. Acudió al rescate del equipo cuando se le llamó en marzo de 1994 para suplir al destituido Benito Floro. Hizo la transición entre el despedido Jorge Valdano y Arsenio Iglesias en mitad de la temporada 95-96. Y en 1999 aceptó la misión de sustituir a John B. Toshack. Fue entonces cuando Lorenzo Sanz le ofreció una plaza fija para el siguiente curso.

Sus años como técnico del Real Madrid fueron sobresalientes. Ocho títulos -dos Ligas y dos Champions League entre ellos- devolvieron a la entidad su sitio en el primer orden mundial.
En junio de 2003, un día después de ganar la Liga, le comunican que no cuentan con él. Enrique Sánchez, el portavoz de la directiva presidida por Florentino Pérez, lo anunció así en la sala de prensa del Santiago Bernabéu: “La Junta del Real Madrid ha decidido por unanimidad la no renovación del técnico del primer equipo, Vicente del Bosque. Se le ha ofrecido seguir colaborando con el club en labores técnicas y lo ha rechazado”.

Meses antes de su marcha había recibido elogios por su carácter conciliador, algo fundamental a la hora de manejar un vestuario plagado de jugadores galácticos como Zidane, Figo o Ronaldo. "Es un club donde los celos podrían provocar un conflicto diario, pero eso no ocurre gracias a un entrenador de perfil bajo”, dijo Jorge Valdano, el director deportivo. El sustituto de Del Bosque fue el portugués Carlos Queiroz.


Ingresó en el Real Madrid en 1968, con 16 años, y ahí se mantuvo fiel hasta 2003

Después de un año parado aceptó una oferta del Besiktas. No se adaptó a Turquía ni tampoco le acompañaron los resultados. El equipo estaba fuera de la Copa de la UEFA e iba mal clasificado en la liga cuando le destituyeron en enero de 2005, justo después de caer en la tercera ronda de la copa. Fue una experiencia anecdótica como la que tuvo en el Cádiz, en 2007, como uno de los consejeros deportivos del empresario Arturo Baldasano.

La selección inició la Eurocopa 2008 con un sensacional triunfo frente a Rusia (4-1). Su nombre empieza a sonar como relevo de Luis Aragonés, que ya había anunciado a finales del año anterior que no seguiría en el cargo tras finalizar el torneo. El acuerdo verbal entre Del Bosque y la Federación se cierra en pleno campeonato. Como herencia recibió un equipo campeón de Europa.

La misión escondía algunas trampas que sorteó con inteligencia. Supo liderar el cambio sin sobresaltos dando continuidad a un grupo de jugadores que funcionaba a la perfección. Asimiló sus costumbres y fue matizando el equipo hasta adaptarlo más a su gusto. El reto de Sudáfrica lo afrontó como responsable de la mejor generación de futbolistas que ha dado España. En 2010 se escribió la historia de un equipo capaz de sufrir y de ser brillante. En los momentos de tensión se lanzó un mensaje de calma. Pasito a pasito se conquistó el torneo y Del Bosque fue manteado como un ídolo introvertido.

//youtu.be/khzpcncj7Do

//youtu.be/sjY_oCO1z98

14° Entrega: JOSÉ MOURINHO

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14° Entrega:
José Mourinho. DT ganador como pocos. Considerado uno de los mejores, o quizás el mejor, DT de la actualidad, posee una fuerte y marcada personalidad que lo pinta de cuerpo entero, no solo a la hora de dirigir a sus equipos, sino a la hora de declarar y buscar que los medios y las presiones se centren en él, para así sacarle presión a sus jugadores. Un hombre que proviene de la táctica, pero que sabe utilizar bien los recursos que tiene en el plantel para lograr la meta final: el triunfo, la obtención de un título. Para ello intenta volcar en sus equipos intensidad a la hora de atacar y equilibrio a la hora de defender. Pólemico de puertas para afuera para con la prensa, dirigentes, rivales, etc (casi siempre utilizandolo como estrategia); querido y respetado puertas para adentro por sus dirigidos a quienes defiende y valora, intentando a la vez siempre obtener de ellos su máximo potencial a base de disciplina, convencimiento y compromiso.

José Mourinho



Mourinho y el fútbol de pizarra

La apología de la victoria

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[li]“Estoy agradecido a Dios por no tener modestia porque es una cualidad que no ayuda en nada”[/li][li]“Gracias, me gusta ser entrenador de títulos”[/li][li]“No soy el mejor del mundo, pero creo que no hay nadie mejor que yo”[/li][li]“No quiero un jugador que sea un hombre perfecto, que sea un perfecto profesional, que tenga un carácter fantástico, ese es el tipo de hombre que quiero para mi hija”[/li][li]“Mi equipo ideal es aquel en el que, en cualquier momento y en cualquier situación todos los jugadores piensan de la misma manera”[/li][/ul]
José Mourinho (Setúbal, Portugal, 1963) es un triunfador puro, un maestro de la polémica, un entrenador cerebral que atrae los focos porque lo importante es proteger a sus jugadores. Así se entiende su personalidad, ese carácter que despierta filias o fobias. Su única adhesión inquebrantable es la victoria.

Ha educado su sentido táctico desde los 15 años, cuando su padre lo utilizaba para espiar a los rivales del equipo que entrenaba, el Os Belenenses. Aunque llegó a jugar de portero, Mourinho siempre sintió atracción por el dibujo en la pizarra.

Estudió gestión administrativa por obedecer a su madre. Luego se licenció en Educación Física, eligiendo como especialidad Metodología del Fútbol.
Obtuvo su título de entrenador UEFA y comenzó su carrera como director deportivo de un colegio de secundaria. Manuel Fernandes lo llamó para que fuera su ayudante en el Estrela Amadora. También trabajó para el Vitoria de Setúbal antes de que Bobby Robson le incorporase al Sporting de Lisboa en 1992. Comenzó a su lado como traductor, se ganó su confianza y acabó ocupando el puesto de segundo técnico.

Mourinho se convirtió en el hombre de confianza de Robson. Compartieron vestuario desde 1993 hasta 1997. De Lisboa a Oporto y, por último, Barcelona. “Él llegaba a los entrenamientos con sólo diez minutos de antelación, jugaba al golf y llevaba una vida increíble, plena de disfrute. El fútbol no era una presión para él. Yo preparaba todo y cuando me preguntaba, le decía: ‘Mister, hoy hacemos esto y esto’. Van Gaal era exactamente lo contrario”, explicó Mourinho en una entrevista recogida en su propio club de fans en febrero de este año. El técnico holandés no dudó en proponerle que siguiera en el Barça cuando le contrataron.

Sus años en el Camp Nou le resultaron enriquecedores. “Fueron los jugadores los que me enseñaron. Hablando con ellos de su experiencia aprendí mucho”, confesó. Poco a poco se sintió preparado y lo suficientemente ambicioso para ser el líder de su propio vestuario. El Benfica lo llamó en 2000 para suplir a Jupp Heynckes con la competición ya empezada. La entidad estaba inmersa en una crisis institucional. Entró con un presidente en el poder y se marchó con otro. Fueron nueve jornadas enturbiadas por la renegociación de su contrato con el nuevo responsable de la entidad. No quedó convencido y se marchó.

Tampoco pudo completar su acuerdo con el Leiria porque a mitad del curso le apareció la primera gran oportunidad de su carrera. La historia del Oporto motivaba suficientemente a un entrenador ávido de gloria. En 2002 se sintió por fin dueño de su particular destino. Recogió un grupo de jugadores desmotivados, pero con potencial para que la ciudad volviese a vivir días de grandeza. En su primer año dejó al equipo tercero. En el segundo hizo triplete -liga, copa y Copa de la UEFA-. En el tercero conquistó otra liga y la Champions League.

Mientras que algunos analistas le consideraron un tipo con demasiadas pretensiones, otros alabaron sus innovaciones tácticas. Su apuesta comenzaba por una defensa aguerrida que comenzaba en el campo del rival. Tipos como Derlei, Maniche y Deco fueron las estrellas de un equipo con una claridad de ideas aplastante y capaz de practicar un fútbol intenso.

La fórmula Mourinho atrajo la atención de los mejores clubes de Europa. El Chelsea lo convirtió en 2004 en el entrenador mejor pagado del mundo. “Soy un gran defensor del espíritu de equipo porque los trofeos los ganan los equipos”, es una de sus máximas. En la Premier League armó un bloque campeón.

Su posición de estrella mundial lo expuso al juicio de los medios de comunicación. “No me llamen arrogante, pero he ganado una Champions y soy muy especial”, fue la frase con la The Special One se presentó en Londres. Se descubrió a un técnico beligerante contra todo aquello que piensa que le perjudica a él o a los suyos. La UEFA lo sancionó en 2005 con dos partidos y una multa económica por poner en cuestión la honorabilidad del árbitro que dirigió un enfrentamiento de Champions entre el Chelsea y el Barcelona. Comienzó ahí una historia de rivalidad intensa con los azulgrana que perdura hasta hoy. Ese mismo año lo sancionaron también en Inglaterra con 85.000 euros por reunirse en secreto con Ashley Cole, lateral con contrato en vigor con el Arsenal.

Su fuerte personalidad chocó también con la del dueño del los blues. La relación con Román Abramóvich se tensó. El magnate ruso prescindió de sus servicios en septiembre de 2007. Mourinho dejó como legado seis títulos en tres años -dos Premier entre ellos-, los que le convirtieron en el entrenador más laureado de la historia del club inglés. Buena parte de la afición lamentó su adiós.


El juego de sus equipos se caracteriza por la intensidad

Durante el resto de esa temporada se ocupó del mecenazgo de varios programas de ayuda a la infancia; prestó su imagen como reclamo publicitario de varias multinacionales que lo ven como la persona perfecta para dar credibilidad a sus marcas; y su biografía se midió en las librerías con los best seller más leídos de Portugal. En verano de 2008 recibió la llamada del Inter de Milán.

En el equipo italiano vivió dos intensas temporadas plagadas de éxitos. Conquistó dos scudettos y se apuntó la Champions League de 2010, año en el que también logró la copa italiana. En sus últimos meses protagonizó una discusión verbal y física con un periodista, vivió una tensa eliminatoria europea con el Barça y tuvo que hacer frente a un desplante de Balotelli, entre otros titulares de prensa.

Poco después de la final de la Copa de Europa anunció que se iba al Real Madrid. Massimo Moratti, presidente interista, atendió los deseos de la plantilla y de los aficionados e intentó retenerlo por todos los medios. El luso aludió motivos personales para justificar su marcha. “No es un problema de contrato o de dinero, y me da, incluso, un poco de vergüenza ganar lo que gano con la crisis que hay. Es un problema de satisfacción personal, de sentirme respetado o no en un país futbolístico en el que he tenido tantos problemas”, precisó.

En su primer año como técnico del Real Madrid ha protagonizado un intenso duelo deportivo y dialéctico con el Barcelona y con Pep Guardiola. Ambos abanderan dos formas distintas de entender el fútbol. Son antagonistas en un deporte millonario en seguidores. Se han jugado todo entre ellos. La Copa del Rey ha vuelto a las vitrinas del Santiago Bernabéu 18 años después. Mourinho entiende que el espectáculo se calibra en títulos. Para conseguirlos hay que ganar. No encuentra mayor verdad ni mejor excusa.

//youtu.be/HYOf1gg69rk

//youtu.be/7nxjQFN3FYU

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15° Entrega: Pep Guardiola. Ganador como jugador en el Barcelona, hoy es DT del mismo equipo, considerado el mejor del mundo en la actualidad y uno de los mas grandes de la historia del fútbol. Posee una base marcada del cruyffismo, pero mucho más mejorada y adaptada a los tiempos que corren. Conocido por ser un intelectual, meticuloso, de gran carácter, trabajador incansable, perfeccionista, prudente, exigente, que impone disciplina sabiendo otorgar libertades en los momentos justos, sus equipos en el campo son arriesgados, pero equilibrados, su base es la posesión del balón, pero también presión constante en todas sus líneas para recuperarlo, con libertades para la creación de juego, pero con el sacrificio y compromiso como algo primordial. Ésto le permitió conseguir en pocos años títulos y grandes logros, para él, su equipo, sino también sus individualidades, como ej, que 3 de sus estrellas, Messi, Iniesta y Xavi, sean considerados el 1°, 2° y 3° futbolista del mundo respectivamente.
Guardiola conjugó una máquina perfecta, que no solo proporciona buen juego, sino que también consigue títulos.

Pep Guardiola

[b]GUARDIOLA, EL TÉCNICO QUE CONJUGA BUEN JUEGO Y TÍTULOS

[/b] La excelencia hecha modestia

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[li]“Se dice que es más fácil cambiar de mujer que de equipo de fútbol, y es cierto”[/li][li]“No hay nada más peligroso que no arriesgarse”[/li][li]“Si perdemos, continuaremos siendo el mejor equipo del mundo. Si ganamos, seremos eternos”[/li][li]“A ceros no podemos ganar al Madrid pero trataremos de ganar en entusiasmo” [/li]
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Hace 19 años el Barcelona tocaba el cielo en Wembley. Era la primera vez que el conjunto azulgrana se proclamaba campeón de Europa y ponía fin a una dueda histórica que había durado demasiado tiempo. Entre los afortunados, un joven de 21 años de aspecto débil cuya fuerza estaba en un lugar que no alcanza la vista. Ese chaval contaba con un cerebro especial, de esos que ven lo que otros ni imaginan, que piensan dos segundos antes que el resto. Se trataba de Pep Guardiola.

El flaco centrocampista de Santpedor era la extensión de Cruyff en el campo. Un futbolista ordenado, inteligente, apasionado por el fútbol de toque y la elaboración cuidadosa. El líder perfecto para la atractiva apuesta del ‘Dream Team’, el mejor equipo en la historia del Barcelona hasta ese entonces. La referencia del club catalán durante muchos años hasta que, casi dos décadas después, ese chico se sentó en el banquillo del Camp Nou.


La apuesta de Laporta fue arriesgada, casi homicida. Se ponía fin a una etapa exitosa del club con Rijkaard al mando en la que, entre otras cosas, se había ganado la segunda Copa de Europa y el relevo lo recogía un técnico cuyo aval era un anecdótico ascenso con el filial a Segunda B respaldado por su impecable trayectoria como jugador azulgrana. La experiencia, en el caso de Guardiola, no era una cuestión primordial. Él no es un entrenador al uso. No sigue los parámetros habituales.

Valga como ejemplo su particular ruta antes de embarcarse en la aventura del filial. Cuando Guardiola se preparaba para dirigir al Barça B, se reunió con media docena de entrenadores cuyo consejo consideraba básico. Uno de ellos era Marcelo Bielsa, que estaba a punto de comenzar una magnífica aventura con la selección de Chile tras el periodo de reflexión después de ganar el título de campeón olímpico con Argentina, en 2004. Guardiola viajó a Rosario (Argentina). Aquel fue el encuentro de dos apasionados del fútbol: Bielsa, con casi 20 años de trayectoria, y Guardiola, a punto de comenzar su impecable trayectoria. La reunión se alargó 12 horas y según Guardiola, “pocas veces me ha encontrado con un hombre más generoso”.
También hubo una visita a Menotti: “Pep no vino buscando que le dijéramos cómo se hacía. Él ya lo sabía”, apuntó el argentino hace poco.

Fin a la era ‘Ronie’
El caso es que ahí estaba Guardiola, al frente de un nuevo proyecto en el club de su vida con el título de entrenador oliendo a nuevo. “Se dice que es más fácil cambiar de mujer que de equipo de fútbol, y es cierto”, dijo el entrenador catalán en una ocasión. Lejos de arrugarse y tomar medidas populistas que le facilitaran los inicios, el de Santpedor arrancó su etapa con una decisión controvertida. Optó por refrescar la plantilla y para ello se quitó de encima a dos ídolos del barcelonismo: Deco y Ronaldinho. A otro de ellos, Eto’o, le abrió la puerta pero tuvo que aguantarle una temporada más.

Comenzaba así una nueva vertiente del ‘cruyffismo’. Más perfecta, adaptada al fútbol de estos tiempos pero con los mismos pilares que sujetaron los éxitos del ‘Dream Team’. Los matices visibles sobre el terreno de juego se hicieron también evidentes en la banda, en la sala de prensa y en todos los estamentos del club. La prudencia, el elogio al contrario, el trabajo constante y la solidaridad en el esfuerzo formaban partes de los mandamientos de Pep. En definitiva, no creerse más que nadie, simplemente demostrarlo.


Guardiola y Mourinho. Uno de los duelos futbolísticos y dialécticos de la actualidad.

El Bernabéu deja de ser coto privado
Guardiola, producto de ‘La Masía’, prestó atención a la cuna del barcelonismo con la aparición de futbolistas de la cantera como Pedro o Busquets y recuperó al canterano exiliado a Inglaterra, Gerard Piqué. Con esas modificaciones y novedades, el Barça empezó a forjar un colectivo asfixiante en la presión, inabordable en la posesión del balón y con la resolución necesaria para definir los partidos. El resultado fue sencillamente perfecto. Seis títulos de seis posibles con momentos inolvidables como el gol de Iniesta en Stamford Bridge o el apabullante 2-6 en el Santiago Bernabéu para decidir la Liga.

Precisamente uno de los puntos críticos de Cruyff. Al holandés siempre se le acusó de arrugarse en territorio del eterno rival. El plan de Guardiola era todo lo contrario. Su fidelidad a un estilo le impedía pensar en otra cosa que no fuera atacar y dominar el partido. “No hay nada más peligroso que no arriesgarse”, subrayó en una rueda de prensa. Y eso fue lo que hizo. La Copa del Rey ante el Athletic y la Liga de Campeones frente al United demostraron que la apuesta de Guardiola tenía algo especial. “Si perdemos, continuaremos siendo el mejor equipo del mundo. Si ganamos, seremos eternos”. Esa frase en los momentos previos a la final de Roma alcanzó todo su significado cuando, meses después, el Barça sumaba otros tres títulos más con la Supercopa de España, la Supercopa de Europa y el Mundialito de clubes.

Igualar lo conseguido, en su segundo año, se antojó como un imposible. Y así fue. El juego se mantuvo pero los resultados, en algunos casos, le dieron la espalda. Únicamente la Liga, el “trofeo más difícil de todos” en palabras de Guardiola, volvió a caer del lado azulgrana. Caprichos personales como Ibrahimovic o Chigrinskiy no salieron bien pero las sensaciones seguían siendo buenas.

Los duelos con el Madrid se habían convertido en un momento de disfrute cuando no hace mucho suponían un obstáculo incómodo. Sólo el Inter de Mourinho y el Sevilla en Copa ‘mancharon’ la trayectoria impoluta de Pep. “Nosotros sabemos ganar, pero mejor sabemos perder”, decía entonces el técnico azulgrana. Y no le faltaba razón.

En su tercera temporada, el Barça fue un ciclón que encontró oposición en contadas ocasiones. El Madrid de Mourinho se presentó como la gran amenaza pero, salvo en la Copa del Rey, tampoco pudo frenar la meteórica carrera del entrenador catalán y su Barça.A ceros no podemos ganar al Madrid pero trataremos de ganar en entusiasmo”, Guardiola dixit. Y eso que hubo grandes dificultades. Una plantilla corta obligó a Guardiola a sacars de la galera un central improvisado. Mascherano, el elegido, cumplió con creces. Se confirmó que la ubicación reinventada de Messi servía para ver la mejor versión del argentino, y el resto de la maquinaria funcionó tan bien como de costumbre.

La historia ya la conocen fue otro año de ensueño. La Liga, otra Liga de Campeones… el mismo derroche de juego, otro buen número de exhibiciones, la posesión, siempre la posesión. En sólo tres años, el mejor Barcelona de la historia, sin discusión. Y la etapa de Guardiola aún no ha terminado…

//youtu.be/rMEs3mGHN_w

//youtu.be/tDtbJi68pzU


Marca… falta uno ahi… MARCAAA!

Angelito? je.

el Narigón? Marcelo? Ramón? Carlitos? :mrgreen:

o Pipo? Angel (el vende humo)? :twisted:

Pim Pum Pam. Se entendio no?

Falta Caruso.

Yo pondría a Bilardo y a Bielsa

Imposible que no este Bilardo.

Está claro que lo hacen de tipos conocidos en España o en Europa al menos. Bilardo dirigió al Sevilla pero no creo que tenga muy buena fama.

A Bilardo en Inglaterra(la madre patria del fútbol) lo odiaban, con eso BASTA.:surprised:

Y bueno, son españoles. Calculo usaron el criterio de DTs exitosos y que marcaron una época/estilo/filosofía…

Fijense que en la lista, solamente hay 2 DTs que ganaron un mundial.

Bilardo tampoco es que guau!!! que revolución hizo, hizo o perfeccionó cosas que ya hacía Zubeldía. Y eso que con la selección, mas que nada, le costo imponer su idea y aceptación. Claro, pasa que veníamos de “lo opuesto”, con Menotti.
Tanto hablan de resultadismo, al final, el que mas cosas ganó fue Menotti (6) que Bilardo (2), incluyendo cada uno 1 mundial y 1 campeonato argentino como lo más importante. Y cebollita, terminó bastantes veces el Narigón hincha de CASLA.

Lo de Menotti, en Argentina, y por los tiempos turbios de la selección antes que él llegue, sí se sintió el cambio porque se empezó a laburar en serio y es donde hubo un quiebre para el fútbol argentino, sobre todo a nivel selección. Por eso es capaz más significativo, mas allá de que estemos o no de acuerdo en su estilo o filosofía.

Ambos estilos, y esa vieja discusión, en este futbol contemporáneo, ya no tiene sentido. Pero todavía queda la vieja guardia aún peleandose y creyendo que siguen viviendo en los 70s/80s.

Pero que se yo, para ARGENTINA (no creo europa o el mundo), si son como los 2 pilares o corrientes que cada cual los puede tomar como para decir que marcaron época.

Bielsa fue más inteligente, no por imponer un estilo, sino por conjugar lo que se tenía que empezar a hacer en el fútbol contemporáneo y adaptarse a las exigencias y circunstancias. Que es lo que yo les admiro también a tipos como Guardiola, Mourinho o Benítez hoy, y que le reprocho ej. a tipos como Basile, Capello, entre otros, por no hacerlo. Hasta Ferguson con sus años lo hace, pero por ejemplo los españoles Aragonés y Del Bosque, creo que el primero intentó darle una identidad basándose mucho en el juego sudamericano y el estilo afianzado de la escuela del Barsa, junto con sus mejores exponetes e integrantes que le tocó en al actualidad, y el bigotón Vicente, lo que hizo fue mantener la estructura, pero le dió un poquito más de sólidez, sin necesidad de ponerse colorado a la hora de colocar otro 5 en el medio para marcar y recuperar más, y al final le terminó dando resultado (sin necesidad de golear o brillar todos los partidos) hasta ahora, o hasta que le agarren la mano (pero en los últimos partidos cuando mete mano en los cambios, acierta y le sale bien al hijo de puta).

Puede que no sea muy objetivo, pero falta el de mi avatar.:mrgreen:

Bilardo en el 90 dejó de existir, Menotti, mucho antes ya.

Sino, fijate los equipos después, nefastos.

Leí el primero, interesante. No sabía que un argentino “creó” el catenaccio, jaja!

Y del segundo leí la intro nomás, me quedo con esto: “Esta ciudad tiene dos grandes equipos: el Liverpool y los suplentes del Liverpool” :lol: Mañana lo leo entero.Muy interesante en serio Cochi.

:mrgreen:


Si, digamos que lo terminó de pulir, hacerlo más famoso y darle éxito, porque ya venía desde los años 30 y 40 como “novedad” por parte de Rappan, un austríaco que dirigió a Suiza. Era la época de la famosa “WM”, que se usaba acá también (River también), y éste empezó a meter 4 defensores, la marca personal y el líbero. Digamos, la idea madre del Catenaccio. Y esquemas que se los podía representar por los famosos 1-4-4-1, 5-3-2 o 5-4-1.

Después, el más conocido por emplearlo primero en italia, en los 50s, tengo entendido que fue Nereo Rocco, campeón con el Milán.

Y en los 60s, le dió el toque final Herrera, con mas desarrollo físico y de mentalidad ganadora, no es que salía a defenderse, era distinto porque por ejemplo no los tenía fijos a los de atrás, sobre todo los de los costados que a la hora de la contra eran los que se mandaban. O sea, ese fijo 5-3-2, lo hizo mas flexible y dinámico.

No sé, calculo el Turco o algún otro que sepa historia y táctica del fútbol, sabrá explicarlo mejor, je.

3° Entrega: Bob Paisley, el hombre que heredó el legado Shankley y pusó a Liverpool en el lugar mas alto de Europa y el mundo. DT que hasta ahora sigue teniendo el record de 3 copas de Europa y la mayor cantidad de títulos en el club: 20. Éste Liverpool si lo agarraba a Boquita, le rompía la cola con hemorroides y todo!

Bob Paisley

[b]El nombre olvidado del Liverpool glorioso

Paisley, el triunfo de la sensatez[/b]

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[li]“Si usted está en el área y no sabe qué hacer con el balón, póngalo dentro de la red y luego estudiamos las otras opciones”[/li][li]“Tenga en cuenta que yo estuve aquí en los malos tiempos también. Hubo un año que quedamos segundos”[/li][/ul]
Ángel Liceras 06/07/11 - [b]12:52.

[/b]Usaba zapatillas, se resguardaba del frío con una rebeca de lana y protegía su cabeza con una gorrilla desgastada cuando tenía que protegerse del sol. Su corpachón escondía los miedos de un tipo humilde. Bob Paisley no vestía como un héroe, pero su inteligencia mostró de él lo que su imagen disimulaba. Sólo su sentido común hizo posible que convirtiese en leyenda a un Liverpool que ya había cogido inercia hacia la gloria.

La herencia que le dejó Bill Shankly en 1974 se antojó demasiado peso para un manager novato. Había servido a los red como jugador, fisioterapeuta y entrenador. “Ni siquiera estoy seguro de que puedo hacerlo”, dijo. Pero aceptó el reto de gobernar deportivamente el club y en nueve años ganó 19 títulos, entre ellos, tres Copas de Europa que aún lo mantienen como el técnico más laureado del torneo. Intuyó que con paciencia y psicología podría sacar todavía más provecho de una quinta de futbolistas cuya sed de triunfo podía estar saciada.

Kevin Keegan, una de las estrellas del equipo, confesó pasados los años que le sorprendió la forma en que Paisley se ganó el respeto del vestuario. “Con sensatez y trabajo se quedó con nosotros y aceptó las tácticas heredadas de Shankly. Supo implantar sus propias ideas gradualmente”, comentó en una conversación con Robert Galvin publicada en el libro The Football Hall of Fame.

Respetó los sistemas de Bill Shankly pero sintió como un yugo su asistencia habitual a los entrenamientos. Le incomodó hasta tal punto que le pidió que no volviese a aparecer por Melwood ya que distraía a los chicos y mermaba su autoridad.
Para Bob Paisley era indispensable mantener la unión del grupo. Así se lo enseñó la vida. Nació en 1919, en el seno de una pequeña comunidad minera de Hetton le Hole, una aldea cercana a Sunderland. Trabajó desde jovencito en las minas de carbón junto a sus tres hermanos y su padre. Conoció en su adolescencia el oficio de albañil… pero fue el fútbol el que le ofreció la manera de sentirse más útil.

Su destreza como jugador no pasó inadvertida en el pueblo. Entre los 11 y los 14 años fue la gran sensación del Eppleton, el equipo de su escuela con el que conquistó 17 trofeos. Sus días como futbolista profesional parecían arrancar definitivamente cuando el Bishop Auckland se interesó por él. Destacó del tal forma que Sunderland y Liverpool se disputaron su fichaje. El 8 de mayo de 1939 se presentó en las oficinas de Anfield.

La II Guerra Mundial cortó su trayectoria. Tenía 22 años cuando en 1941 y se vio obligado por el deber patrio. Se unió al Regimiento 73 de la Artillería Real y sirvió como uno más en el Octavo Ejército de Montgomery, las conocidas ratas del desierto que batallaron por el norte de África. Entre sus hazañas bélicas figura su concurso en la liberación de Roma, en 1944, al mando de un tanque aliado.

Acabada la guerra se marchó a vivir al condado de Merseyside, a Liverpool, ciudad natal de la gran parte de sus compañeros del frente. Se casó y volvió a jugar para los red. Sirvió esos colores hasta 1983.

Bob Paisley falleció en 1996, con 77 años, tras una larga lucha contra la enfermedad del Alzheimer. Ray Clemence, portero del Liverpool en la final de la Copa de Europa de 1981, le dedicó este recuerdo en The Independent: “Lo veo todavía en la víspera de aquella final frente al Real Madrid, tranquilamente paseando por el vestíbulo del lujoso hotel de París en que estábamos alojados; en zapatillas de andar por casa sobre las espesas alfombras y un ejemplar del Daily Mirror asomándole del bolsillo”. Es la figura de un hombre común, pero nunca habrá otro como él. Lo dice Kenny Dalglish, la persona que ocupa ahora su puesto en el banquillo.

//youtu.be/zWe4YylX76o

//youtu.be/6pEHSmoeXsM

4° Entrega: Miguel Muñoz, el DT que tomó el Madrid, dijo NO a la rescisión de Di Stéfano a pesar de la renovación por sangre jóven. Siguió haciendo grande en juego y títulos al club mas laureado del siglo XX. Conserva el record de mayor cantidad de partidos en casi 14 años en el puesto. Casi 9 de las 31 las ligas del club, pertecen a éste señor.

Miguel Muñoz



El técnico que obró el milagro de Malta
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La flor del Real Madrid yeyé[/SIZE]

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[li]“El éxito es el resultado de aunar la disciplina a los grandes momentos”[/li][li]“Mi mejor cualidad en el campo era que tenía una gran claridad de ideas dentro del equipo. Pasaba bien la pelota y me situaba espléndidamente en el terreno de juego”[/li][li]“Tengo una gran flor en el trasero”[/li][/ul]
Ángel Liceras 07/07/11 - 11:26.

Santiago Bernabéu encargó a Miguel Muñoz que completara la regeneración de un equipo que ya lo había ganado todo. Le adjudicó la misión de jubilar a un grupo de futbolistas que convirtió al Real Madrid en el club más grande del siglo XX. La tarea guardaba un mal trago. Debía comunicar a Di Stéfano que sus años de blanco habían terminado. Se negó y presentó la dimisión. Se la rechazaron, el Madrid perdió la final de la Copa de Europa y la saeta rubia dejó la entidad al terminar la temporada.

Miguel Muñoz (1922-1990) comenzó a entrenar al Plus Ultra, filial del Real Madrid, tras retirarse como jugador en 1958. Al curso siguiente aceptó la dirección del primer equipo y lo concluyó conquistando la quinta Copa de Europa, la que mantuvo al club como el gran referente futbolístico del continente. Supo guiar el cambio generacional con templanza y sin traumas, y alargó durante casi 15 años como técnico la estela victoriosa que dejó su amigo Don Alfredo.

Su permanencia en el banquillo de Chamartín fue todo un logro personal. La impaciencia de Santiago Bernabéu con los entrenadores -10 en sus primeros 16 años como presidente- hizo pensar que el ciclo de Muñoz no sería muy largo. Es todavía el hombre que más partidos de Liga ha dirigido en el Madrid (601). Los títulos y su trabajo silencioso fueron el salvoconducto de su puesto. Cuando se sintió agraviado por el comentario de algún rival contestó siempre con su peculiar retranca e ironía, que es un estado de la inteligencia.

La revisión de su infancia nos lleva a Madrid, al Colegio Calasancio -mismo centro en el que estudió años más tarde Emilio Butragueño-. Allí se enamoró del fútbol y decidió que quería ser futbolista. Militó en el Pavón, el Girod, el Imperio, el Logroñes y el Racing de Santander antes de debutar en Primera con la camiseta del Celta de Vigo en 1946. Dos años más tarde fichó por el Real Madrid y ahí se volvió un personaje inolvidable durante un cuarto de siglo. Destacó por ser un centrocampista técnico y estiloso, el mismo sello que intentó imprimir a sus equipos.

Como legado imborrable dejó la paternidad del Real Madrid yeyé. Históricos como Pirri, Amancio, Sanchis, Zoco o Velázquez triunfaron a sus órdenes. Muñoz cosechó éxitos y éxitos hasta que cambió el signo de los resultados. El 15 de enero de 1974 dejó el cargo al sentirse el máximo responsable de una temporada que caminaba por un camino peligroso, con el equipo a cuatro puntos del colista. Mientras, el Barcelona crecía gracias a un futbolista holandés llamado Johan Cruyff.

//youtu.be/BQberQT9rmI

Mudó sus maneras tranquilas al Granada (1975-1976), en donde ha tenido durante 35 años el nefasto honor de ser el último entrenador que lo dirigió en Primera. Luego fichó por Las Palmas (1977-1979), al que llevó a una final de Copa que acabó cediendo al Barça.

Su último banquillo de club fue el del Sevilla (1979-1982). Allí fue expulsado por primera vez en su trayectoria por afear a un árbitro cierta conducta complaciente con algunos jugadores del Real Madrid. Comprobó entonces que no siempre se presta a todos los equipos los mismos ojos. Los malos resultados provocaron su despido. De allí se llevó multitud de amigos y mucho cariño por una ciudad en la que se sintió realmente a gusto.

La vida le tenía reservado todavía un gran reto. Fue elegido seleccionador tras el desastre de España en el Mundial de 1982 -ya lo fue fugazmente en 1969 a trío con Luis Molowny y Salvador Artigas-. Ante sí, de nuevo, la tarea de reformar un equipo.

//youtu.be/iE-DfsohEvE

España mejoró su juego de la mano de Muñoz. Con él se obró el milagro ante Malta el 21 de diciembre de 1983. “Fue el día más feliz de mi carrera deportiva. Y miren que los he tenido felices”, reconoció. Hizo a la selección subcampeona de Europa en 1984; alcanzó los cuartos de final en México '86… La flor en el trasero, metáfora de la suerte acuñada por él, le abandonó en la Eurocopa de 1988. Se acabó el fútbol.

Miguel Muñoz falleció en Madrid el 16 de julio de 1990. El parte médico razonó su muerte como consecuencia de una cirrosis hepática que se complicó inoportunamente. La estadística le recuerda como el primer español en ganar la Copa de Europa como jugador y entrenador. La memoria popular, como uno de los mejores entrenadores nacionales de la historia.

5° Entrega: Rinus Michels, de pie señores! No sólo el padre del fútbol total, sino el padre del fútbol moderno. No hace falta decir más nada, solo admirar lo que hizo.

Rinus Michels

El padre del fútbol total [b]

El general Rinus Michels[/b][b]

“El fútbol es la guerra”, así lo definió el entrenador holandés que fue elegido por la FIFA el mejor del siglo XX

[/b] Ángel Liceras 08/07/11 - 11:05.

    No hay mayor regalo para un futbolista que el encontrarse en  manos de  un entrenador capaz de imponerle disciplina y, además,  ofrecerle el  espacio de libertad necesario para mostrar sus  habilidades. [b]Rinus Michels (1928-2005)[/b]  fue para sus jugadores un  general, un tipo serio e intransigente. Pero  supo como nadie sacar  todo el brillo que puede lucir un equipo. Su  nombre fue durante años la  vanguardia del fútbol.

Michels fue un innovador, el primer técnico que alcanzó la excelencia, el primer custodio del fútbol total. Inventó la fórmula perfecta: bloque + imaginación = espectáculo. Johan Cruyff fue la estrella indiscutible de su particular universo futbolístico. Entre ambos hicieron al Ajax campeón de Europa y dominador de la Eredivisie a finales de los 60. Juntos discutieron en el Barcelona la supremacía del Real Madrid yeyé a principios de los 70.

Hay quien considera que Michels no hizo sino continuar a su manera la senda abierta en el Reino Unido por Alf Ramsey, Jock Stein, Matt Busby, Bill Shankly, Don Revie, Bill Nicholson, Ron Greenwood o Allison Malcolm. Más allá de las comparaciones, la realidad es que fue él quien aglutinó el reconocimiento generalizado de todo el mundo. A los ojos de la FIFA es el mejor entrenador del siglo XX.

El Michels jugador desarrolló íntegramente su carrera en Ámsterdam, primero en el Ajax (1945-1958) y luego en el modesto Ámsterdam Zandvoortmeeuwen (1959-1960). Después de su retirada siguió vinculado al fútbol labrándose en silencio una carrera como técnico. Accedió al banquillo ajaccied en 1965 y apenas tardó una temporada en ganar su primera liga. Después llegaron tres más y el broche de una Copa de Europa que convirtió en legendario a aquel equipo formado por Ruud Krol, Johan Neeskens, Gerrie Mühren, Johny Rep, Piet Keizer y el propio Cruyff, entre otros.

En 1971 fichó por el Barcelona con el encargo de hacerlo mejor que el triunfante Real Madrid de Miguel Muñoz. El título liguero no llegó hasta 1974, con Cruyff ya de azulgrana.

Para ese mismo año tenía reservada toda una lección que quedó para los anales del fútbol. La Holanda que acudió a la cita mundialista de Alemania desplegó el mejor juego que se recuerda en la historia del torneo. Aunque perdió la final con el anfitrión, conquistó el título honorífico de mejor equipo que nunca ganó un Mundial. Allí se acuñó el término de la Naranja Mecánica, concepto que simplifica el despliegue racionalizado de un equipo tan trabajador como generoso con el espectáculo. Defensa y ataque como una sola cosa.

//youtu.be/loXDG-crJbI

La gloria con Holanda le llegó en su tercera etapa como seleccionador, en 1988, cuando ganó la Eurocopa junto a una generación sensacional de futbolistas tales como Ronald Koeman, Frank Rijkaard, Ruud Gullit y Marco van Basten.

Aquel triunfo llenó el vacío de éxitos que padeció desde que dejó definitivamente el Barcelona en 1978. Su camino deambuló por la liga de Estados Unidos y la Bundesliga hasta que cogió las riendas de la selección holandesa por última vez entre 1990 y 1992. “Era un entrenador con una superioridad natural que era respetada por el equipo; un hombre de pocas palabras, aunque en su última época se volvió más humano”. Así definió Koeman a Rinus Michels cuando falleció en Aalst (Bélgica) por culpa de un problema cardíaco. Fue el 18 de febrero de 2005. Tenía 77 años cuando su corazón le cobró la última factura de su amor por el fútbol frenético.


Qué escuela de entrenadores que es Holanda!

Ahora, la ninguneada que le pegaron al Dotor no tiene nombre…

6° Entrega: Tele Santana, el hombre que después de aquellos fracasos con la selección de Brasil en el '82 y '86, a comienzos de los 90s junto a tipos como Donizetti, Cafú, Raí, Palinha, Müller, puso al San Pablo en la cima del mundo del fútbol.

Tele Santana

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Tele Santana, ‘fio de esperança’

El ‘jogo bonito’ como principio [/b]
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[li]“El fútbol es arte, es divertido, siempre atacando”[/li][li]“Si tengo que mandar a mi equipo a dar patadas al rival o a ganar con un gol robado, prefiero perder el partido”[/li][li]“No hago milagros, no soy un inventor. Sólo trabajo con dedicación y mucho respeto”[/li][li]“Hay quienes me llaman romántico, pero me dedico al fútbol y eso me satisface mucho”[/li][/ul]
Ángel Liceras 09/07/11 - 12:27.

A la selección brasileña le hubiese bastado un empate ante Italia para alcanzar las semifinales del Mundial de 1982. Habría sido el premio mínimo y merecido para un equipo compuesto por un centro del campo de fábula: Sócrates, Zico, Falcao y Eder. Hay entrenadores incapaces de renunciar a sus principios futbolísticos bajo ninguna circunstancia. Tele Santana lo fue entonces. Aquella brillante selección quedó eliminada 3-2 víctima de su propia valentía. Brasil fracasó, pero su jogo bonito perdurará siempre.

Santana nació en 1931 en Itabirito, al sureste del país. Se crió en un ambiente futbolero favorecido por la figura de su padre, entrenador y presidente del equipo local. Junto a él depuró sus facultades como delantero. Empezó a volar en solitario a los 20 años, en el Fluminense. Era un joven de aspecto frágil, pero ágil e inteligente. Abordaba con descaro defensas temibles. No se intimidaba ante nadie. Amaba los retos. En Brasil se le recuerda como un amante de las causas perdidas.

“Más importante que ganar una Copa del Mundo es presentar el mejor fútbol. Lo importante es el espectáculo”. Esta frase de Santana justifica la inesperada derrota mundialista del 82, bautizada como ‘la tragedia de Sarriá’. El orgullo por el juego que desplegó la selección hizo aún más amarga la desdicha de la torçida. Algunos hinchas desbocados intentaron quemar su casa. Optó por la distancia y se refugió en el dinero saudita del Al-Ahli, su única experiencia en el extranjero.

Para entonces parecían muy lejanos los éxitos conseguidos en los diferentes campeonatos estatales en los que había entrenado. Su carrera en los banquillos comenzó en su querido Fluminense en 1969. Logró títulos con el Flu, con el Atlético Mineiro (1970-1976) y el Gremio (1977-1979). Tras un paso baldío por el Palmeiras aceptó el cargo de seleccionador.

El peor error que se pudo achacar a Santana en 1982 fue el de intentar ser fiel a la tradición de una camiseta. Su honestidad futbolística fue el mejor crédito que encontró la CBF para ofrecerle la ocasión de la venganza mundialista. Nunca antes un seleccionador fracasado había tenido una segunda oportunidad. Se le consideró el último hilo de esperanza -fio de esperança- al que aferrarse para ganar el Mundial de México de 1986. El pasado y la responsabilidad resquebrajaron la filosofía de un escarmentado Santana. “Esta vez no cometeremos los mismos errores. Jugaremos a la defensiva”, anunció. Hubo demasiadas distorsiones internas y externas durante el clasificatorio sudamericano y el torneo. Brasil no pasó de cuartos.

Pese al doble fracaso conquistó el cariño de la fanática afición brasileña. La revista Placar quiso saber cuál era para sus lectores el mejor entrenador de la historia del país como motivo del partido número 1.000 de la selecçäo. El elegido fue Tele Santana.


Nunca antes un seleccionador brasileño había tenido una segunda oportunidad tras un fracaso mundialista

Con maestría hizo del Sao Paulo el mejor equipo del mundo a principios de los 90. Lo ganó todo en Sudamérica (un Brasileirao, dos Libertadores, dos Recopas, una Supercopa…) y extendió su dominio al resto del mundo al hacerse con la Copa Intercontinental durante dos años consecutivos y ante dos equipos de leyenda: el Barcelona de Johan Cruyff, en 1992; y el Milan de Fabio Capello, en 1993.

Un derrame cerebral en 1996 le obligó a dejar de entrenar para siempre. Fumador y diabético, debía atender su salud por encima de cualquier cosa. Aunque siguió ligado al fútbol como asesor del Palmeiras, el futuro sólo le deparó complicaciones. Tele Santana falleció el 21 de abril de 2006. Su cuerpo descansa abrazado por el afecto de millones de brasileños en el cementerio Parque de la Colina, en la capital del estado de Minas Gerais, en la ciudad de Belo Horizonte.

[IMG]http://estaticos02.marca.com/deporte/futbol/2011/entrenadores-epoca/ficha/telesantana-ficha.jpg[/IMG]

//youtu.be/nBQfN6I-BhA

//youtu.be/2KIQ2ALdCGc


A mi Vicente del Bosque me ha sorprendido cuando estaba en el Madrid pense que le pesaria el equipo de los galacticos, pero no fue asi, mantuvo el vestuario y le funciono, tambien le fue mas que bien con la selección.
Buen tecnico, pero no me parece para que este entre los mejores de la historia, tal vez para los Españoles si, porque con el ganaron su primer mundial, pero no me parece que haya revolucionado el Futbol.
Fabio Capello, otro tecnico que me parece mas que trabajador, muy formal, serio y duro, pero tampoco me parece que haya revolucionado el futbol.
De Hecho aun sin ganar nada, yo pondria por encima a Guus Hidink y eso que yo no cuento lo de Corea del Sur porque eso estuvo mas que regalado y fue un asco completamente ese mundial. Yo le aplaudo lo que hizo con Rusia, Australia y sobretodo Holanda del 98